Boquete, ¿capital turística de la República?
Boquete tiene atractivos turísticos innegables, regalos de Natura: clima y paisajes; pero el acervo construido es precario, deficiente o muy burdo.
- Gregorio Urriola Candanedo
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- - Publicado: 08/4/2021 - 12:00 am
Soy boqueteño y con dolor debo responder a esta pregunta con un no rotundo, muy claro y sincero. Nada me agradaría más que engañarme y dulcificar el oído de mis coterráneos con una afirmación que elevará nuestro ego. No. Boquete no es la capital turística de la república, pero es uno de los sitios que más condiciones reúne para lograr ese puesto.
El retorno a los aires de mi terruño para recuperar la salud, me ha permitido el solaz y el tiempo necesario no solo para reencontrarme con mis raíces más profundas, sino para sumergirme de la belleza inefable de este valle, así como alegrarme de los progresos de mi pueblo y dolerme de las falencias que lastran su progreso.
También ha sido una estancia para empezar prospectar ese futuro promisorio al que la n aturaleza pródiga y el trabajo de varias generaciones han contribuido. Para soñar, en fin, mejores días para las gentes que viven entre estas montañas del pie de monte cordillerano.
La magia de Boquete seguro cautivó a los extintos doraces, que lo hicieron lugar sagrado de sus entierros, tal como atestiguan las hoy dispersas muestras de la orfebrería y la cerámica precolombina en tantos museos de Canadá, los Estados Unidos y Europa.
Un destino extraño de esos tesoros de nuestro patrimonio, pero que les fue natural a los miembros conspicuos de la primera camada de inmigrantes que a Boquete llegaron atraídos por el clima templado y la feracidad de la tierra, los dos activos seculares que han servido de pivote a la grandeza de Boquete.
Eusebio A. Morales ya lo consignó hacia el inicio del pasado siglo, y luego Belisario Porras, del que aquel fuera secretario en la Guerra de los Mil Días y ministro en la época republicana, quien diera su primer gran empuje con la construcción del ramal David-Dolega-Boquete del Ferrocarril Nacional en los años 20 de la pasada centuria, y mediante la cual Boquete quedó integrado no solo al sistema productivo nacional, sino también dio basa a su incipiente vocación de turismo de montaña; un turismo que hospedó al mítico Charles Lindbergh, así como atrajo a la élite nacional, empezando con el mismísimo Arnulfo Arias Madrid, los padres de Ernesto Pérez Balladares y Carlos Iván Zúñiga, por mencionar personajes de nuestra historia política reciente.
También Boquete imantó y creó a los poetas, cuentistas y novelistas, a grandes pintores como Gómez Jurado, figura relevante de plástica nacional, músicos como Gonzalo Brenes Candanedo autor de la música de la Cucarachita Mandinga y de una obra que aún está por aquilatar y publicar debidamente (¿me leen en la UNACHI a la que dedicó sus postreros años?).
Tempranamente la Iglesia católica –siempre sensible a los temas de estética- entendió la importancia de este punto, y su obra constructora da fe de ello. Los vitrales de la Iglesia de San Juan Bautista, verdaderas joyas de este arte, así como otros templos y capillas dispersos en Boquete son pruebas palmarias. (La Capilla de Alto Lino es un dislate, y su necesaria puesta en valor, con las restauraciones necesarias, es deuda de esta generación).
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Pero es fehaciente lo hecho en materia arquitectónica como lo demuestra hoy la Capilla de la Natividad en el antiguo Seminario Franciscano, verdadero proto centro de turismo eclesiástico del occidente de Panamá.
Menciono todo lo anterior, para reconocer el acumulado histórico que Boquete como destino turístico ha ido acopiando, desde los lejanos tiempos en que la familia de Joseph Wright diera inicio al primer hotel campestre en este extremo del país, y se pasara de la mera acogida temporal en casas de familia a la hotelería sensu stricto.
Pero la etapa que denominaré artesana del manejo del turismo boqueteño está tocado a su fin. Boquete tiene atractivos turísticos innegables, regalos de Natura: clima y paisajes; pero el acervo construido es precario, deficiente o muy burdo.
Urge pasar a una etapa profesional y en red, que colige todos los intereses en pro de nuestro gran futuro y que lo irradie a Chiriquí entero. Pues, Boquete colinda con Tierras Altas, Gualaca y Dolega, que en sí pueden integrarse a una oferta o destino turístico consolidado, “de paquete”, vertebrada por circuitos claros que excusan permanencias de una o dos semanas largamente, tiempo mínimo para generar efectos multiplicadores importantes desde el punto de vista económico. De ello nos ocuparemos en otros artículos.
Economista. Docente y gestor universitario.
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