Elecciones en Iraq, ni libres ni justas
Publicado 2005/01/30 00:00:00
- Óscar Gutiérrez*
Los 16 millones de posibles votantes iraquíes no sólo desconocen a sus candidatos, también ignoran los programas políticos que pondrán en marcha...
IRAQ CELEBRA hoy elecciones legislativas. Y legislativas quiere decir que los iraquíes con derecho a voto, unos 16 millones incluyendo los residentes en el extranjero, votarán a los 275 miembros de la Asamblea Nacional transitoria. Miembros que saldrán de las listas presentadas por cada partido político. Sin embargo, los iraquíes aún no conocen estas listas. Ni las conocen ni las conocerán hasta que se acerquen a las urnas. ¿A quién votarán entonces? Los que voten lo harán a los cabezas de las 111 listas presentadas como si de unos comicios presidenciales se tratara. Los candidatos a las elecciones en Irak no han facilitado sus nombres ni se han mostrado al público por falta de seguridad. Primera zancadilla al calificativo "democrático" de las primeras elecciones en suelo de la antigua Babilonia. Algunos sí han dado la cara, los militantes del partido comunista. Dos de ellos han sido ya asesinados.
Las autoridades transitorias iraquíes y la Administración de George W. Bush quieren celebrar elecciones con premura para aliviar el tono bélico que domina aún la ocupación del territorio. Pero la guerra abierta en el interior del país hace muy difícil que estas elecciones sean consideradas libres y justas. Entre los "Principios de Democracia Electoral" definidos por Naciones Unidas (departamento de Estudios Económicos y Sociales) se encuentra el derecho de todos los ciudadanos a acceder a la información política. Los 16 millones de posibles votantes iraquíes no sólo desconocen a sus candidatos, también ignoran los programas políticos que pondrán en marcha e incluso desconocen dónde están los colegios electorales a los que acudir para depositar su voto.
El porqué de este secretismo es fácil de entender cuando cada día mueren entre 20 y 40 iraquíes como resultado de los ataques terroristas y de la insurgencia, cuando el líder de Al Qaeda en el país, el jordano Abu Musab al Zarqaui ha declarado la guerra a las elecciones, cuando los insurgentes han empapelado las calles con panfletos en los que se dice "si votas, mueres", cuando se advierte a los votantes que permanezcan el día de las elecciones 500 metros apartados de los colegios electorales si aprecian su vida y cuando el primer ministro Iyad Alaui mantiene desde noviembre la Ley de Emergencia.
Miedo comprensible, pero incompatible con los "Principios de Democracia Electoral" que definen una elección justa como aquella en la que hay transparencia y ausencia de intimidación, y añade entre las libertades para que la elección sea libre la de movimiento, reunión, asociación, opinión y, precisamente, la de no tener miedo.
El miedo que ha llevado a algunos candidatos del partido del primer ministro, Acuerdo Nacional Iraquí, a abandonar las listas después de que sufrieran varios atentados suicidas contra su sede. El propio Iyad Alaui ha reconocido que la falta de seguridad va a impedir que algunas "bolsas de población" puedan acudir a las urnas. Las declaraciones de Alaui chocan con que todos los ciudadanos tengan igual derecho a participar como electores y como candidatos, principio que recoge la idea de democracia electoral definida por Naciones Unidas. Y todo a pesar del fuerte dispositivo de seguridad diseñado por el actual gobierno iraquí para las elecciones: cierre de la frontera y accesos a Iraq por tierra, mar y aire; toque de queda nocturno; y prohibición de la circulación de vehículos no oficiales. En este dispositivo también destaca la responsabilidad de las Fuerzas Armadas en la protección de los colegios electorales el día de las elecciones. Las mismas Fuerzas Armadas criticadas por Bush debido a su falta de preparación.
A las reglas electorales también han contribuido las experiencias de los observadores internacionales que, desde la OSCE, Naciones Unidas y la Unión Europea han dejado pautas para elecciones libres y justas recogidas por la organización Transparencia Internacional. Entre estas pautas, la educación pública, la información al ciudadano de cómo, cuándo, dónde y, sobre todo, por qué votar. ¿Les hace falta a los iraquíes después de más de 30 años bajo una dictadura y en su primera prueba democrática? Esta educación le corresponde a la Comisión Electoral. Una comisión independiente que en Iraq ha quedado relegada, atemorizada por las amenazas.
Entre los indicadores que Transparencia Internacional utiliza para calificar a unas elecciones de libres y justas hay uno que reune al resto: ¿El proceso electoral es expresión real de la opinión pública para un cambio de gobierno? En Iraq, el 20% de la población ya dijo que no acudirá a las urnas. Porcentaje que representa a los suníes, la rama del Islam minoritaria en Iraq, aunque privilegiada en tiempos de Hussein. El motivo de su abstención es, así lo han manifestado, la inseguridad. Pero, la segura victoria de los chiíes (60% de la población) y su mayoría en la Asamblea también han contribuido a esta decisión. Es una herida más a la formación de una opinión pública votante ya lastimada por el miedo que ha provocado, incluso, que algunos ministros iraquíes manifiesten la segura abstención de la mayoría de su gabinete.
