Forjando atractivos turísticos
El tercer proyecto, la reconstrucción del Camino Real desde el Puente del Rey en Panamá la Vieja hasta Portobelo en el Caribe, la Ruta del Oro, por donde desfiló la mayor cantidad del preciado metal en la historia de la humanidad.
- Jaime Figueroa Navarro
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- - Publicado: 19/9/2020 - 12:00 am

Puente del Rey, obra representativa de la época colonial, empleada como ruta de acceso a la ciudad. Comunicaba con el Camino Real y cruzaba el antiguo Río Gallinero, hoy Río Abajo. Foto: Epasa.
En nuestra columna anterior, cubriendo el temario de turismo pospandemia, anotamos cuatro proyectos que rebosarían el vacío en ocupación hotelera, y más, emprendiendo una época de fértil turismo jamás vivida en nuestro medio.
Por falta de espacio solamente pulsamos el primer y más importante señuelo, la creación de un parque ecológico, el mayor del mundo, en las riberas de las nuevas esclusas de Cocolí en el Canal de Panamá, complementado con un nuevo centro de visitantes que le haga honra a su expansión durante tutela istmeña.
Tomando París como ejemplo, la capital gala goza de 40 millones de visitantes anuales. Los atractivos de mayor magnetismo son: Euro Disney, 15 millones; catedral de Notre Dame, 14 millones; Museo de Louvre, 8 millones y la Torre Eiffel, 6 millones.
Asimismo, tendríamos que cuantificar en Panamá el crecimiento relativo del número de visitantes por atracción, elevando significativamente la afluencia de turistas con la creación de noveles emprendimientos en un entorno que le hace falta todo para convertirse en el magnate de la región.
La cifra actual de 2 millones de visitantes anuales resulta vergonzosa, pero realista, dada la ausencia de brillo y cariño en nuestra oferta, que cuenta con aristas como "turismo de compras", que consta en transportar centroamericanos de escasos recursos a Albrook para adquirir chucherías pasadas de moda a precios de suelo. Esto, no es turismo ni es la base de lo que aspiramos.
Nuestro primer proyecto, que ya cubrimos la semana pasada, elevando la relevancia universal del canal con un gigante bicéfalo en Cocolí, aspiraría solito a triplicar la afluencia del turismo de 2 a 6 millones de visitantes anuales.
El segundo proyecto aspira a la reconstrucción de las ruinas de Panamá La Vieja, recreando la ciudadela colonial de mayor relevancia durante los inicios de los 400 años del imperio español. Este esquema de inversión público-privado, como todos los que presentamos, permitirá al visitante la experiencia de respirar, procrear, vivir la experiencia de la colonia como ningún otro atractivo continental.
Si la Catedral de Notre Dame atrae 15 millones de visitantes anuales, Panamá La Vieja, hermosa, retocada con sus calles empedradas y carruajes de la época, acicates gastronómicos y hostales de lujo, con un galeón como aliciente marino y espectáculos que reflejen las vivencias coloniales, podría fácilmente aspirar a un 20% de lo de allá, del otro lado del Atlántico, o sea, unos 3 millones de visitantes.
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El tercer proyecto, la reconstrucción del Camino Real desde el Puente del Rey en Panamá la Vieja hasta Portobelo en el Caribe, permitirá al visitante el peregrinaje, a pie, en bicicleta o carretas guiadas a caballo para los minusválidos o adultos mayores, de océano a océano en lo que se denomina la Ruta del Oro, por donde desfiló la mayor cantidad del preciado metal en la historia de la humanidad.
A la usanza del camino de Santiago de Compostela, hostales, refectorios y sitios de atractivo en arquitectura colonial a lo largo de la ruta, sellando con atractivas y multicolores cuñas un pasaporte que sería entregado al visitante al inicio de la jornada.
Bien trazado, con tintes carismáticos como el cruce del lago Alhajuela en ruta, con chalupas y personajes con ropajes de la época, seguro y aseado, refrescante muestrario de nuestra ecología, apostaría por un millón de andariegos anuales.
El cuarto proyecto vislumbra el trazado de la senda del cerro Pechito Parao en Darién, desde cuya cumbre Balboa ojea la majestuosidad del Mar del Sur reflejado en el golfo de San Miguel. El traslado desde ciudad de Panamá hasta Santa Fe, posteriormente cruzando Cucunatí, acampando en hostales en sus faldas, en el poblado de Quebrada Eusebio, rodeado de plantaciones de cacao, resulta en una vivencia única para aventureros.
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El relativamente fácil escalamiento, de unas dos horas de duración a través de fastuosos senderos selváticos, permite oxigenar el alma anterior al ascenso a su cumbre. Vivir la hazaña de Balboa, el descubrimiento más importante de la historia, atraería medio millón de escaladores.
En su totalidad, la implementación de estos 4 proyectos sobrepasa la suma de 10 millones de visitantes anuales, creando la base para un emporio turístico como ningún otro en la región.
Líder empresarial.
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