Reformas constitucionales
PNUD y soberanía
A nuestro juicio, el Gobierno simple y sencillamente cambió el escenario de cosas sin variar las estructuras. Todo sigue igual y la pretensión de darle al país una nueva constitución atraviesa por lecturas y situaciones que distan mucho del verdadero espíritu y esencia que deben alentar un nuevo proyecto constitucional.
- Silvio Guerra Morales
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- - Publicado: 03/1/2020 - 12:00 am
Mucho ruido ha causado la decisión del Ejecutivo consistente en retirar, de la Asamblea Nacional de Diputados, la propuesta de reformas constitucionales.
Y, seguido a ello, poner en manos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), lo concerniente a la orientación y método para la consulta popular y los aportes que emerjan del seno social panameño.
La disconformidad, ya expresada por no pocos sectores de la vida nacional, sobre todo sindicales y obreros, amén de no pocos profesionales que han expresado descontento, entre los cuales me sumo, recoge razones tales como: ¿A qué agenda y a qué clase de ideologías, ya políticas o de vida, responde el PNUD?;
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¿quiénes son las personas que integrarán por parte del PNUD la comisión que en Panamá dirigirá lo concerniente al gran debate nacional para conformar un proyecto de reformas constitucionales y si el fin propuesto refiere tan solamente reformas o persigue realmente un nuevo modelo o paradigma constitucional para la República de Panamá?;
¿la asesoría del PNUD traduce o implica gasto o erogación alguna de dineros públicos por parte del Estado?;
¿qué puede hacer el PNUD que no puedan hacer los panameños en este país frente al tema de proponer un nuevo modelo constitucional?;
¿tendrán los integrantes del PNUD posibilidad alguna de introducir propuestas de reformas sobre algunos proyectos de dispositivos jurídicos?;
¿el proyecto de la Mesa de Concertación Nacional fue o ha sido eliminado o será parte integral de la nueva encomienda dada por el Gobierno al PNUD?;
¿de qué tiempo dispone el PNUD para realizar la tarea encomendada por el Gobierno?
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Estas y muchas otras interrogantes se han ido anidando en la inteligencia del pueblo y de sus líderes de opinión sin que las eventuales respuestas que se brinden exhiban claridad ni certeza.
Hay más dudas que claridad.
Sin duda alguna.
A nuestro juicio, el Gobierno simple y sencillamente cambió el escenario de cosas sin variar las estructuras.
Todo sigue igual y la pretensión de darle al país una nueva constitución atraviesa por lecturas y situaciones que distan mucho del verdadero espíritu y esencia que deben alentar un nuevo proyecto constitucional.
Primeramente, quedará claro que todo proyecto debe emerger o emanar de las bases del pueblo panameño.
El pueblo es su propio convocado y su propio autor.
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Ello significa que no pueden haber o exigir interlocutores que impongan sus ideas o maneras de pensar.
La vía establecida en texto constitucional es clara: o es una Constituyente Paralela o es una Constituyente Originaria.
No pueden haber otras opciones.
Ya he manifestado mi inclinación por la Constituyente Paralela.
Y he explicado su conveniencia.
Su esencia democrática radica en constituyentes elegidos democráticamente por el pueblo y quienes redactarán el proyecto constitucional.
Las fuerzas vivas del país se encontrarán representadas en esos constituyentes.
No obstante de lo anterior, hay algo que acredita, por parte de la clase política, incapacidad.
Todo demuestra que somos incapaces de hacer o redactar un texto completo que culmine en una nueva constitución.
Nos hemos asistido de mesas y ahora de organismos internacionales.
La pregunta de perogrullo es la siguiente: ¿Y no hay hombres y mujeres en este país con la capacidad de dirigir la tarea de darnos una nueva constitución?
¿No hay gente capaz o profesionales probos para capitanear esa nave?
Desde luego que sí. Sí, los tenemos.
Pero no logro comprender, aún, el porqué marginar a nuestros talentos y profesionales y preferir que los de afuera nos digan cómo programar nuestro proyecto de país.
Es inconcebible.
Alguna relación entre independencia, soberanía y autonomía de la inteligencia, vislumbro en todo esto y con claras afectaciones de nuestras capacidades.
Al final de cuentas, lo que advierto es un desconcierto que diluye o dilata cada día más la verdadera intención de producir, lo más rápido posible, la nueva constitución.
Porque luego nos asistimos de herramientas o instrumentos que no guardan relación con el derecho propio de los panameños en darnos esa constitución y buscamos fórmulas que de democráticas nada tienen y menos de honrar nuestra nacionalidad e identidad de país.
Ya veo que redactar o hacer una constitución no es el problema.
El conflicto nace o surge en el quién o quiénes lo harían.
Toda intención encaminada a una nueva constitución debe emerger del pueblo mismo.
¡El Gran Soberano!
El PNUD puede asistir en políticas de desarrollo.
Pero en lo que toca al tema constitucional, no acepto esa asistencia.
Dejen que seamos los panameños que diseñemos el nuevo edificio constitucional.
Panamá para los panameños.
Queda abierto el debate.
Dios bendiga a la Patria.
Yo le creo a Dios.
Abogado
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