opinion
El hombre que vivió en la selva
- Publicado:
Lorenzo Concepción Bordones (opinion@epasa.com) / SacerdoteDesde que era niño escuchaba las anécdotas de aquel personaje famoso que siempre estaba en boca de los lugareños.El hombre que vivía en la selva y perseguía a los campesinos.Tiene 110 años, con una excelente salud física y mental.Nació en 1902, un año antes de que nuestra república se separara de Colombia y que por estudios elementales todos sabemos la situación que vivía nuestro país en el contexto político, social y económico.Vive en Guabal, norte de Santa Fe, provincia de Veraguas, territorio que pertenece al Centro Misionero Santa Laura Montoya.Se le conocen tres hermanos, de los que este es el mayor de todos.Era muy niño cuando sus padres murieron a causa de una epidemia que azotó estas regiones.Como es sabido en la provincia de Veraguas, es característico encontrar casas distantes unas de otras.De manera que sus padres murieron y el niño tuvo que sobrevivir en aquella zona montañosa alejado de sus vecinos.Aquí empieza su historia como el hombre de la selva, se hizo diríamos que “salvaje”.Vivía en cuevas que servían para su escondite.Algunas veces cuentan los lugareños que lo perseguían echándoles los perros para agarrarlo, aunque siempre se les escapaba.Pasaron muchos años hasta que alguien se dispuso a recogerlo y hacerlo un hermano de casa, con la dignidad que le merece a un hijo de Dios.Con perros, bejucos y buena disposición se abalanzaron en búsqueda del hombre al que rara vez encontraban por los caminos.Al fin lo detuvieron, lo llevaron a casa y empezó una vida distinta.Un señor que aún vive contó que una vez llegó al lugar donde pernoctaba y quedó extrañado con lo que se encontró.Una pequeña cueva, donde abundaban diferentes tipos de huesos, como también “coquitos”, bebida fermentada con frutas del monte.Lo que cazaba se lo procuraba sin cocinarlo.No solamente resalta el hecho de vivir en el campo, sino la importancia que ha tenido la vida sacramental.El padre José Víctor Pinedo lo bautizó con el nombre de Juan Concepción y desde aquel momento ha cambiado su vida, ya no quiere volver a la selva.Casi no habla y lo poco que habla lo expresa en dialecto, es un poco difícil saber de historias contadas por él mismo.Aprendió a rezar el Padre Nuestro y va todos los días a misa.Ha sido realmente una acción pastoral del Señor Jesús por este hermano nuestro.