Competitividad espuria
- Juan Jované
Entre los legados del profundo y agudo pensamiento de Fernando Faynzylber se destacan, entre muchos otros, sus ideas sobre la dicotomía existente entre la llamada competitividad auténtica y lo que se conoce como competitividad espuria. El primero de estos conceptos se refiere a un incremento de la eficiencia económica logrado con un pleno respeto a los criterios de la equidad social, así como de aquellos que son pertinentes a la sostenibilidad ambiental, por medio de innovaciones en los productos, los procesos, el uso de las materias primas y la reorganización de los procesos de producción. El segundo se refiere a la captación de mayores excedentes por parte de los sectores dominantes sobre la base de una devaluación de la fuerza de trabajo, la intensificación de los ritmos laborales y la depredación del medio ambiente.
El modelo de funcionamiento de la economía panameña, desgraciadamente, se ha venido desenvolviendo, de modo cada vez más evidente, dentro de la trayectoria de la competitividad espuria. Se trata de una situación que se hace palpable al observar que entre el 2000 y el 2008 la participación de las remuneraciones de los asalariados en el PIB se redujo del 37.8% durante el 2000 hasta el 30% en el 2008, en condiciones tales que el total de asalariados representó un porcentaje prácticamente fijo de la población económicamente activa durante todo el período observado, estableciéndose en cerca del 63%, mientras que la productividad media anual de los ocupados creció en aproximadamente el 23.6% entre esos dos años. A este hecho, que costó a los asalariados cerca de 1,808 millones de balboas en el 2008, se le pueden agregar un par de indicadores adicionales. Es así que, de acuerdo a cifras de la OIT, la remuneración real de los asalariados se vio reducida en aproximadamente el 20% entre el 2000 y el 2008. Más allá de esto, también se observó que durante 2009 cerca de 427,705 empleados de las empresas panameñas fueron calificados de informales, por el hecho de carecer de contratos escritos de trabajo, a la vez que sus empleadores evadieron su obligación de inscribirlos en la CSS. Teniendo en cuenta lo anterior resulta fácil entender que la recientemente aprobada Ley 30 no es más que un nuevo instrumento del modelo basado en la competitividad espuria. Uno de sus objetivos principales es el de eliminar en la práctica algunos derechos básicos de los trabajadores, como lo son el de huelga y sindicalización, con el fin de eliminar la capacidad de resistencia de los mismos frente a los métodos de desposesión y despojo que caracterizan al modelo de acumulación vigente, a la vez que se facilita la depredación del medio ambiente. En estas condiciones resulta urgente el desarrollo de una estrategia alternativa de desarrollo, la que debe estar guiada hacia el cumplimiento efectivo de los derechos humanos económicos, sociales, ambientales y políticos, la cual pueda servir de base a una amplia alianza progresista entre los sectores afectados por el avance de la competividad espuria.
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