Michel Ney (1769-1815)
- ABOGADO Y COMENTARISTA/Guillermo Márquez Briceño
Caros lectores: Hoy tenemos en el mariscal de Francia, Michel Ney otro impresionante ejemplo de los muchos que hay en la historia. Napoleón Bonaparte, tras escapar de la isla de Elba donde permanecía detenido, desembarcó en Fréjus, tierra firme gala desde donde inició su famosa marcha a París. A medida que avanzaba se le iba agregando gente. El gobierno francés, alarmado, designó al entonces General Ney para que, al mando de sus tropas, marchara a cerrarle el paso. Para fortuna de Napoleón, lo que hizo Ney fue sumársele por lo cual fue posible su entrada triunfal en París. En señal de aprecio y reconocimiento, motivó que Napoleón lo designara Mariscal de Francia, el cual se mantuvo a su servicio hasta la batalla de Waterloo. En ella, Ney actuó valientemente y hasta el heroísmo. Herido y ensangrentado, creyendo que perecería, le dijo a sus hombres: ?Ahora veréis cómo muere un mariscal de Francia?. No obstante, no murió.
Tras la caída de Napoleón, fue acusado de proscrito y condenado a muerte por fusilamiento. El presidente del tribunal que lo condenó, procedió a leerle la sentencia; pero antes de leer su nombre, comenzó a mencionar sus títulos, que eran muchos, y el mariscal lo interrumpió: ?Dejaos de tantos títulos, señor. Decid únicamente mi nombre, Michel Ney, el nombre de un soldado que dentro de poco se habrá convertido en un puñado de tierra?.
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