Panamá
Bolívar para hoy: El ciber-Areópago
- Gregorio Urriola Candanedo
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Moral y luces, reclamaba Bolívar en Angostura. Ciertamente, pero sobre todo libertad y garantías sociales.
Moral y luces, reclamaba Bolívar en Angostura. Ciertamente, pero sobre todo libertad y garantías sociales. En suma, democracia radical, económica y social, que pudiera poner fin a las fuentes mismas de las "tinieblas" ideológicas y "frenos" materiales de la sociedad democrática.
Dura fue la lucha, primero por erradicar el dominio de la Iglesia en la mentalidad de las gentes, a través de una educación laica y centrada en la ciencia, más allá de la teología y la filosofía escolástica que predominó en la universidad colonial y que a través de penosas luchas y pequeñas victorias pudo ir introduciendo el pensamiento moderno en esas instituciones anquilosadas y casi muertas, reductos del conservadurismo político.
Lo más granado del liberalismo latinoamericano, dio sus mejores peleas contra el dogmatismo conservador, y en el siglo XIX las ganancias mayores fueron la desamortización de los bienes de la Iglesia y la constitución del sistema educativo público que lentamente pudo crear, de manera perseverante, las clases medias y bajas ilustradas capaces de darse gobiernos más o menos cónsonos a sus propios intereses.
Más lenta aún fue la marcha de la reforma institucional, pues a los señoritos y magnates venidos de la Península, sucederían los héroes militares de la Independencia devenidos en caudillos y gamonales. A los gachupines peninsulares sucederían los hacendados y comerciantes de la metrópolis, aterrados frente a las masas de pardos, indios y negros. Los nuevos señores hicieron lo posible por hacer letra muerta las proclamas de libertad anti-esclavista, y morigerar las conquistas de las primeras horas. Luego, esos mismos hacendados, comerciantes e incipientes industriales acabarían por sellar alianza con los nuevos poderes imperiales, Inglaterra y Francia, primero, y luego los EEUU, frenando de esta suerte el proceso de democratización política e incluso revirtiendo, las primeras conquistas del sistema de educación pública laica.
No sería hasta las grandes revoluciones latinoamericana, empezando por la gran Revolución Mexicana (1910-1919) y su millón de muertos; los procesos de reforma de Perón en la Argentina y de Getulio Vargas en el Brasil, cuando Iberoamérica iniciaría otro esfuerzo de completar las truncadas independencias de 1810-1824.
Uno procesos que hallarán continuidad y profundización en la Revolución Cubana, de 1953-59, la vía chilena al socialismo (1970-73) de Salvador Allende -cercenada por Pinochet y los halcones norteamericanos con Kissinger a la cabeza- y los procesos de "revolución" en Perú, Bolivia, Panamá; en la Revolución Sandinista y un largo etcétera de experiencias más o menos exitosas y frustradas en toda Nuestra América a lo largo del siglo XX e inicios de la presente centuria.
Buena parte de los desafueros de las instituciones democráticas en esta parte de América y en Panamá, han sido no solo los flagrantes delitos que un sistema judicial maleado, débil y pernicioso no ha logrado combatir ni mucho menos erradicar. De allí que el "Cuarto Poder", o moderno Areópago, ideado en la Hélade clásica y propuesto por Bolívar en los inicios de nuestra vida política, pero adaptado a nuestros tiempos, sea más que necesario.
En su ideación básica, el Libertador propuso: "demos a nuestra República una cuarta potestad cuyo dominio sea la infancia y el corazón de los hombres, el espíritu público, las buenas costumbres, y la moral Republicana.
Constituyamos este Areópago para que vele sobre la educación de los niños, sobre la instrucción nacional; para que purifique lo que se haya corrompido en la República, que acuse la ingratitud, el egoísmo, la frialdad del amor a la Patria, el ocio, la negligencia de los Ciudadanos: que juzgue los principios de corrupción, de los ejemplos perniciosos, debiendo corregir las costumbres con penas morales, como las Leyes castigan los delitos con penas aflictivas, y no solamente lo que choca contra ellas, sino lo que las burla; no solamente lo que las ataca, sino lo que las debilita; no solamente lo que viola la Constitución, sino lo que viola el respeto público. (Bolívar, Discurso pronunciado ante el Congreso de Venezuela en Angostura, 15 de febrero de 1819, subrayado del autor) Se imaginan ustedes: ¿un tribunal moral donde consten penas morales a quienes se burlan o han burlado de la República, a quienes debilitan las instituciones democráticas o violan el abecé de la vida cívica? Donde consten, para escarnio, los que han hecho apología del delito, o que, con su vivo ejemplo, impelen a la niñez o juventud al juego vivo, a la coima, a las corruptelas, al soborno y el mal uso de los fondos del Erario? Como decía el propio Libertador: "sus anales o registros donde se consignen sus actas y deliberaciones, los principios morales y las acciones de los Ciudadanos, serán los libros de la virtud y del vicio. Libros que consultará el pueblo para sus elecciones, los Magistrados para sus resoluciones, y los jueces para sus juicios." (Ibdídem.) Así ni legisladores, alcaldes ni representantes ímprobos podrán repetir curules; ni jueces venales y magistrados coludidos, podrán aspirar a nuevos cargos públicos.
Se me dirá que sueño. ¡Ni Bolívar pudo hacer aprobar semejante "Cuarto Poder"! Pero ahora, que los propios medios de comunicación, en los que Tocqueville advirtió tanta fuerza para el control de los otros poderes, se muestra secuestrados por un conglomerado de grandes agencias internacionales, va siendo hora de pensar un re-ingeniería institucional que confluya a apuntalar nuestras endebles democracias. Según fuentes de créditos cartels noticiosos controlan el 70% del negocio en todo el planeta (Véase https://opcions.org/es/grandes-medios-comunicacion/) Hasta ahora son ellos los que realmente dominan el corazón y la mente de niños, jóvenes y adultos; crean candidatos, y ponen y desbaratan gobiernos.
Necesitamos el moderno Areópago público que ponga coto a esta desmesura anti-democrática. Las organizaciones de la sociedad civil, los sindicatos y gremios, las asociaciones científicas y cívicas, por medios electrónicos podrían tener y hacer públicos esos anales o registros de cada personaje con responsabilidad política o vida pública que merezca el escarnio popular: lo cual complementado con frecuentes procesos de consulta pública -trasmitidas electrónicamente- en las comunidades y regiones, deberían revivir la democracia en las bases comunitarias; En fin, debemos re-imaginar medios creativos de ganar para las causas democráticas y populares el ciberespacio. Utilizar el internet para afrontar temas en los que los niños y jóvenes dejen de ocuparse de video-juegos banales, y robustezcan la vida política de las naciones. En suma: un Ciber-Areópago.
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