El keynesianismo adulterado
- Juan Jované
Joan Robinson, la más profunda y creativa de las seguidoras de Keynes, siempre mantuvo la tesis de que el pensamiento de su maestro fue devaluado por autores como John Hicks, Alvin Hansen y Paul Samuelson, quienes, al tratar de hacerlo más aceptables para los cánones neoclásicos de la profesión de economista, le habrían quitado su esencia crítica y renovadora. Al resultado de este proceso de depreciación de las ideas de Keynes lo calificó de “keynesianismo bastardo”.
Este es una forma de interpretar las ideas de Keynes que resulta útil para quienes si bien se ven obligados a aceptar algunas de las propuestas de políticas que se desprenden de las mismas, también sirve para evitar los resultados que implican una profunda aplicación de las estas, lo que llevaría, necesariamente, a un conflicto con los poderosos intereses del sector financiero. Esta forma de ver las cosas ha sido criticada recientemente por Stiglitz en un reciente e interesante artículo titulado “El socialismo estadounidense para ricos”, en el que destaca la falta de penetración de la política norteamericana frente a los grandes capitales financieros causantes de la crisis, de manera tal que más que una adecuada regulación se ha generado una especie de socialización de las pérdidas y de la privatización de las ganancias.
En Panamá la administración recién instalada, aun cuando, por razones evidentes, carece de funcionarios en el área de la economía que pudieran acercarse, aunque fuera marginalmente a la estatura intelectual de Hicks, Hasen o Samuelson, lo cierto es que la misma parece empeñada en desarrollar una especie de keynesianismo para los ricos. De acuerdo a esta visión se trataría de permitir en el corto plazo un incremento de déficit fiscal, financiado con deuda externa, con el fin de estabilizar el sistema, mientras que, en paralelo, se mantiene una política claramente destinada a profundizar el modelo neoliberal, centrado en el funcionamiento no regulado del mercado y en la estilo concentrate y excluyente de los ingresos que lo acompañan.
La tendencia a consolidar el modelo vigente aparece claramente delineada en varios elementos centrales del llamado “Plan de gobierno por el cambio”. Así, por ejemplo, en este no solo se propone reducir la carga tributaria en general, sino que esto se pretende concretar por medio de un esquema de impuestos de tasa plana (fat – tax), que lleva de manera directa a una reducción de los impuestos a los más ricos y a una mayor presión tributaria sobre los sectores medios, es decir a una mayor distribución regresiva de los ingresos. Siguiendo con la ejemplificación se puede señalar, que en términos de la privatización, la política de la nueva administración se propone un alto nivel de subsidio para la educación privada, en detrimento de la publica, así como la utilización masiva de los fondos públicos y a bajas tasas de interés para favorecer la acumulación y las ganancias de los capitales financieros.
Se trata de un esquema destinado al fracaso si se tiene en cuenta que las condiciones dinámicas del mercado mundial que permitieron su funcionamiento previo ya no existen, ni se pueden restablecer en el corto y mediano plazo. En estas circunstancias el esfuerzo por conformar una política alternativa socialmente incluyente y ambientalmente sostenible aparecen ahora como una prioridad junto a la organización política de la población.
jovajun@yahoo.com
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