Los ciegos condenan sin titubear
- Mons. Rómulo Emiliani cmf.
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Cuando Pablo cuidaba los mantos de los que tiraban las piedras para matar al primer mártir del cristianismo san Esteban, la gente enfurecida creía hacía un bien porque Esteban estaba proclamando que Jesús estaba a la derecha del Padre y era igualmente Dios. Esteban estaba lleno del Espíritu y estaba profetizando, siendo testigo del Reino de la manera más evidente. Estos asesinos públicamente realizaban un crimen espantoso, pero creían que así defendían al Dios verdadero. Esteban siguió el ejemplo de Jesús y murió perdonando a sus agresores. En la historia de la Iglesia hemos tenido millones de mártires en todas las culturas y regiones, asesinados por la ceguera de gente que creía hacía un bien al realizar horrendos crímenes. Nerón cantaba y componía poesías mientras observaba cómo quemaban vivos a los cristianos amarrados a palos por el hecho de ser discípulos de Cristo y acusados de quemar la ciudad de Roma. Nerón creyó la mentira, la calumnia tan espantosa de que los cristianos eran unos monstruos y se comían a los niños y hacían orgías. El diablo que es el Padre de la mentira promueve las falsedades más nefastas para destruir a la humanidad.
Pues eso sigue pasando todos los días en diferentes escalas y niveles. Por influencia de las tinieblas nos vamos cegando y creyendo hacer el bien defendiendo fanáticamente nuestras causas y fines, muchas veces hacemos daño. Por ejemplo: por proteger os intereses de un partido político o ideología vemos solo lo malo en los contrarios. No aceptamos nada que esté bien hecho en los que son nuestros rivales. Y por eso algunas contiendas terminan en guerras civiles, por ejemplo, entre conservadores y liberales, entre comunistas y capitalistas. Ha pasado entre católicos y protestantes, entre cristianos y musulmanes. Sigue pasando en el seno de las familias, entre matrimonios. De aquel amor, todo es odio ahora y la otra persona es totalmente mala.
Cuando Jesús fue asesinado el diablo se encargó primero de envenenar la mente de fariseos, saduceos, herodianos y zelotas. Estos fueron esparciendo en el pueblo un odio a Jesús inventando toda clase de calumnias. Desde comilón y bebedor, mentiroso y embaucador, querer ser rey, actuar movido por el diablo siendo el mismo jefe de los demonios, hasta blasfemo, hacerse pasar por Dios. Las mentiras se fueron propagando y creciendo, y al final todo el pueblo que antes había visto los milagros de Jesús y escuchado sus enseñanzas, gritaba y pedía la muerte de Jesús. Y el último engañado fue el imperio romano, que se creyó que Jesús quería ser rey y destronar al César. Por eso lo condenan a muerte en una cruz. Pidamos al Señor no permitir que la ceguera espiritual nos domine.
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