Ostrakon moderno
- César Quintero Sánchez
Hacia el final del siglo VI a.C., la ciudad estado de Atenas destituyó a la serie de mezquinos dirigentes y empresarios que dominaba la política local hacía décadas.
Pero en el ejercicio de tal Democracia diseñaron un método efectivo para librarse de aquellos que representaban amenazas o se habían enriquecido o maltratado al pueblo. De tal manera que los ciudadanos encontraron una forma racional y menos brutal que la horca o el hacha, para lidiar con los egoístas crónicos. Cada año se reunían en la plaza central y escribían sobre un trozo de cerámica, un ostrakon, el nombre del individuo al que querían desterrar de la ciudad por 10 años. Si un nombre determinado aparecía en seis mil votos, esa persona era exilada al instante, sin importar a qué clase social perteneciera. Si nadie obtenía los seis mil votos, la persona que acumulara la mayor cantidad de ostraka con su nombre, sufriría por 10 años el ostracismo impuesto por la comunidad.
Ustedes se imaginan si acá en Panamá nos atreviéramos a realizar este ejercicio periódico, solicitándole, por ejemplo, a todo el pueblo a que durante los próximos carnavales escriba en una papeleta diseñada para este menester por la sociedad civil, los nombres de las cien personas, nacionales o extranjeros, que a lo largo de los últimos 50 años, sienten nuestros conciudadanos que le han perjudicado con su mala actuación en el mundo político, empresarial, obrero, profesional, etc. y la deposite en unas urnas custodiadas por las Iglesias,
Una vez realizado el conteo, se procedería a definir quiénes son los 20 más votados y, por consiguiente, merecedores a las siguientes sanciones por parte del pueblo, en el ejercicio real de su soberanía y poder, que se cacarea que reside en el mismo.
El destierro no sería una medida que podamos aplicar en el mundo de hoy, pero sí podríamos confiscar todas sus dineros depositados dentro y fuera de Panamá, sus propiedades de la ciudad y del interior del país, autos, aviones, lanchas, helicópteros y todo lo que ha sido obtenido en forma fraudulenta, a costa del sudor y la sangre de nuestras generaciones. El castigo incluiría la asignación por parte del Estado de una mensualidad de lo que corresponde al salario mínimo y la prohibición a ocupar puestos de elección popular y cargos por designación a nivel del gobierno y de la empresa privada, lo mismo que pertenecer a algún club, logia, secta, grupo sectario o partido político, todo esto durante los próximos 10 años.

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