La fundación Universidad de Panamá
- Redaccion
- - Publicado: 19/3/2001 - 12:00 am
La Fundación Universidad de Panamá cumple un papel muy jerarquizado en el campo, cada vez más desarrollado, de las organizaciones no gubernamentales. Para medir adecuadamente su importancia, hay que tener en cuenta que el ámbito en el cual se aplican sus reflexiones y sus acciones, es la Universidad de Panamá, institución símbolo, institución pionera, institución luminaria de la educación superior en nuestro país.
La Fundación se inspira en el pensamiento, en los ideales de los grandes panameños que hicieron realidad el sueño de la creación de la Universidad de Panamá. El tiempo, que cambia y desgasta a las personas y las cosas no han menguado el ideario de Harmodio Arias, de Octavio Méndez Pereira, de José Dolores Moscote, para quienes el futuro de Panamá y de los panameños debía encontrar su fragua en la Universidad.
La Fundación, creada en 1995, está dirigida a promover y gestionar apoyo financiero para alcanzar los fines académicos, artísticos y científicos de nuestra primera casa de estudios. Para todos los panameños y panameñas interesados en el florecimiento de la cultura nacional, tiene trascendencia y significado la Asamblea Anual de Síndicos que tuvo lugar el día 6 de este mes, por cuanto significa para el futuro de la Fundación y de la Universidad de Panamá.
En ese cónclave se destacó la labor realizada por el Dr. Gustavo García de Paredes, ex rector y primer presidente de la Asamblea General de Síndicos, del licenciado Raúl Brostella, presidente saliente de la Fundación, quien en esa fecha finalizó su mandato y del Dr. Juan R. Morales, Director Ejecutivo, quien continuará desempeñando el cargo con el mismo entusiasmo y consagración de siempre.
El rector de la Universidad de Panamá, Mgtr. Julio Vallarino Rangel, al abrir la Asamblea, hizo señalamientos importantes. Aludió en primer término a la pertinencia que debe tener el quehacer de la Universidad con la sociedad a la cual pertenecemos. "Ser pertinente -dijo- es cuando se resuena con la misma frecuencia de onda entre la Institución y la sociedad a la cual pertenece." En el mismo orden de ideas, el rector Vallarino Rangel sostiene que todo lo que hacen las Universidades tienen que hacerlo con calidad. Sobre el particular, aduce que hay que identificar en qué dirección hay que mostrar esa calidad, que no es otra que la dirección requerida por la sociedad.
La Asamblea Anual de Síndicos de la Fundación ha dado un impulso renovador a la Fundación y por ende a la Universidad, al elegir como su nuevo presidente al arquitecto Octavio Méndez Guardia, figura representativa de los mejores valores cívicos, profesionales y académicos de la inteligencia panameña. La evocación de su nombre hace aflorar en los claustros universitarios las enseñanzas revitalizadas de su ilustre progenitor, el Dr. Octavio Méndez Pereira.
La Fundación abre un nuevo horizonte de esperanzas a la Universidad en su afán de esparcir cultura y fomentar la solidaridad humana. El nuevo presidente practica el análisis, el método y la programación como pasos previos al proceso de ejecución. "Identifiquemos los elementos -dice Méndez Guardia-, luego hagamos programas y luego hagamos el acto de ejecutar."
Hace pocos meses me referí al problema del financiamiento de la Universidad de Panamá, movido por el efecto negativo de la sentencia dictada por la Corte Suprema de Justicia, el 9 de agosto de 2000, que declaró inconstitucional una frase del ordinal 1° del Artículo 63 de la Ley 11 de 1981, que disponía que el presupuesto asignado por el Estado a la Universidad "no podrá ser inferior al monto total de las partidas del año anterior". En esa oportunidad mencioné mi convicción de que la Universidad está comprometida a buscar y encontrar fuentes extraordinarias de financiamiento, así como a acrecentar y reforzar sus relaciones con el resto del país.
La educación superior debe tener más de una forma de financiamiento. Ese financiamiento debe ser "público", no sólo en el sentido de que anualmente le son asignados fondos del Estado, sino también en el sentido de que el pueblo panameño, se sienta motivado a darle a la Universidad los medios que necesita para cumplir a cabalidad sus funciones.
Para enaltecer la cultura nacional, es vital reafirmar la autonomía jurídica, académica y administrativa de la Universidad de Panamá. Paralelamente, su constante crecimiento, reclama, que se le den los medios para acrecentar su patrimonio mediante los aportes del Gobierno y las contribuciones de fuentes privadas. Quienes más comprometidos están en el proceso de consolidar una sólida autarquía económica a la Universidad, somos los millares de profesionales egresados de esa alta casa de estudios durante los últimos doce lustros.
