Ética y moral en la transición
- Franklin Delgado
Los servidores públicos son percibidos por la mayoría de los panameños como personas afines al gobierno de turno, a quienes se les regala una buena posición con jugosos salarios y un sin número de beneficios, sin rendir cuentas a nadie y tratar de hacer lo imposible por continuar en su posición. Pero, las posiciones en el engranaje gubernamental deben ser ocupadas por personas con estas cualidades: Ser ciudadano respetuoso de la Ley, la moral y las buenas costumbres; deseoso de servir a sus compatriotas con el más alto civismo; administrando con eficiencia y honestidad los bienes del Estado; realizar su gestión sin agendas ocultas, hasta que su periodo culmine en democracia, cuando deberá entregar su cargo a su sucesor con honor e hidalguía.
Desde los orígenes de los primeros Estados, las sociedades eran testigos de verdaderos servidores públicos, con valores y conducta intachable. Así la historia nos ofrece el ejemplo de Lucio Quincio Cincinato, (519 a.C.-439 a. C.): Granjero romano, llamado por el Senado, en varias ocasiones, para ocupar el cargo de dictador para solventar crisis en la república. Llevó a cabo la labor encomendada en provecho de la sociedad romana, con la más alta moral y ética, devolviendo todos los poderes a él encomendados al cumplir con las tareas asignadas.
En mi hermoso Panamá, al acercarse el día y la hora del cambio de gobierno, no dejo de sorprenderme con los titulares de los medios de comunicación que describen instituciones públicas con déficit para siquiera terminar el 2009, deudas millonarias entre instituciones por la recolección de basura, el servicio 911 desesperado por la falta de fondos prometidos por el gobierno, el contralor de la república enfrentándose a otros altos funcionarios al rehusarse a refrendar contratos millonarios. Dentro de poco, ya no me alarmará escuchar que las garzas reclaman su permanencia, al pertenecer a la tan sonada Carrera Administrativa.
Todas estas noticias, se evitarían si a los cargos públicos, los gobernantes seleccionarán a los más honorables, eficientes, honestos, virtuosos y baluartes de los mejores principios. La historia, ha enseñado a las sociedades civilizadas que los gobiernos en donde abundan los servidores públicos carentes de los más simples y básicos valores éticos y morales, están destinadas a padecer de una anarquía y corrupción escandalosa que desemboca en un estallido social que abanica una revolución mesiánica, lo que suprimirá todas las libertades ciudadanas.
Si hace cinco años se hablaba de un debacle de las finanzas públicas, pareciera que lo que le espera al próximo gobierno es una catástrofe. Sin embargo, uno de los aliados más poderosos del nuevo mandatario es la esperanza de un verdadero cambio y el positivismo que fluye de ésta. Los panameños estamos convencidos de que los buenos principios, los valores éticos y morales, serán el cimiento para la sociedad panameña que todos anhelamos para nuestros hijos. Con ello, no importan las cortapisas, lo nudos, los entuertos y las trampas administrativas, porque todos respaldarán a los verdaderos “cincinatos panameños” en la ardua labor de convertirnos en un mejor Panamá.
(fdelgado@panama-lawyer.net)
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