La evaluación en el proceso de enseñanza y aprendizaje
Publicado 1999/11/08 00:00:00
- ACAN-EFE
Es de suma importancia conocer de todo conglomerado o grupo social, su procedencia y formas originales de existencia, a sí como las normas obligatorias de conducta que impone el Estado, la estructura de éste y las condiciones socioeconómicas y culturales que hacen posible la vida de los habitantes a través de la Educación.
El proceso de enseñanza y aprendizaje, involucra en su dinámica de gestión, una serie de patrones, normas y técnicas que a la postre serían responsables de las condiciones del producto que se obtenga. Entre los elementos que contiene todo sistema educativo moderno, la evaluación es el instrumento indispensable que al final del período, demuestra a las partes (docentes y estudiantes), "cómo aprendí, cuánto enseñé".
La Evaluación vista como el conjunto de operaciones que tiene por objeto determinar y valorar los logros alcanzados por los alumnos en el proceso de enseñanza-aprendizaje, con respecto a los objetivos planteados en los programas de estudio- es uno de los instrumentos que más ha sido objeto de atención durante los últimos años. Estas especulaciones, acerca de la esencia del concepto se deben en parte, a los diversos criterios e interpretaciones que imponen algunos docentes y centros de estudios.
Esta actividad, cuya acción se enmarca en gestionar la calidad del quehacer pedagógico, no debe ser interpretada igual como se está dando en la actualidad en el consentimiento de las autoridades educativas- ni como pretexto para juzgar y muy por lo contrario, condenar al alumno; sino como un paso de su proceso científico y bien intencionado, donde el educador y el alumno puedan apreciar en qué grado, logró este último (alumno), los aprendizajes en calidad de objetivo- que ambos perseguían.
Debería interpretarse como una actividad indispensable en el proceso educativo, que podrá proporcionar una visión clara de los errores para corregirlos, de los obstáculos para superarlos y de los aciertos para mejorarlos y promoverlos.
Desafortunadamente, nuestro sistema educativo aún contempla a través de su cuerpo docente- el sistema de evaluación con referencia a la norma. Anticuada práctica del modelo tradicional que clasificaba a los estudiantes de los diferentes grupos. Su metodología de meditación se basaba, generalmente en dos aspectos a saber: El éxito o el fracaso. Sólo había cabida para reconocer lo bueno, lo malo y se excluía lo regular.
La práctica de esta metodología nos lleva a la creación de un ambiente de rechazo entre las partes; siendo el estudiante el más afectado, especialmente en su autoestima. Aquí se daban actos de persecución, avasallamiento y por tanto, la pérdida de la dimensión de los valores. La Evaluación no debería ser un instrumento para castigar, acosar o someter al estudiante al patrón de conducta que mejor le parezca al docente.
La clase nueva de docentes que hoy se forman en los diferentes centros educativos, debe tener claro el rol de facilitador y su compromiso con la transmisión de contenidos positivos. Debemos utilizar métodos eficientes, y estar conscientes del criterio del hombre y la mujer que se está formando para enfrentar los nuevos retos. De aquí la importancia de la capacidad y destreza del educador para manejarse en este delicado campo.
La tarea es difícil, toda vez que el estudiante de hoy- probablemente por la metodología de enseñanza y evaluación- muestra poco interés y no se compromete con su propio aprendizaje, y muy por lo contrario, con su evaluación, por tanto no sabrá, en un momento dado, qué es lo que está aprendiendo, para qué le vaya a servir y en qué podrá aplicarlo. Seguramente, algunas de las técnicas del nuevo modelo educativo enraizadas en la hermenéutica y la mayéutica, entre otras, podrían ayudarnos a flexibilizar la metodología de evaluar el trabajo y rendimiento de los alumnos.
El proceso de enseñanza y aprendizaje, involucra en su dinámica de gestión, una serie de patrones, normas y técnicas que a la postre serían responsables de las condiciones del producto que se obtenga. Entre los elementos que contiene todo sistema educativo moderno, la evaluación es el instrumento indispensable que al final del período, demuestra a las partes (docentes y estudiantes), "cómo aprendí, cuánto enseñé".
La Evaluación vista como el conjunto de operaciones que tiene por objeto determinar y valorar los logros alcanzados por los alumnos en el proceso de enseñanza-aprendizaje, con respecto a los objetivos planteados en los programas de estudio- es uno de los instrumentos que más ha sido objeto de atención durante los últimos años. Estas especulaciones, acerca de la esencia del concepto se deben en parte, a los diversos criterios e interpretaciones que imponen algunos docentes y centros de estudios.
Esta actividad, cuya acción se enmarca en gestionar la calidad del quehacer pedagógico, no debe ser interpretada igual como se está dando en la actualidad en el consentimiento de las autoridades educativas- ni como pretexto para juzgar y muy por lo contrario, condenar al alumno; sino como un paso de su proceso científico y bien intencionado, donde el educador y el alumno puedan apreciar en qué grado, logró este último (alumno), los aprendizajes en calidad de objetivo- que ambos perseguían.
Debería interpretarse como una actividad indispensable en el proceso educativo, que podrá proporcionar una visión clara de los errores para corregirlos, de los obstáculos para superarlos y de los aciertos para mejorarlos y promoverlos.
Desafortunadamente, nuestro sistema educativo aún contempla a través de su cuerpo docente- el sistema de evaluación con referencia a la norma. Anticuada práctica del modelo tradicional que clasificaba a los estudiantes de los diferentes grupos. Su metodología de meditación se basaba, generalmente en dos aspectos a saber: El éxito o el fracaso. Sólo había cabida para reconocer lo bueno, lo malo y se excluía lo regular.
La práctica de esta metodología nos lleva a la creación de un ambiente de rechazo entre las partes; siendo el estudiante el más afectado, especialmente en su autoestima. Aquí se daban actos de persecución, avasallamiento y por tanto, la pérdida de la dimensión de los valores. La Evaluación no debería ser un instrumento para castigar, acosar o someter al estudiante al patrón de conducta que mejor le parezca al docente.
La clase nueva de docentes que hoy se forman en los diferentes centros educativos, debe tener claro el rol de facilitador y su compromiso con la transmisión de contenidos positivos. Debemos utilizar métodos eficientes, y estar conscientes del criterio del hombre y la mujer que se está formando para enfrentar los nuevos retos. De aquí la importancia de la capacidad y destreza del educador para manejarse en este delicado campo.
La tarea es difícil, toda vez que el estudiante de hoy- probablemente por la metodología de enseñanza y evaluación- muestra poco interés y no se compromete con su propio aprendizaje, y muy por lo contrario, con su evaluación, por tanto no sabrá, en un momento dado, qué es lo que está aprendiendo, para qué le vaya a servir y en qué podrá aplicarlo. Seguramente, algunas de las técnicas del nuevo modelo educativo enraizadas en la hermenéutica y la mayéutica, entre otras, podrían ayudarnos a flexibilizar la metodología de evaluar el trabajo y rendimiento de los alumnos.
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