La Universidad no debe verse afectada por las dificultades económicas y financieras que atraviesa el país. Desde luego, la Universidad no puede existir y funcionar como una isla dentro del Estado. Todo lo contrario, su inserción en la realidad nacional debe ser fuerte. Pero es legítima la aspiración de que el presente y el futuro de nuestra primera institución universitaria, tenga una adecuada salvaguarda frente a las amenazas originadas en la desaceleración económica, en la pobreza y en toda suerte de dificultades que le están haciendo la vida dura a una porción considerable del pueblo panameño. Si la Universidad se viera afectada financiera y espiritualmente por los problemas económicos del país, que todos esperamos sean coyunturales, tendríamos que admitir que se vería comprometida la misma capacidad del país de hacerle frente a futuras necesidades, a futuros peligros, a futuros problemas.
Me refiero a los aspectos financieros y espirituales, porque son los que constituyen el núcleo de la acción que caracteriza a la Fundación Universidad de Panamá. Está de más mencionar, que una situación financiera adecuada es condición indispensable para que la Universidad de Panamá continúe disponiendo de los medios y de los instrumentos que le permitan satisfacer los requerimientos modernos de una educación superior a la altura de los tiempos.
Efectivamente porque el país vive tiempos difíciles, la Fundación Universidad de Panamá cumple un papel de importancia en reflexionar y actuar con base a una "ética de tiempo". Se impone actuar a tiempo para que la Universidad de Panamá, además de salvarse de las amenazas del empobrecimiento y la carestía, esté en condiciones de hacer las previsiones fundamentales en materia tecnológica, científica y moral.
La Fundación Universidad de Panamá tiene hoy en día una excepcional pertinencia histórica. A través de sus esfuerzos para estimular la solidaridad de todos los sectores del país con la Universidad, la Fundación está impulsando la cohesión de la sociedad panameña y luchando contra los peligros de la exclusión. Nada más y nada menos. Es justo reconocer que la Fundación está haciendo esfuerzos positivos para que el ideal democrático que impregnó la creación de la Universidad de Panamá, no se debilite, no decaiga, no deje de promover un destino superior para la República.
Como otros ciudadanos, soy particularmente sensible a los objetivos y al desempeño de la Fundación Universidad de Panamá, porque conozco sus aspiraciones de conservar el legado de los fundadores de nuestra más alta casa de estudios y de acrecentarlo. Creo firmemente que esa aspiración y su realización, es una de las mejores formas de hacer cada día más diáfano y promisorio el futuro de Panamá y de los panameños.
La Fundación se inspira en el pensamiento, en los ideales de los grandes panameños que hicieron realidad el sueño de la creación de la Universidad de Panamá. El tiempo, que cambia y desgasta a las personas y las cosas no han menguado el ideario de Harmodio Arias, de Octavio Méndez Pereira, de José Dolores Moscote, para quienes el futuro de Panamá y de los panameños debía encontrar su fragua en la Universidad.
La Fundación, creada en 1995, está dirigida a promover y gestionar apoyo financiero para alcanzar los fines académicos, artísticos y científicos de nuestra primera casa de estudios. Para todos los panameños y panameñas interesados en el florecimiento de la cultura nacional, tiene trascendencia y significado la Asamblea Anual de Síndicos que tuvo lugar el día 6 de este mes, por cuanto significa para el futuro de la Fundación y de la Universidad de Panamá.
En ese cónclave se destacó la labor realizada por el Dr. Gustavo García de Paredes, ex rector y primer presidente de la Asamblea General de Síndicos, del licenciado Raúl Brostella, presidente saliente de la Fundación, quien en esa fecha finalizó su mandato y del Dr. Juan R. Morales, Director Ejecutivo, quien continuará desempeñando el cargo con el mismo entusiasmo y consagración de siempre.
El rector de la Universidad de Panamá, Mgtr. Julio Vallarino Rangel, al abrir la Asamblea, hizo señalamientos importantes. Aludió en primer término a la pertinencia que debe tener el quehacer de la Universidad con la sociedad a la cual pertenecemos. "Ser pertinente -dijo- es cuando se resuena con la misma frecuencia de onda entre la Institución y la sociedad a la cual pertenece." En el mismo orden de ideas, el rector Vallarino Rangel sostiene que todo lo que hacen las Universidades tienen que hacerlo con calidad. Sobre el particular, aduce que hay que identificar en qué dirección hay que mostrar esa calidad, que no es otra que la dirección requerida por la sociedad.
