Panamá
Aranceles y hegemonía: La batalla por el dominio económico global
- Viviana Tejeira/ profesora de la Universidad de Panamá

La entrada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos ha desencadenado una explosión de acontecimientos a nivel mundial, desde la imposición de aranceles hasta la anexión de territorios soberanos. La ideologı́a de dominio mundial por parte de esta potencia parece seguir muy presente en la oligarquı́a estadounidense.
Los paı́ses que conforman este vasto planeta Tierra no temen a una nación que aún se considera hegemónica, desaiando ası́, la realidad actual del sistema internacional. Un ejemplo claro es el expansionismo económico que ha desarrollado la República Popular de China con su ruta de seda, un modelo que ha sido esencial para el crecimiento y desarrollo interno y externo de ese paı́s. Este enfoque ha permitido que naciones más pequeñas se conviertan en pequeñas potencias económicas, capaces de competir con las hegemonı́as tradicionales. Esta realidad es una de las incomodidades expresadas por el presidente estadounidense en sus numerosos encuentros y mensajes al mundo.
Parece que el modelo chino es envidiable para Trump, quien, en lugar de frenar el expansionismo económico de este paı́s asiático, busca replicarlo mediante la aplicación de polı́ticas proteccionistas que favorecen su fabricación y consumo interno, como ha sido el alza de aranceles que van desde 10% hasta 145% a paı́ses como China, la Unión Europea, Taiwán, Japón, Corea del Sur, India, Vietnam, Camboya, y América Latina, México y Canadá han quedado fuera de esta lista debido a su acuerdo comercial preferencial (T-MET). Sin embargo, esta acción no los libra de las nuevas disposiciones comerciales que busca reivindicar la supremacı́a estadounidense y que está marcando un nuevo orden económico.
Dichas disposiciones han encarecido el costo de vida, creando una situación insostenible para la población norteamericana, que ha salido a protestar en diferentes estados por las polı́ticas establecidas recientemente. Las decisiones de Trump parecen dirigidas a transformar a la población estadounidense, que se caracteriza por ser consumista de productos en un 90% importados, en defensores de un consumo nacional, imitando el modelo de Xi Jinping.
Analizando las nuevas polı́ticas arancelarias de Donald Trump, su deseo puede estar encaminado en aplicar el modelo chino de consumo lo nacional a su población, con el fin de lograr un efecto dominó similar que en su momento logró Xi Jinping durante la implementación de su modelo de modernización. Este fenómeno está siendo estudiado y debatido en foros norteamericanos para encontrar la fórmula que contrarreste el crecimiento de China, que parece imparable, a menos que se implementen medidas de fuerza que violan los acuerdos internacionales.
Es un hecho que los Estados Unidos, desde su nacimiento como Estado independiente en 1776, se han presentado como defensores de los derechos humanos y la autodeterminación de los pueblos. Hoy, sin embargo, son sinónimo de desconocimiento y ruptura de acuerdos y tratados que en el pasado promovieron en pro de la defensa de esos derechos.
Vemos que incluso los paı́ses más pequeños están demostrando seguridad en su potencial y en lo que pueden ofrecer y obtener del sistema. Las antiguas teorı́as ideológicas apoyadas por doctrinas, amenazas de intervención, imposiciones comerciales y bloqueos son prácticas habituales de América del Norte, pero lo relevante es que las sociedades han evolucionado. El despertar de la descolonización mental es cada vez más evidente, como propuso en su momento el filósofo argentino Enrique Dussel, quien distingue entre colonialidad y colonialismo, nos explica en su teorı́a que las relaciones coloniales siguen moldeando nuestros sistemas polı́ticos, económicos y sociales, y que el bloqueo del pensamiento afecta el conocimiento actual. Es tiempo de desprenderse de ese dominio e incursionar en nuevas experiencias basadas en decisiones propias.
Estamos presenciando posiblemente un nuevo orden mundial liderado por un Estados Unidos más agresivo y unilateral, que está marcando precedentes en la historia. El objetivo de esta nueva polı́tica comercial arancelaria, utilizando los aranceles como instrumento económico y de dominio, está cambiando las dinámicas del comercio internacional.
Los bloqueos económicos e imposiciones utilizados en estos últimos años por EE.UU. para doblar a sus enemigos han obligado a replantear su estatus y posición en el sistema internacional. Según Scott Bessent, el nuevo secretario del Tesoro estadounidense, hay un plan detrás de todas estas medidas. El caos arancelario ha hecho posible que se reorganice la polı́tica económica internacional de EE.UU. UU., rompiendo con los acuerdos que los mantenı́an sujetos a un esquema que ha colapsado en su contra y dando la oportunidad a otros de aprovechar sus virtudes compartidas en beneficio de la humanidad y su desarrollo.
Otro cambio significativo en el sistema internacional se produjo durante los añ os 80 bajo el mandato de Ronald Reagan, que impulsó la revolució n neoliberal, liberando mercados y abriendo fronteras. Este proceso consagró el libre comercio y unió economı́as en pro del desarrollo comercial, permitiendo que muchos paı́ses hoy considerados emergentes se unieran en un viaje ascendente que los consolidó como economı́as fuertes y pequeñas potencias capaces de competir y desafiar a grandes potencias como Estados Unidos.
Según Scott Bessent, el futuro del comercio global no será horizontal ni multilateral, sino jerárquico. En un mundo ideal, la visión de Trump agrupa al mundo en tres categorı́as:
1. Cubeta Verde: Paı́ses que disfrutarán de lo mejor, con aranceles bajos, protección militar y acceso preferencial al dólar ya los mercados financieros de EE.UU. UU.
2. Cubeta Amarilla: Paı́ses con condiciones intermedias, sujetas a negociaciones según su comportamiento.
3. Cubeta Roja: Paı́ses excluidos de los beneficios que este nuevo orden pueda ofrecer.
Una nueva visión de Trump ya no considera el comercio como una herramienta de cooperación, sino como una forma de control. Esto se debe a que EE.UU. ha perdido su capacidad industrial, lo que lo llevó a reinventarse y crear nuevas formas de imposición a un nivel macro.
Los datos demuestran que, en los añ os 50, la fabricación representaba el 28% del PIB de EE.UU. Hoy, esa cifra apenas supera el 10%. En otras palabras, después de ser el mayor productor, ahora es el mayor importador de la mayorı́a de los productos consumidos en su territorio.
Todo esto demuestra que la desindustrialización ha dejado a EE.UU. muy vulnerable en caso de cualquier conflicto geopolı́tico. Esta preocupación está justificada por las advertencias del actual vicepresidente, JD Vance, quien asegura que no se puede liderar si no se produce lo necesario en el territorio y depender de otros para fabricar su propia tecnologı́a, infraestructura y defensa, no es lo ideal, siendo esta la mayor preocupación de la actual administración estadounidense.
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