Gigantes del Alma: Emilio Mira y López
... sobre esto que ha venido aconteciendo en las últimas horas en donde dos personajes políticos se agreden verbalmente y, según se ha dicho también, la agresión trascendió a lo físico. Sin duda alguna, esto no le hace bien a la Patria, no le hace bien al carácter nacional, a la identidad del ser nacional.
- Silvio Guerra Morales
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- - Publicado: 15/10/2021 - 12:00 am
La Historia de Panamá es rica en hechos y acontecimientos que han marcado hitos inobjetables que hacen, de manera incontrovertible, a nuestra verdadera identidad nacional. En ese orden, confieso, pecado sería pasar por inadvertido que la personalidad y el carácter de cada conciudadano, el verdadero ser nacional, se afinca o asienta en hechos, precedentes y sucesos, que de una u otra manera, están grabados en nuestra inteligencia histórica y que han dado perfil a la esencia del ser panameño.
Con lo cual, lo que quiero decir, es que existen hechos y acontecimientos, casi innumerables, de los cuales podemos decir con orgullo, lejos de toda soberbia y vanidad, que los panameños tenemos que sentirnos muy orgullosos de nuestro abolengo, de nuestra historia, de nuestra Patria, de nuestra panameñeídad.
Cómo, luego, soslayar en el análisis del ser nacional, del ser ciudadano, que venimos o procedemos de hombres y mujeres, verdaderamente hidalgos valientes. Cómo omitir, en ese devenir histórico, a un valiente Urraca, a Victoriano Lorenzo, Felipillo, Bayano.
Cómo perder de vista a un Ricardo J. Alfaro, a Don Justo Arosemena, Belisario Porras, Gil Colunje, Arnulfo Arias, Omar Torrijos H. Y si de mujeres se trata, hacer mención de Rufina Alfaro, Amelia Denis de Icaza, María Olimpia de Obaldía, María Ossa de Amador, Clara González, Sara Sotillo, Esther Neira de Calvo, Marta Matamoros, Gumercinda Páez, Reina Torres de Araúz, etc. Nuestra lista sería innumerable. ¿Cómo omitir especial consideración a los grandes líderes o caudillos que fueron moldeando, cada uno en su arte, con sus acciones, otros con su prosa y poesías, o en el ejercicio en la vida pública, en el trabajo o en la cátedra, nuestra fisonomía?
Nuestro acontecer nacional está plagado de actos heroicos, dignos de admiración y de alta estima en el concierto de las naciones. No perdamos esto de vista. Y si hay que seleccionar un hito histórico para enarbolar ese orgullo nacional, tarea difícil, pero yo escogería, sin duda alguna, a los muchachos y las muchachas que hicieron del 9 de Enero una gesta histórica, imborrable e inolvidable que determinaría los destinos y el camino a seguir de esas futuras generaciones que sobrevendrían después y de la cual, orgullosamente, formamos parte.
Es tan atractiva nuestra historia, nuestro abolengo como nacionales de esta República, que deberíamos sentirnos altamente orgullosos de los hombres y mujeres que ayudaron a fortalecer el sentido de lo nacional y lo patriótico dentro de nosotros. Ricardo Miro, el bardo nacional, en su lírica a la Patria, nos enseña que el amor a la patria casi es tan igual como el amor a la madre, porque como diría algún poeta de ambas recibimos bien, de ambas recibimos protección y tutela.
Sirva lo anteriormente expresado como introito, sobre esto que ha venido aconteciendo en las últimas horas en donde dos personajes políticos se agreden verbalmente y, según se ha dicho también, la agresión trascendió a lo físico.
Sin duda alguna, esto no le hace bien a la Patria, no le hace bien al carácter nacional, a la identidad del ser nacional. Sin embargo, tampoco puedo soslayar un concepto que aprendí del célebre psiquiatra cubano/español D. Emilio Mira y López, cuando en su obra "Los cuatro Gigantes del Alma" , refiriéndose al miedo, la ira, el amor y el deber, analizaba que el hombre es gobernado, de manera súbita, a veces hasta pasajera e instantánea, por arrebatos de estados ab irato –ira- que generan o desatan las intensas emociones, arraigadas pasiones, martirizantes celos y amores enfermizos.
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Ante un escenario de esta índole, pregunto: ¿Tendremos nosotros la osadía para levantar el dedo y acusar a uno y al otro? Creo que el escenario de cosas en que se produce la alteración de los ánimos, en donde el uno es acusado y el otro se presenta como testigo de cargos en contra del acusado, fue un verdadero caldo de cultivo para la ira y el desdén, para el odio y la agresión.
Pasada la desavenencia y caracterizada por acusaciones recíprocas ante las fiscalías, la alta dosis de agresión y obscenidad que connotó los dimes y diretes, con la intervención de terceros, quienes hacían gala del singular y ofensivo discurso, respaldando ya sea al uno o al otro, reitero, no creo que tengamos la osadía de levantar el dedo y acusar a uno ni a otro por las incidencias dadas.
En todo caso, el exmandatario: victimizado por un juicio penal que no tiene razón plausible, moral ni jurídica, para que se repita y que lo antecede una sentencia absolutoria o de no culpabilidad; frente a testigos de cargo a quienes, no pocos, les antecede la malquerencia y la enemistad personal y política frente al acusado, no cabe duda alguna que Don Emilio Mira y López, sería el primero en salir a la defensa del exmandatario.
Sin embargo, lo que sí tenemos que corregir y concluir, de manera ineludible, es que no podemos caer victimizados por las malas pasiones ni de las súbitas emociones. Por ello, Dios, El Creador sumo, nos ha dado la poderosa razón y la capacidad de poder desterrar las malas acciones de nuestras vidas y hacer que germinen las buenas acciones.
No me atrevo a culpar a nadie porque Dios no nos ha puesto como jueces de los demás. Pero tomo las palabras de uno de los involucrados quien decía que comprendía al expresidente Martinelli, porque con los hijos de Martinelli detenidos fuera de Panamá y enfrentando procesos penales en otros países –sostenía-, le daba lástima y compasión con el exmandatario. Inclusive, hasta llegó a bendecirlo.
Si esto es cierto o no, no me consta, me refiero a que si realmente sentía compasión por el expresidente Martinelli, pero todo indica que tales palabras, lejos de una real solidaridad, tenían otra intencionalidad, muy distante de la muestra de comprensión y compasión.
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Por ello, no es de extrañar que el pueblo se ha puesto al lado del exmandatario quien ha sido y lo sigue estando, perseguido, vituperado, injuriado, calumniado a diario, y, en razón de ello, se ha puesto al lado, en la esquina, del exmandatario.
Creo, honestamente, que no debemos hacer leña del árbol caído. El uno en total libertad, el otro víctima de un proceso repetido hasta la saciedad, en donde quien pierde es la institucionalidad Judicial de la Nación y perdemos como sociedad, como ente y como gente.
En consecuencia, se hace imperioso hacer un llamado a la cordura, a deponer intereses políticos y demagógicos, a permitir que fluya la transparencia, la institucionalidad, la objetividad y la imparcialidad del Derecho en medio de hechos y circunstancias que nos divorcian y nos distancian del verdadero carácter y sentir del ser nacional, de la verdadera identidad del hombre y la mujer panameña. ¡Dios bendiga a la Patria!
Abogado.
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