Panamá
Diario independiente
- Harmodio Arias Madrid (q.e.p.d.)
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- Reproducción fiel de su primer editorial en español
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Al iniciarse las labores de esta sección no debería ser necesario explicar cuáles serán sus tendencias. Bastaría recordar que se trata de un diario independiente que ha sabido ya demostrar en su sección inglesa que tiene la voluntad inquebrantable y el valor cívico necesario para discutir todas las cuestiones que puedan afectar los intereses vitales de la comunidad. Sobre esas cuestiones este diario dirá la verdad y toda la verdad, sin reticencias ni prejuicios.
Siempre hemos pensado que el periodismo puede defraudar los intereses del público de dos modos distintos: por la sugestión falsa o por la supresión de la verdad. Quizás hay, quien pretenda que el daño se causa sólo con la sugestión falsa; pero nosotros creemos y seguiremos creyendo que tan peligroso es lo uno como lo otro.
Si se ejecuta un acto en beneficio de la comunidad y se mantiene oculto, falta el estímulo poderoso, la voz de aliento, el apretón de manos, por así decirlo, que incitaría al autor a seguir por la misma senda y a otros a que trataran de imitarlo. La aprobación de la prensa en semejantes casos es un bien para la colectividad.
Por otro lado, si se comete una falta, pero permanece ignorada por los que tienen el derecho y están en la obligación de tratar de corregirla, entonces los vicios o los errores, la degeneración o los excesos, pueden ser la consecuencia. La sanción de la opinión pública en los países civilizados es eficacísima en la corrección de ciertas corruptelas y en la represión de determinados abusos. Para ello es preciso que el público los conozca.
Y si al publicarse la relación de un hecho reprehensible, de esos en que el público puede ejercer influencia decisiva para impedir su repetición, se omiten elementos de carácter sustancial, el público no podría fácilmente formarse un concepto claro y completo del mal apuntado y, por tanto, estaría incapacitado para reaccionar adecuadamente en el sentido que debería desearse y para dirigir sus sanciones contra los culpables.
Por esas razones este diario se esforzará por mantenerse no sólo dentro de los dictados de la verdad, sino también por presentar ante el público toda la verdad, siempre que ello tienda al bienestar común.
Aun cuando la característica de este diario es su inde pendencia, no hay razón para pensar que de esto se desprenda que se ha de dar acogida aquí a la enunciación de toda teoría y de todo hecho por perniciosos o absurdos que sean. El periódico tiene en mira, como se ha insinuado, el bienestar de la comunidad, así que no dará cabida a lo que pueda perjudicar los intereses del público a quien ha de servir.
Y en la discusión franca de las cuestiones que sí son de interés público- para las cuales el periódico ofrece sus páginas- sólo se exigirá que su objeto envuelva un interés noble y generoso y que su forma sea urbana y cortés. Las causas buenas pueden explicarse mejor y son mejores los resultados que se obtienen cuando se presentan, aunque con temple varonil, desprovistas de acrimonia, de destemplanzas y de ese humor cáustico y maligno, que no hacen más que enturbiar las pasiones y desviar el criterio.
Ya que hemos esbozado algo así como un prólogo a nuestra labor futura, justo es que, a fuer de sinceros, expliquemos que no aspiramos a que se nos aprecie por los propósitos enunciados. Las meras intenciones no justifican los actos humanos que afectan los intereses de la comunidad. De aquí que la publicación de un diario debe justificarse por sí misma, es decir, por el bien que haga o que contribuya al desenvolvimiento de la comunidad. La expresión de nuestra intención no debe, pues, tenerse en cuenta para determinar lo que el periódico ha de significar. Si llega a hacer alguna labor, buena o mala, que se juzgue al periódico por la labor realizada. No buscamos justificación para nuestros actos en la intención que los haya motivado.
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