La Asamblea Anual de Síndicos de la Fundación ha dado un impulso renovador a la Fundación y por ende a la Universidad, al elegir como su nuevo presidente al arquitecto Octavio Méndez Guardia, figura representativa de los mejores valores cívicos, profesionales y académicos de la inteligencia panameña. La evocación de su nombre hace aflorar en los claustros universitarios las enseñanzas revitalizadas de su ilustre progenitor, el Dr. Octavio Méndez Pereira.
La Fundación abre un nuevo horizonte de esperanzas a la Universidad en su afán de esparcir cultura y fomentar la solidaridad humana. El nuevo presidente practica el análisis, el método y la programación como pasos previos al proceso de ejecución. "Identifiquemos los elementos -dice Méndez Guardia-, luego hagamos programas y luego hagamos el acto de ejecutar."
Hace pocos meses me referí al problema del financiamiento de la Universidad de Panamá, movido por el efecto negativo de la sentencia dictada por la Corte Suprema de Justicia, el 9 de agosto de 2000, que declaró inconstitucional una frase del ordinal 1° del Artículo 63 de la Ley 11 de 1981, que disponía que el presupuesto asignado por el Estado a la Universidad "no podrá ser inferior al monto total de las partidas del año anterior". En esa oportunidad mencioné mi convicción de que la Universidad está comprometida a buscar y encontrar fuentes extraordinarias de financiamiento, así como a acrecentar y reforzar sus relaciones con el resto del país.
La educación superior debe tener más de una forma de financiamiento. Ese financiamiento debe ser "público", no sólo en el sentido de que anualmente le son asignados fondos del Estado, sino también en el sentido de que el pueblo panameño, se sienta motivado a darle a la Universidad los medios que necesita para cumplir a cabalidad sus funciones.
Para enaltecer la cultura nacional, es vital reafirmar la autonomía jurídica, académica y administrativa de la Universidad de Panamá. Paralelamente, su constante crecimiento, reclama, que se le den los medios para acrecentar su patrimonio mediante los aportes del Gobierno y las contribuciones de fuentes privadas. Quienes más comprometidos están en el proceso de consolidar una sólida autarquía económica a la Universidad, somos los millares de profesionales egresados de esa alta casa de estudios durante los últimos doce lustros.
La Universidad no debe verse afectada por las dificultades económicas y financieras que atraviesa el país. Desde luego, la Universidad no puede existir y funcionar como una isla dentro del Estado. Todo lo contrario, su inserción en la realidad nacional debe ser fuerte. Pero es legítima la aspiración de que el presente y el futuro de nuestra primera institución universitaria, tenga una adecuada salvaguarda frente a las amenazas originadas en la desaceleración económica, en la pobreza y en toda suerte de dificultades que le están haciendo la vida dura a una porción considerable del pueblo panameño. Si la Universidad se viera afectada financiera y espiritualmente por los problemas económicos del país, que todos esperamos sean coyunturales, tendríamos que admitir que se vería comprometida la misma capacidad del país de hacerle frente a futuras necesidades, a futuros peligros, a futuros problemas.
Me refiero a los aspectos financieros y espirituales, porque son los que constituyen el núcleo de la acción que caracteriza a la Fundación Universidad de Panamá. Está de más mencionar, que una situación financiera adecuada es condición indispensable para que la Universidad de Panamá continúe disponiendo de los medios y de los instrumentos que le permitan satisfacer los requerimientos modernos de una educación superior a la altura de los tiempos.
Efectivamente porque el país vive tiempos difíciles, la Fundación Universidad de Panamá cumple un papel de importancia en reflexionar y actuar con base a una "ética de tiempo". Se impone actuar a tiempo para que la Universidad de Panamá, además de salvarse de las amenazas del empobrecimiento y la carestía, esté en condiciones de hacer las previsiones fundamentales en materia tecnológica, científica y moral.
La Fundación Universidad de Panamá tiene hoy en día una excepcional pertinencia histórica. A través de sus esfuerzos para estimular la solidaridad de todos los sectores del país con la Universidad, la Fundación está impulsando la cohesión de la sociedad panameña y luchando contra los peligros de la exclusión. Nada más y nada menos. Es justo reconocer que la Fundación está haciendo esfuerzos positivos para que el ideal democrático que impregnó la creación de la Universidad de Panamá, no se debilite, no decaiga, no deje de promover un destino superior para la República.
Como otros ciudadanos, soy particularmente sensible a los objetivos y al desempeño de la Fundación Universidad de Panamá, porque conozco sus aspiraciones de conservar el legado de los fundadores de nuestra más alta casa de estudios y de acrecentarlo. Creo firmemente que esa aspiración y su realización, es una de las mejores formas de hacer cada día más diáfano y promisorio el futuro de Panamá y de los panameños.
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