Neftalí Ricardo Reyes Basoalto
Publicado 2000/10/13 23:00:00
- Jaime A. Chávez Rivera
Neftalí Ricardo Reyes Basoalto decidió cambiar su nombre de pila hace casi 80 años. Durante poco más de medio siglo, supo arrancarle notas excepcionales, únicas, inéditas a la poesía: materia y sustancia vegetal de nuestra América.
A los 14 años escribió su primer poema en una postal a su madrastra y aún no conocía el mar.
Hijo de ferroviario, nació en un polvoso pueblo, de viñas encrespadas, llamado Parral, al sur de no pocas esperanzas. Temprano abandonó su pueblo natal, hacia Temuco, más al sur, frontera de la araucanía, zona de sangrienta conquista española, materia primigenia de sus sueños lluviosos, donde inició el vasto y largo río de la poesía americana.
Delgado, alto, provinciano, dolido de amores, con el título de bachiller, a los 17 años llega a la Estación Central, en Santiago, para seguir la carrera de profesor de francés en el Instituto Pedagógico.
A partir de allí, cuatro años después, cruzaría mar y cordillera, fronteras: todas las partidas y todos los retornos, el viajero inmóvil como le bautizara el crítico uruguayo, Emir Rodríguez Monegal, estaría dispuesto también a los regresos que le convocaban sus raíces y su chilenidad.
Cuando Neftalí Reyes parte a Rangún, como cónsul ad honorem de Chile, tenía 21 años y se llamaba Pablo Neruda. Había publicado Crepusculario, Veinte Poemas de Amor y una Canción desesperada y había escrito Tentativa del hombre infinito, poemario que editaría en 1933.
Las residencias en la Tierra de Asia, el dolor de España en el corazón, el retorno a Chile, -el exilio, el mundo por geografía y la poesía por patria-, Chile y América como materias esenciales, Pablo Neruda universaliza su poesía, humaniza al hombre, entra en la cotidianidad de las cosas con sus Odas elementales y todo el amor desde su Memorial de Isla Negra, donde abrazó y alberga hoy la casa de la poesía.
En 1971 obtuvo el Premio Nobel de Poesía, quien fuera desaforado como senador por su militancia comunista y viviera en la clandestinidad en 1948 en Chile. Diez años antes, en la tumba de su padre, en el lluvioso Temuco, inicia el Canto General, un camino hacia el humanismo, como señalara el propio Neruda.
Hace 27 años murió en Santiago de Chile, un 23 de septiembre de 1973, en una clínica, en circunstancias difíciles y dolorosas para el vate y Chile, en medio de un golpe de Estado, que llevó al suicidio en el Palacio de Gobierno al presidente de Chile, Salvador Allende, y una cruenta represión militar, que aun mantiene a miles de desaparecidos y un millón de chilenos en el exilio.
Su casa de Santiago, La Chascona, fue saqueada, inundada de agua, virtualmente destruida en su interior. El poeta sufría de un cáncer a la próstata, pero tenía planes y construía una nueva casa en Santiago. Salió de urgencia, en medio de un feroz Estado de Sitio, desde Isla Negra, camino a la clínica Santa María. En la carretera fue acosado por tropas militares. Ya días anteriores había sido visitado en su propia habitación en Isla Negra, cuando guardaba reposo. El había advertido poco días antes del golpe militar, que a Federico García Lorca como a él, no le salvaría su fama, si llegaba al poder el fascismo.
El poeta fue doblemente premonitorio, porque nos aseguró que iba seguir viviendo.
Post Data: Acaba de lanzarse el cuarto tomo de sus Obras Completas en Barcelona, España, que incluirán mil páginas nuevas. Y en Valparaíso, se descubrió una placa, en la casa de Cervantes 18, Cerro Lecheros, donde vivió clandestino en un subterráneo, frente al mar.
A los 14 años escribió su primer poema en una postal a su madrastra y aún no conocía el mar.
Hijo de ferroviario, nació en un polvoso pueblo, de viñas encrespadas, llamado Parral, al sur de no pocas esperanzas. Temprano abandonó su pueblo natal, hacia Temuco, más al sur, frontera de la araucanía, zona de sangrienta conquista española, materia primigenia de sus sueños lluviosos, donde inició el vasto y largo río de la poesía americana.
Delgado, alto, provinciano, dolido de amores, con el título de bachiller, a los 17 años llega a la Estación Central, en Santiago, para seguir la carrera de profesor de francés en el Instituto Pedagógico.
A partir de allí, cuatro años después, cruzaría mar y cordillera, fronteras: todas las partidas y todos los retornos, el viajero inmóvil como le bautizara el crítico uruguayo, Emir Rodríguez Monegal, estaría dispuesto también a los regresos que le convocaban sus raíces y su chilenidad.
Cuando Neftalí Reyes parte a Rangún, como cónsul ad honorem de Chile, tenía 21 años y se llamaba Pablo Neruda. Había publicado Crepusculario, Veinte Poemas de Amor y una Canción desesperada y había escrito Tentativa del hombre infinito, poemario que editaría en 1933.
Las residencias en la Tierra de Asia, el dolor de España en el corazón, el retorno a Chile, -el exilio, el mundo por geografía y la poesía por patria-, Chile y América como materias esenciales, Pablo Neruda universaliza su poesía, humaniza al hombre, entra en la cotidianidad de las cosas con sus Odas elementales y todo el amor desde su Memorial de Isla Negra, donde abrazó y alberga hoy la casa de la poesía.
En 1971 obtuvo el Premio Nobel de Poesía, quien fuera desaforado como senador por su militancia comunista y viviera en la clandestinidad en 1948 en Chile. Diez años antes, en la tumba de su padre, en el lluvioso Temuco, inicia el Canto General, un camino hacia el humanismo, como señalara el propio Neruda.
Hace 27 años murió en Santiago de Chile, un 23 de septiembre de 1973, en una clínica, en circunstancias difíciles y dolorosas para el vate y Chile, en medio de un golpe de Estado, que llevó al suicidio en el Palacio de Gobierno al presidente de Chile, Salvador Allende, y una cruenta represión militar, que aun mantiene a miles de desaparecidos y un millón de chilenos en el exilio.
Su casa de Santiago, La Chascona, fue saqueada, inundada de agua, virtualmente destruida en su interior. El poeta sufría de un cáncer a la próstata, pero tenía planes y construía una nueva casa en Santiago. Salió de urgencia, en medio de un feroz Estado de Sitio, desde Isla Negra, camino a la clínica Santa María. En la carretera fue acosado por tropas militares. Ya días anteriores había sido visitado en su propia habitación en Isla Negra, cuando guardaba reposo. El había advertido poco días antes del golpe militar, que a Federico García Lorca como a él, no le salvaría su fama, si llegaba al poder el fascismo.
El poeta fue doblemente premonitorio, porque nos aseguró que iba seguir viviendo.
Post Data: Acaba de lanzarse el cuarto tomo de sus Obras Completas en Barcelona, España, que incluirán mil páginas nuevas. Y en Valparaíso, se descubrió una placa, en la casa de Cervantes 18, Cerro Lecheros, donde vivió clandestino en un subterráneo, frente al mar.

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