Deficiencias
¿Para qué sirve la Caja de Seguro Social?
¿Representa los intereses y aspiraciones de quienes religiosamente hacemos nuestras aportaciones a este sistema? Está claro que no se trata únicamente de un problema administrativo o de un enfoque de atención sanitaria. ... se trata de una cultura institucional que no cambiará jamás por más reformas que se hagan a esta entidad.
- Víctor Hugo Herrera Ballesteros
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- - Publicado: 30/11/2021 - 12:00 am
Desde hace décadas, los panameños venimos padeciendo el colapso de una institución que no responde a las necesidades de salud y mucho menos con relación a garantizar las pensiones dignas que quienes han hecho con esfuerzos sus aportes merecen. Frente a la pésima atención en los servicios de salud y el mal manejo de sus finanzas, los panameños nos encontramos en la encrucijada de no tener respuestas claras sobre el futuro de dicha entidad.
Manejada históricamente por una cleptocracia administrativa, sustentada en gremios que solo propugnan por sus dádivas en detrimento de los asegurados, en adición a una dirección incompetente y capturada por distintos grupos de negocios, no se vislumbra una salida clara a la podredumbre que corroe a esta entidad desde sus bases.
Frente a un sistema solidario se ha contrapuesto un sistema de cuentas individuales que lejos de garantizar pensiones dignas a las nuevas generaciones, las condena a la ignominia, lastrando severamente sus derechos fundamentales, entre ellos la salud y la propia vida.
De igual forma el colapso y la vorágine subyacente en los servicios de atención sanitaria ha llevado a que, en general, quienes tengan algún contacto o familiar que trabaje en dicha entidad, tenga el privilegio de tener atención, mientras que la inmensa mayoría debe hacer largas colas a diario para, tal vez, con suerte, tener la oportunidad de obtener una cita para medicina general o alguna especialidad y más aún hacerse sus exámenes de laboratorio, con la esperanza de que la muerte no los sorprenda antes de tener un diagnóstico.
Y claro está, como siempre, algún funcionario de dicha entidad con tono autocrático o autoritario, dará siempre alguna justificación, de por qué la gente debe pasar esas penurias, cuando a diario se observan largas colas de personas en los linderos de las policlínicas, por horas y a la intemperie sin respeto a su condición, sean personas de la tercera edad o con alguna discapacidad.
Ni hablar de las salas de urgencia manejadas a la discreción del personal sanitario y administrativo, que son excelentes para improvisar procedimientos de atención, que lejos de aliviar las largas horas de espera, las hacen insufribles a quienes por necesidad acuden a dichos servicios.
Mientras que otros no menos afortunados debemos pagar costosas pólizas de salud, que cubren apenas de manera parcial algunos servicios sanitarios, mientras que esta cleptocracia, descuenta quincenalmente las aportaciones a este sistema de seguridad social podrido, pero que sirve para seguir pagando las prebendas de la corruptela que gobierno tras gobierno dirige dicha entidad.
Ante esta realidad, cabe preguntarse ¿Para qué ha servido esta entidad? ¿Representa los intereses y aspiraciones de quienes religiosamente hacemos nuestras aportaciones a este sistema? Está claro que no se trata únicamente de un problema administrativo o de un enfoque de atención sanitaria.
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Hay mucho más detrás de esta realidad y podemos decir que en el fondo se trata de una cultura institucional que no cambiará jamás por más reformas que se hagan a esta entidad. Ya no se trata de un problema de cambios superficiales para seguir prolongando los estertores de un modelo que habrá que ver si alguna vez respondió a sus postulados de base.
¿Rendición de cuentas para qué? Solo es una actividad en la que se dan a conocer ingresos y gastos, pero sin auditoría social real y sigue quedando bajo la égida autocrática del ejecutivo y de la cleptocracia institucional, pasando a ser un acto puramente informativo.
Los modelos de seguridad social no deben copiarse y aplicarse como una píldora genérica, por el contrario, deben ser diseñados desde sus bases en función de la realidad específica de cada país y no aplicar modelos transnacionales que solo les quitan rentas a los asegurados y no responden a sus necesidades sanitarias ni financieras.
Los diálogos que nacieron muertos sobre estas bases no están hechos para resolver esta problemática compleja, por el contrario, se requiere de hacer un diseño totalmente radical ajustado a la realidad del país. En manos de los miles de asegurados está el cambio real que necesitamos.
Profesor titular de la Facultad de Economía de la Universidad de Panamá.
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