Agentes del Caos

A medida que las manifestaciones antiisraelíes en las universidades continúan descendiendo hacia la anarquía, debemos analizar sus atributos, acciones y objetivos. Al hacerlo, pronto descubriremos que estas manifestaciones incluyen dos tipos principales de manifestantes:

El primer grupo y el más dominante en muchas protestas son los haters, agentes del caos que muestran una profunda animosidad hacia los "sionistas" (su palabra clave para los judíos), y cuyas acciones a menudo incluyen acoso, amenazas y agresiones físicas dirigidas principalmente, pero no exclusivamente, a estudiantes judíos.

Piden "globalizar la Intifada", es decir, iniciar una campaña de terror basada en atentados suicidas con bombas en cafés, autobuses, universidades y sinagogas, y otros ataques letales dirigidos a civiles inocentes. Abogan abiertamente por la aniquilación de Israel, el único Estado judío del mundo, y celebran la masacre del 7 de octubre mientras expresan su apoyo a Hamás, una organización terrorista genocida.

Revelan tanto la profundidad de su animosidad como el peligro que representan para las sociedades libres.

Estos agentes del caos y la violencia encuentran aliados cercanos entre aquellos que pueden caracterizarse como "verdaderos creyentes": activistas profesionales y aficionados dedicados que ayudan a organizar, instigar, capacitar, coordinar y financiar las manifestaciones.

Algunos de esos "verdaderos creyentes" están dedicados a agendas a largo plazo como el BDS, que están diseñadas para deslegitimar y, en última instancia, destruir a Israel. Otros, activos en causas no relacionadas, han sido cooptados por el movimiento antiisraelí.

Ambas facciones se caracterizan por su adhesión a ideologías radicales y la negativa a permitir que los hechos se interpongan en su agenda.

El segundo tipo de manifestantes son los seguidores, a menudo descritos como idealistas ingenuos o, más comúnmente, idiotas útiles.

Muchos miembros de este grupo se caracterizan por su casi total falta de información rudimentaria sobre la causa por la que supuestamente luchan (en nuestro caso, el conflicto palestino-israelí y los acontecimientos que tuvieron lugar a partir del 7 de octubre, o un conjunto muy limitado de información) de conocimiento que se ha derivado en gran medida de publicaciones simplistas en las redes sociales y propaganda antiisraelí.

Un ejemplo de idiotas útiles pueden ser las dos mujeres jóvenes filmadas en una protesta estudiantil en Nueva York que no pudieron dar una explicación coherente cuando se les preguntó qué estaban protestando exactamente, y una de ellas comentó: "Me gustaría tener más educación".  Un excelente punto.

Para aquellos que realmente desean tener más educación, hagamos un breve resumen de lo que está sucediendo ahora en Medio Oriente y por qué:

El 7 de octubre, Hamás perpetró un ataque terrorista masivo durante el cual asesinó a más de 1.200 israelíes de las formas más horribles imaginables, violó y mutiló sistemáticamente a mujeres y hombres inocentes y secuestró a 240 hombres, mujeres y niños para enviarlos a Gaza.
Sus motivaciones varían, desde aquellos moralistas que creen erróneamente que están promoviendo la justicia, hasta aquellos que buscan aceptación social identificándose con la causa actual.

Como estas atrocidades son convenientemente ignoradas por los manifestantes, o tergiversadas para justificarlas o minimizar su brutalidad, es extremadamente importante estar informado sobre lo que ocurrió ese horrible día. Un punto de partida recomendado sería YouTube con Screams Before Silence, el nuevo documental de Sheryl Sandberg sobre la violencia sexual sistemática cometida contra niñas y mujeres israelíes.

Hamás ha prometido repetir una y otra vez la masacre del 7 de octubre, en consonancia con sus objetivos genocidas encaminados a eliminar a Israel y sustituirlo por un califato islamista.

Hamás -la organización terrorista que perpetró la masacre y las atrocidades del 7 de octubre, y ha prometido repetirlas- ha estado en control de la franja de Gaza desde que se la arrebató violentamente a la Autoridad Palestina en 2007. El ataque del 7 de octubre inició la guerra actual y desde entonces, Israel se ha visto obligado a actuar para defender a sus ciudadanos, traer a los rehenes a casa y garantizar que Hamás no pueda cumplir su promesa de repetir la masacre del 7 de octubre.

Siendo estos los hechos, culpar a Israel y al mismo tiempo absolver a Hamás es incorrecto desde el punto de vista fáctico, jurídico y moral.

La estrategia de Hamás para su supervivencia se centra en generar una enorme presión internacional sobre Israel incrustando sus activos militares entre la población civil, dentro o debajo de instalaciones humanitarias, y poniendo a los habitantes de Gaza en peligro, sabiendo que Israel será acusado de cualquier daño que pueda causarse a ellos, mientras que el propio Hamás nunca tendrá que rendir cuentas por sus acciones.

Claramente, las protestas no tienen como objetivo proteger a los civiles palestinos, ya que no condenan el sacrificio deliberado de vidas palestinas por parte de Hamás en su intento por ganarse la simpatía internacional.

Tampoco se trata de promover los derechos humanos, los derechos de las mujeres y la comunidad LGBTQ, que Hamás pisotea impunemente.

No se trata de crear un futuro mejor, o pedirían el fin del reinado de Hamás en Gaza, que ha traído sufrimientos indecibles tanto a israelíes como a palestinos.
Ciertamente, no se trata de paz, ya que en el repertorio de los manifestantes faltan los llamamientos a Hamás para que libere a los rehenes y deponga las armas, a pesar de que es el camino más rápido y seguro para poner fin a las hostilidades.

Sin embargo, los hechos no les importan a los agentes del caos que organizan y dirigen las protestas, porque, al igual que la organización terrorista Hamás, su objetivo no es poner fin a la guerra. Es acabar con Israel.
 

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