Hoy se celebran elecciones en un país no soberano (no controla su territorio, gobierno y Fuerza Armada), en estado de guerra que, sin embargo, se encamina hacia un proceso constitucional que finalizará con nuevas elecciones a finales de 2005.
(*) De la Agencia de Información Solidaria. [email protected].
Las autoridades transitorias iraquíes y la Administración de George W. Bush quieren celebrar elecciones con premura para aliviar el tono bélico que domina aún la ocupación del territorio. Pero la guerra abierta en el interior del país hace muy difícil que estas elecciones sean consideradas libres y justas. Entre los "Principios de Democracia Electoral" definidos por Naciones Unidas (departamento de Estudios Económicos y Sociales) se encuentra el derecho de todos los ciudadanos a acceder a la información política. Los 16 millones de posibles votantes iraquíes no sólo desconocen a sus candidatos, también ignoran los programas políticos que pondrán en marcha e incluso desconocen dónde están los colegios electorales a los que acudir para depositar su voto.
El porqué de este secretismo es fácil de entender cuando cada día mueren entre 20 y 40 iraquíes como resultado de los ataques terroristas y de la insurgencia, cuando el líder de Al Qaeda en el país, el jordano Abu Musab al Zarqaui ha declarado la guerra a las elecciones, cuando los insurgentes han empapelado las calles con panfletos en los que se dice "si votas, mueres", cuando se advierte a los votantes que permanezcan el día de las elecciones 500 metros apartados de los colegios electorales si aprecian su vida y cuando el primer ministro Iyad Alaui mantiene desde noviembre la Ley de Emergencia.
Miedo comprensible, pero incompatible con los "Principios de Democracia Electoral" que definen una elección justa como aquella en la que hay transparencia y ausencia de intimidación, y añade entre las libertades para que la elección sea libre la de movimiento, reunión, asociación, opinión y, precisamente, la de no tener miedo.
El miedo que ha llevado a algunos candidatos del partido del primer ministro, Acuerdo Nacional Iraquí, a abandonar las listas después de que sufrieran varios atentados suicidas contra su sede. El propio Iyad Alaui ha reconocido que la falta de seguridad va a impedir que algunas "bolsas de población" puedan acudir a las urnas. Las declaraciones de Alaui chocan con que todos los ciudadanos tengan igual derecho a participar como electores y como candidatos, principio que recoge la idea de democracia electoral definida por Naciones Unidas. Y todo a pesar del fuerte dispositivo de seguridad diseñado por el actual gobierno iraquí para las elecciones: cierre de la frontera y accesos a Iraq por tierra, mar y aire; toque de queda nocturno; y prohibición de la circulación de vehículos no oficiales. En este dispositivo también destaca la responsabilidad de las Fuerzas Armadas en la protección de los colegios electorales el día de las elecciones. Las mismas Fuerzas Armadas criticadas por Bush debido a su falta de preparación.
A las reglas electorales también han contribuido las experiencias de los observadores internacionales que, desde la OSCE, Naciones Unidas y la Unión Europea han dejado pautas para elecciones libres y justas recogidas por la organización Transparencia Internacional. Entre estas pautas, la educación pública, la información al ciudadano de cómo, cuándo, dónde y, sobre todo, por qué votar. ¿Les hace falta a los iraquíes después de más de 30 años bajo una dictadura y en su primera prueba democrática? Esta educación le corresponde a la Comisión Electoral. Una comisión independiente que en Iraq ha quedado relegada, atemorizada por las amenazas.
Entre los indicadores que Transparencia Internacional utiliza para calificar a unas elecciones de libres y justas hay uno que reune al resto: ¿El proceso electoral es expresión real de la opinión pública para un cambio de gobierno? En Iraq, el 20% de la población ya dijo que no acudirá a las urnas. Porcentaje que representa a los suníes, la rama del Islam minoritaria en Iraq, aunque privilegiada en tiempos de Hussein. El motivo de su abstención es, así lo han manifestado, la inseguridad. Pero, la segura victoria de los chiíes (60% de la población) y su mayoría en la Asamblea también han contribuido a esta decisión. Es una herida más a la formación de una opinión pública votante ya lastimada por el miedo que ha provocado, incluso, que algunos ministros iraquíes manifiesten la segura abstención de la mayoría de su gabinete.
Hoy se celebran elecciones en un país no soberano (no controla su territorio, gobierno y Fuerza Armada), en estado de guerra que, sin embargo, se encamina hacia un proceso constitucional que finalizará con nuevas elecciones a finales de 2005.
(*) De la Agencia de Información Solidaria. [email protected].
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