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No existen los antivacunas. Existen los derechos humanos

... el mensaje se distorsiona y se contradice cuando se nos califica de activistas antivacunas que inventamos o divulgamos falsedades y se nos califica, inclusive, de criminales o delincuentes que deberíamos ser marginados y prohibírsenos la circulación para que no afectemos a los demás.

Silvio Guerra Morales - Publicado:

¿Quién ha dicho que el que no se ha vacunado y que anda por la calle, sea en recreación o trabajo, o por lo que sea, es porque está contagiado y contagiando? ¿De dónde sacan semejante conclusión? Foto: EFE.

Se han dado algunas críticas que llevan intenciones vedadas, perversas, dirigidas a quienes, simple y sencillamente, hemos exigido el respeto al principio de la autonomía de la voluntad del ser humano.

Dicho en sencillas y comprensibles palabras: solo Usted y nadie más que Usted, es quien puede decidir, con exclusión absoluta de cualquier otra persona o ente jurídico, todo aquello que se practique o haga sobre tu cuerpo, sea para bien o para mal, a tu favor o en tu contra.

Ello es así, se trata de un principio trascendente en el Derecho Privado y que irradia luz en todas las restantes ramas del Derecho, aún en el ámbito del ejercicio de los poderes públicos o del poder político.

Nadie puede violentar esa sagrada voluntad que se encuentra preconstituida como templo inviolable de cada ser humano en el que este resguarda el patrimonio de su propia dignidad. El ser humano, inclusive, está por encima del cosmos: Concepción antropocéntrica que contradice la concepción antropomórfica del hombre.

Una de las críticas que se han dado, consiste en señalar que todos aquellos que no quieran vacunarse por miedo temor o tal por incertidumbre, o porque hayan tenido alguna experiencia previa adversa o desagradable, puede ser comprensible, ya que es mejor tratar de convencer que imponer.

Hasta allí, conforme a los contenidos del enunciado, pareciera que el discurso se erige como verdadero. Pero el mensaje se distorsiona y se contradice cuando se nos califica de activistas antivacunas que inventamos o divulgamos falsedades y se nos califica, inclusive, de criminales o delincuentes que deberíamos ser marginados y prohibírsenos la circulación para que no afectemos a los demás. Vaya, debo decir que dichas así las cosas, esto constituye un asalto a la lógica y a la razón. Así no se ofende la inteligencia de los demás.

No es el mejor modo ni tampoco la manera de referirse respecto a quienes, lejos de toda comprensión por parte de todo emisor de este tipo de mensajes, solo hemos mantenido el discurso, millones en el mundo entero, de que no somos antivacunas, pues creemos en el poder efectivo de la vacuna, como por ejemplo: La vacuna en contra de la poliomielitis, de la varicela, el sarampión, la vacuna contra la fiebre amarilla, en fin. Vacunas que los científicos probaron, primeramente, en especies de animales y que, luego de dos lustros y más años, acreditaron, científicamente, ser efectivas para la salud del ser humano.

Lo que no creemos es en esta mal llamada "vacuna", que no es tal, y en donde hemos advertido que puesta una vacuna, ahora aconsejan una segunda dosis, tercera dosis, cuarta dosis, y lo peor del caso es que las propias bigpharma o grandes farmacéuticas, te vienen diciendo que no inmunizan, sino que te alivian y que es posible que no mueras, que aunque vayas a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), no te vas a morir y le mienten al país y al mundo.

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Pero, en este caso, hablo de la población panameña, vuelvo a repetir, el tema o la cuestión de fondo no está en una lectura de si se es o no antivacunas o provacunas, no, por allí no va la cuestión, la cuestión central, el eje del debate es el respeto pleno a los derechos humanos y entre ellos el respeto absoluto al principio de la autonomía de la voluntad que rige, máxime, en la salud humana.

En otro orden de ideas, ¿dónde quedan los derechos humanos? O es que en pro de una vacunación, hasta cierto extremo obsesiva y compulsiva, ¿vamos a pisotear los derechos humanos? La idea de que se encierren a los que no se vacunan, de que sean aislados es aberrante, es atroz, descabellada, prosaica, salvaje, y nos hace recordar los peores días del fascismo hitleriano, los peores días de esas experimentaciones de laboratorio por parte de médicos y científicos alemanes en la época de Hitler, en donde el ser humano era visto como un conejillo de indias hasta acabar, degradar, aniquilar su propio exterminio.

¿Quién ha dicho que el que no se ha vacunado y que anda por la calle, sea en recreación o trabajo, o por lo que sea, es porque está contagiado y contagiando? ¿De dónde sacan semejante conclusión?

Igual los vacunados que vuelven a contagiarse de la Covid/19. Luego, si esto es así, dónde queda la supuesta inmunización colectiva, la cual es un engaño perverso a la colectividad social, pues ¡no es cierta! Aun vacunados han llegado a UCI.

No harán muchos días cuando un medio de comunicación social escrito divulgó que según las estadísticas de los que se encuentran en la Unidad de Cuidados Intensivos, el 10% de ellos habían sido vacunados o inoculados.

¿De qué estamos hablando entonces?

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Sencillo: El discurso del aislamiento, de la discriminación laboral y social, grupal y familiar, es destructivo, perverso, y renegador del conjunto de derechos fundamentales que son inherentes, inalienables e intransferibles de todo ser humano, de la población, de los seres humanos. ¡Dios bendiga a la Patria!

Abogado

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