Panamá
La falta de suministros básicos
Estudios científicos revelan hoy que el hambre es una fuerza de motivación más poderosa incluso que la sed.
- Arnulfo Arias O.
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- - Actualizado: 11/4/2023 - 12:00 am

Estudios científicos revelan hoy que el hambre es una fuerza de motivación más poderosa incluso que la sed. Pero, a pesar de esos estudios, la regla universal de tres, que aplica a todo ser humano, nos indica que se puede vivir hasta tres minutos sin aire, tres días sin agua y tres semanas sin comida; de allí que todo lo que es básico es importante. La falta prolongada de alimentos, y me refiero al hambre extrema, hace que hasta la moralidad del hombre sea flexible bajo esas circunstancias.
El sitio de Leningrado, ocurrido en entre 1941 y 1942, fue un laboratorio horrible de lo que esa carencia puede hacer a la moralidad del ser humano, cuando unas dos millones de personas fueron sometidas a un cerco de hambre por parte del ejército alemán, dirigido por la mente retorcida de Hitler. Era mejor -pensaba él- dejar que la población civil pereciera por inanición, que malgastar valiosos recursos en alimentarlos. Para su sorpresa, resistieron dentro de esa trinchera de muerte hasta por 900 días; pero, ¿a qué costo? Conforme fueron mermando las escazas provisiones, un hambre terrible se asentó en ellos; el llamado cerebro digestivo se hizo cargo de sus actos desde entonces, y sólo los movía una cosa: comer, alimentar las exigentes células del cuerpo que asumieron desde entonces el dominio de los hombres. Así, los cadáveres fueron pronto "aprovechados"; madres mataban a unos hijos para alimentar a otros con sus tiernas carnes. La moralidad, cuidadosamente orquestada por la sociedad humana por milenios, fue barrida en sólo meses, por la sombra de un apetito voraz y primitivo que asume el mando en esas circunstancias.
Viktor Frankle, sobreviviente de los campos de concentración nazi, nos relata cómo los prisioneros, incluido él, fueron poco a poco deformando sus espíritus, por la falta deliberada de la ingesta de alimentos. Lo único que podían tener en mente era la comida y, para procurársela, harían lo que fuera y a quien fuera. No les afectaba en lo más mínimo se testigos el dolor y el sufrimiento ajeno, mientras la cortina del hambre aumentaba el egoísmo y desnutría sus cuerpos lentamente. Los rezos, la misericordia, la compasión, quedaron todos allá afuera del cercado de los campos alambrados de concentración; esos sentimientos se hicieron como especie de recuerdo vago de una vida que no era ya posible para ellos; un mundo en el que la hambruna se hacía la mejor arma de sometimiento por parte de sus captores.
Por eso, la falta de satisfacción de las necesidades básicas, aunque no fueran nunca comparables con esas escenas anteriores que he pintado, comienza a cambiar al hombre en lo profundo de su personalidad, donde se va gestando a fuego lento la amargura y el resentimiento social. ¿Cómo podemos esperar que reaccione una madre que tiene hijos en la infancia todavía y que no puede tan siquiera realizarles el aseo personal, por falta de agua? ¿En qué podríamos criticar al padre de familia que sufre en carne propia pesadillas que viven los seres queridos de su hogar, que le reclaman solución en medio de una impotencia que no tiene límites? ¿Qué podemos nosotros decirle a una población que es sometida, por falta de una previsión urbana, a la carencia de ese líquido vital? En alguna forma, pareciera que esas urbanizaciones se encuentran bajo un sitio; como condenadas a sufrir una necesidad extrema como la falta de agua potable. A tal punto es importante el agua, que cualquier asentamiento humano primitivo buscaba siempre cercanía de alguna fuente antes de elevar sus chozas; primero agua, después techo y luego todo lo demás, era la regla. Así fue y así siempre será para nosotros como seres humanos, aunque ahora no sean ríos los que nos suministren ese líquido en nuestras ciudades, sino más bien las tuberías de acueductos. Privar al hombre de ese suministro, por falta de una planificación urbana, hará leones de cualquier oveja, porque lo primero que verán comprometido es el bienestar y la salud de sus familias.
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