La crisis de los partidos políticos
En la superficie, el PRD aparenta ser el partido político más roído por la crisis debido a la intransigencia de los sectores que disputan el control político.
(Primera parte)
En la superficie, el PRD aparenta ser el partido político más roído por la crisis debido a la intransigencia de los sectores que disputan el control político. Sin embargo, si hundiéramos los dedos en la corteza de otros partidos observaremos que los mismos elementos –corrupción, disputas por el liderazgo, infiltración de grupos económicos de presión, alejamiento progresivo de los verdaderos problemas sociales del pueblo, predominio del clientelismo electoral, pobreza de soportes ideológicos y de programas actualizados– subyacen en los intersticios de más de una organización, es decir, funestos elementos que pueden estallar en poco tiempo.
El test más socorrido para definir la supremacía de los partidos panameños es representado por los que obtienen los primeros lugares en las elecciones generales. Sin embargo, no constituyen garantías de perdurabilidad en la adhesión popular, primero, por la vocación antirreeleccionista de los panameños; segundo, porque el pueblo se decepciona rápidamente al comprobar el desvanecimiento de las promesas de campaña con las realizaciones del partido gobernante. Los sectores populares de la sociedad civil están entrenados para cuestionar los incumplimientos en asuntos vitales como la inexistencia de agua potable, las reclamaciones de naturaleza gremial, la crisis del transporte público, el alza del costo de vida.
Gobierne quien gobierne, ellos y ellas, sobre todo ellas, salen a las calles y carreteras, agolpan piquetes, pintarrajean las paredes y los muros con grafitis adversos, fotografían las aguas servidas, reclaman la presencia instantánea de funcionarios, representantes y diputados para que escuchen y resuelvan sus problemas. La recurrencia de las protestas delata la inconformidad social contra los partidos políticos. Se recicla de esta manera el distanciamiento progresivo de los partidos que deben proteger de sus carencias básicas a la sociedad civil.
¿Cuáles son las razones del desentendimiento cada vez más profundo de los partidos y el pueblo? ¿Se necesitan nuevos dirigentes de partidos o de políticos independientes? ¿Qué causas bloquean la sintonía de partidos y pueblo?
La crisis de los partidos panameños se arrastra desde la separación de Colombia. Panamá heredó la división ideológica de conservadores y liberales. Esta herencia fue cultivada por los próceres del Istmo que tuvieron protagonismo ideológico de primer rango en Nueva Granada como Justo Arosemena, Gil Colunje, Guillermo Andreve, Tomás Herrera, dentro de las filas del liberalismo decimonónico.
Al estructurarse a principios del siglo XX el estado soberano, conservadores y liberales se alternaron en el ejercicio del poder. En el tumulto revolucionario de la guerra civil de los Mil Días, el abogado Belisario Porras asumió el liderazgo del liberalismo panameño. El talento poliédrico del doctor Porras como conductor de multitudes, conspirador, diplomático, jurista, estadista, lo llevó a la presidencia de la República en tres mandatos. Pero su persistencia personalista incubó disidencias en el liberalismo al momento de elegir candidatos presidenciales. El liberalismo entró a un proceso de fraccionalismo caudillista, que se atomizó en función de los nombres de los cabecillas de las distintas tendencias y corrientes.
El desgranamiento del liberalismo histórico de alguna manera agrietó, también, al conservadorismo y abrió espacios a movimientos opositores como Acción Comunal, y al intervencionismo militar que Manuel Amador Guerrero atajó la insurgencia del general Huertas, pero luego resucitó con Remón y Torrijos.
Arnulfo Arias marcó el parteaguas del conservadorismo y el liberalismo. Organizó un partido de raigambre nacionalista, pero su concepción del nacionalismo absorbió residuos xenófobos quizás resultado de la ósmosis de las ideologías europeas presentes en la Segunda Guerra Mundial. Doctor en Medicina graduado en la Universidad de Harvard, Arnulfo fue el primer caudillo contemporáneo de Panamá. Su hermano Harmodio Arias fue el gran jurista graduado en Oxford con una tesis sobre el Canal que abrió puertas para la panameñización futura.
Más que una doctrina, Arnulfo engendró un culto por su vigorosa y excéntrica personalidad que rompió los moldes de la estabilidad por la brevedad errática de sus gobiernos por motines y golpes de Estado. Su fuerte personalidad procreó odios y amores, adhesiones y rechazos que sobreviven a su desaparición física del escenario político. (Continuará)