Desfaciendo entuertos
Publicado 2001/10/22 23:00:00
- VÃctor A. Santos J.
Durante todos los días de la semana pasada estuve asistiendo a diferentes medios de comunicación con el propósito de explicar la posición de nuestro gobierno en la lucha contra el terrorismo, que ha sido criticada por un puñado de compatriotas que insisten en enjuiciarla negativamente, sin fundamento válido, por cuanto consideran que está en contradicción con el régimen de neutralidad del Canal de Panamá.
En un artículo anterior, contaba que los trágicos acontecimientos del 11 de septiembre nos sorprendieron en la capital peruana mientras asistíamos, acompañando al canciller José Miguel Alemán, a la asamblea extraordinaria de la Organización de los Estados Americanos en la que se aprobó la Carta Democrática Interamericana, que también será conocida como la Carta de Lima.
Panamá, representada por su ministro de Relaciones Exteriores, tuvo el señalado honor de presidir la apertura de la conferencia y desde ese momento expresó su más enérgica condena de los actos terroristas perpetrados en Nueva York, Washington y Pennsylvania. El canciller Alemán así lo expresó cuando invitó a todas las delegaciones, presididas por los ministros de Relaciones Exteriores de los Estados miembros de la OEA, incluido el Secretario de Estado, Colin Powel, a testimoniar la consternación colectiva y nuestro pesar por las víctimas de la tragedia, tributándoles un minuto de silencio.
En esa misma fecha, el Gobierno Nacional emitió un pronunciamiento oficial, repudiando los actos terroristas y ofreciéndole solidaridad al pueblo y el gobierno de los Estados Unidos.
En una secuencia de hechos, todos los estados del continente, en atención a las iniciativas de México y Brasil, fueron convocados por el Consejo Permanente de la OEA a sendas Reuniones de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores que se celebraron en la ciudad de Washington el día 21 de septiembre pasado. Ambas convocatorias tuvieron el apoyo unánime de los 34 estados miembros de la OEA y de los 22 países parte de Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, el TIAR.
En las Vigésima Tercera y Vigésimo Cuarta Reuniones de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores se aprobaron por voto unánime y por aclamación dos resoluciones que, en esencia, condenan los actos terroristas del 11 de septiembre, reiteran apoyo y colaboración a los Estados Unidos para prevenir y combatir el terrorismo, y comprometen el apoyo mutuo de todos los estados del continente para luchar contra el terrorismo, por considerarlo una amenaza para todos los estados, no sólo de América sino del mundo entero.
Por qué esa conducta del Gobierno Nacional ha provocado reacciones tan airadas de un puñado de compatriotas, es para mí inexplicable. La existencia y vigencia del Tratado Concerniente a la Neutralidad del Canal no puede bajo ninguna circunstancia marginarnos de cumplir las obligaciones que como Estado parte de la comunidad internacional de naciones nos corresponden. Afirmar que debido a la existencia del Tratado de Neutralidad Panamá debe desconocer las responsabilidades que nos imponen las decenas de tratados o convenciones de que somos parte es un contrasentido absoluto. El Tratado de Neutralidad no tiene prelación sobre otros tratados y tampoco condiciona o anula su aplicación, mientras que ellos estén vigentes y seamos parte de los mismos.
Panamá, como Estado soberano, ha actuado en la manera responsable que le corresponde como parte de la comunidad internacional y de acuerdo con la respuesta que demanda un flagelo de proporciones mundiales de cuyos efectos no está exenta ninguna nación. No haberlo hecho, como reclaman algunos compatriotas, hubiera sido un exabrupto sin justificación razonable.
En un artículo anterior, contaba que los trágicos acontecimientos del 11 de septiembre nos sorprendieron en la capital peruana mientras asistíamos, acompañando al canciller José Miguel Alemán, a la asamblea extraordinaria de la Organización de los Estados Americanos en la que se aprobó la Carta Democrática Interamericana, que también será conocida como la Carta de Lima.
Panamá, representada por su ministro de Relaciones Exteriores, tuvo el señalado honor de presidir la apertura de la conferencia y desde ese momento expresó su más enérgica condena de los actos terroristas perpetrados en Nueva York, Washington y Pennsylvania. El canciller Alemán así lo expresó cuando invitó a todas las delegaciones, presididas por los ministros de Relaciones Exteriores de los Estados miembros de la OEA, incluido el Secretario de Estado, Colin Powel, a testimoniar la consternación colectiva y nuestro pesar por las víctimas de la tragedia, tributándoles un minuto de silencio.
En esa misma fecha, el Gobierno Nacional emitió un pronunciamiento oficial, repudiando los actos terroristas y ofreciéndole solidaridad al pueblo y el gobierno de los Estados Unidos.
En una secuencia de hechos, todos los estados del continente, en atención a las iniciativas de México y Brasil, fueron convocados por el Consejo Permanente de la OEA a sendas Reuniones de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores que se celebraron en la ciudad de Washington el día 21 de septiembre pasado. Ambas convocatorias tuvieron el apoyo unánime de los 34 estados miembros de la OEA y de los 22 países parte de Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, el TIAR.
En las Vigésima Tercera y Vigésimo Cuarta Reuniones de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores se aprobaron por voto unánime y por aclamación dos resoluciones que, en esencia, condenan los actos terroristas del 11 de septiembre, reiteran apoyo y colaboración a los Estados Unidos para prevenir y combatir el terrorismo, y comprometen el apoyo mutuo de todos los estados del continente para luchar contra el terrorismo, por considerarlo una amenaza para todos los estados, no sólo de América sino del mundo entero.
Por qué esa conducta del Gobierno Nacional ha provocado reacciones tan airadas de un puñado de compatriotas, es para mí inexplicable. La existencia y vigencia del Tratado Concerniente a la Neutralidad del Canal no puede bajo ninguna circunstancia marginarnos de cumplir las obligaciones que como Estado parte de la comunidad internacional de naciones nos corresponden. Afirmar que debido a la existencia del Tratado de Neutralidad Panamá debe desconocer las responsabilidades que nos imponen las decenas de tratados o convenciones de que somos parte es un contrasentido absoluto. El Tratado de Neutralidad no tiene prelación sobre otros tratados y tampoco condiciona o anula su aplicación, mientras que ellos estén vigentes y seamos parte de los mismos.
Panamá, como Estado soberano, ha actuado en la manera responsable que le corresponde como parte de la comunidad internacional y de acuerdo con la respuesta que demanda un flagelo de proporciones mundiales de cuyos efectos no está exenta ninguna nación. No haberlo hecho, como reclaman algunos compatriotas, hubiera sido un exabrupto sin justificación razonable.
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