Comunicación
Mi opinión cuenta y la tuya también
- Guillermo A. Ruiz Q./Ingeniero y analista político
Siempre me impresiona como un tema llega a ser importante para nuestra sociedad. Los más politizados, ávidos de noticias y del quehacer nacional, pensamos muchas veces que
Siempre me impresiona como un tema llega a ser importante para nuestra sociedad. Los más politizados, ávidos de noticias y del quehacer nacional, pensamos muchas veces que cualquier declaración, entrevista, comentario bien o malintencionado tiene una repercusión inmediata en el pensamiento y análisis de los demás.
Es más, en la era de las redes sociales hay quienes aducen que un buen manejo de las mismas logrará que una marca o una persona pueda mantener una buena imagen, sofocar una crisis, contener un daño, etc. Resulta que, según estos, las redes sociales han asumido papeles comunicacionales y dan posibilidades de penetración en las mentes y comportamientos sociales que aún no logran ni la televisión ni la radio o medios impresos.
La verdad, al menos en nuestra muy caribeña sociedad, es que vivimos del día a día. Del comentario fácil y que no requiera mucho análisis para poder parecer enterado de lo último a la hora de comentar una “información”.
Llevo varios años escribiendo estas columnas y a veces me pregunto si, más allá de la catarsis personal de exteriorizar mis ideas, alguien toma nota para algo útil de las múltiples ideas que, como yo, expresamos a través de las columnas de opinión.
Esto lo digo porque tras las elecciones, casi todos los candidatos electos a los diferentes puestos han salido a solicitar a los electores ideas para iniciar su acción de gobierno.
Cientos de ciudadanos escriben en los periódicos, opinan en programas radiales, plantean alternativas en segmentos televisivos. Es increíble que aun así se pidan ideas. Lo que sobra son eso: ideas para la acción. Cosas sencillas, pero que pueden cambiar la calidad de vida de cientos de personas, sin complicaciones y en muchos casos hasta casi sin mayor costo para el erario público a la hora de implementar.
Es en este punto que me doy cuenta de cuán desconectada está nuestra clase política de lo que comenta el ciudadano común, y quizás por eso las campañas son tan costosas. Como no existe la costumbre de la rendición de cuentas periódica, los cabildos abiertos, las reuniones comunales, las líneas telefónicas para que el votante opine sobre cómo debe votar su representante, ya sea en el congreso o en un consejo municipal sobre una iniciativa; al no existir nada de eso, el político se excluye de la realidad de su elector y termina haciendo lo que le da la gana.
EN MUCHAS OCASIONES, NUESTROS POLÍTICOS CREEN QUE LOS CIUDADANOS SOMOS TONTOS, QUE NUESTRA OPINIÓN ES VÁLIDA SOLO PARA SER EMITIDA CUANDO VAN A NUESTRAS CASAS PARA PEDIR EL VOTO, PERO AL SER IRRELEVANTE, DECIDEN OLVIDAR TODO LO CONVERSADO DURANTE ESTE PERIODO.
Por eso, estas secciones de opinión en los periódicos terminan llenas de artículos casi todos relacionados con críticas a lo actuado por un político o un gobierno en particular.
El otro día me sorprendió ver a un trabajador de la construcción llamarle la atención a su compañero porque estaba pisando la línea amarilla en la estación del Metro. Me quedé pensando que estos ciudadanos no tienen Twitter ni Facebook y seguro no están pendientes de las campañas millonarias para que la gente actúe correctamente en este sistema de transporte. Lo que sí tengo claro es que en algún momento alguien le habló al primer trabajador sobre la utilidad de esa línea amarilla y estoy seguro de que luego de discutir el tema, se convenció para siempre que había que respetar su utilidad, y así se lo transmite a los demás.
Cuento esto porque en muchas ocasiones nuestros políticos creen que los ciudadanos somos tontos, que nuestra opinión es válida solo para ser emitida cuando van a nuestras casas para pedir el voto, pero al ser irrelevante, deciden olvidar todo lo conversado durante este periodo. De ahí viene la frase por parte de los votantes: “es que él se perdió todos estos años”.
Me ha tocado hablar con muchos políticos que aducen que el clientelismo los ha derrotado, que por más ligas deportivas que patrocinaron, el otro candidato tenía más dinero para gastar y por eso perdieron.
Yo creo que solo basta con que la gente esté convencida de que realmente los representa, que todo lo que opinan es tomado en cuenta. Ahí está la clave para no tener que gastar millones de dólares en una campaña que al final termina en una dolorosa y costosa derrota.
Yo recomiendo a los políticos actuales leer todos los artículos de opinión de los periódicos, establecer métodos de comunicación directa con sus electores, preguntar a sus electores a la hora de tomar una decisión o emitir un voto. Es sencillamente ser parte de la conversación de la tienda, del café, de la barbería, etc. Verán cómo de repente gastar millones en campañas será cosa del pasado.
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