Panamá
No hay otros dioses
- Monseñor Rómulo Emiliani
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Quizá el pecado más reprochado, más señalado por su gravedad en el Antiguo Testamento es el de la idolatría.

Quizá el pecado más reprochado, más señalado por su gravedad en el Antiguo Testamento es el de la idolatría. La tentación de adorar dioses exrtraños de otros pueblos, o de fabricar dioses propios, como el becerro de oro en el desierto fue muy común en Israel. También esa tentación ha acompañado a los cristianos a lo largo de su historia. El becerro de oro hoy día es el de adorar imperios, ideologías, dinero, belleza o culto al cuerpo, o personas concretas como cantantes, deportistas. Cuando se eleva a divinidad una persona, idea, cultura, posesiones, naciones, razas, partido político, tradiciones y creencias religiosas, se cae en idolatría.
La idolatría te aparta del verdadero Dios. No se puede convivir con el Señor Padre, Hijo y Espíritu Santo, y los dioses del mundo. Él no lo permite. " Denle a Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César"; esta frase tiene toda la actualidad, porque es Palabra de Dios. Amar al auténtico Dios y querer amar a los falsos dioses no es posible.
Se termina dejando al Señor y se sigue el camino de la maldad, adorarando a los dioses de barro. Además el Señor no puede convivir en el corazón de un ser humano con dioses falsos ocupando el trono de Él. Jesús mismo lo dice, que no se puede servir a Dios y a las riquezas. El Señor no puede compartir su trono en el corazón de un ser humano con un dios falso.
Por culpa de las idolatrías han venido al mundo muchas de sus calamidades. La destrucción de gran parte de Europa en la segunda guerra mundial vino porque hubo uno que se creyó dios e hizo ver que su partido, el nacional socialismo era parte de la divinidad, y que la raza aria, pura y perfecta, era superior a todas las demás razas del mundo. Por eso se podía encarcelar, apresar en grandes campos de concentración a millones de personas, judíos, gitanos, personas con defectos físicos, y eliminarlos.
Por eso podían invadir países y someter a sus ciudadanos a un régimen de terror. Por otro lado el narcotráfico tiene el dinero como un dios y por eso cree que ese dios falso le permite, le autoriza a sus adoradores matar a quien sea con tal de mantener la posesión de esas riquezas mal habidas. Estos dos últimos ejemplos entre muchos nos hacen ver que las idolatrías hacen mucho daño a la humanidad. Si todos adoráramos al único Dios en tres personas, y lo amáramos con todo el corazón, no habrían tantas desgracias en el mundo. Seríamos en verdad felices, y en la humanidad reinaría la justicia, la paz, la solidaridad, la fraternidad. Y se respetaría la vida siempre.
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