Por qué lloras Jesús
Creo que lloraste, y tú mismo lo dijiste, porque los habitantes de Jerusalén y del mundo no se han dejado cobijar, abrazar por tus alas, como hace la gallina con los polluelos.
- Rómulo Emiliani
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- - Publicado: 21/3/2020 - 12:00 am
¿Por qué lloras Jesús ante las puertas de las murallas de Jerusalén? ¿Qué te ha hecho brotar las lágrimas frente a tus discípulos y seguidores? Claro que es un gesto humano tan profundo el llorar, y que también los hombres muy hombres lloran cuando algo les toca el alma. Que el llorar supone tener sentimientos y un alma noble. Que cuando uno llora reconoce fibras profundas que están vivas aunque dormidas u ocultas. Que las lágrimas te limpian el alma del polvo de la indiferencia y de la rutina, y te hacen ver que eres humano, y que hay dolor en el mundo, que hay gente que sufre, que hay maldad y tragedias. ¿Por qué lloras Jesús?
Creo que lloraste, y tú mismo lo dijiste, porque los habitantes de Jerusalén y del mundo no se han dejado cobijar, abrazar por tus alas, como hace la gallina con los polluelos. Que nos resistimos a dejarnos cubrir por el amor divino. Que preferimos vivir a la intemperie, en medio de los aullidos de los lobos depredadores de los pecados, idolatrías y vicios. Preferimos la libertad, el hacer lo que nos dé la gana, el libertinaje mejor dicho, y creer que así seremos felices. Y los lobos clavando los colmillos y a dentelladas despedazándonos, pero nosotros enlodándonos en el fango de la maldad.
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Claro, lloraste porque tú viste las consecuencias del pecado a lo largo de la historia. Rupturas matrimoniales, desintegración familiar, guerras, injusticia social, hambre y marginación, deforestación, calentamiento global, enfermedades de transmisión sexual, alcoholismo y drogadicción. Lloraste porque tuviste la visión dramática de un mundo resquebrajado, desolado, golpeado por tantos infortunios. Y todo esto como consecuencia del pecado. Lloraste porque nos amas y no quieres que nada de eso nos pase.
Señor Jesús, cómo no ibas a llorar. Si allí demostraste tu total impotencia para detener algo tan monstruoso, no porque no podías haber mandado doce legiones de ángeles y parar todo eso, encerrándonos a todos en mazmorras y atados de pies y manos, impidiendo que pecáramos. De haberlo hecho, ya no hubiéramos sido plenos seres humanos, dotados de inteligencia y voluntad, libertad y capacidad de decidir si amar o no, si obedecerte o no. Hubiéramos sido marionetas. Tenías que respetar nuestra libertad, y ésta mal usada nos ha llevado a todo eso.
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Comprendo porqué lloraste y sigues llorando hoy, Sagrado Corazón de Jesús. Cómo quisiera poder aliviarte en algo ese dolor. Cómo quisiera consolarte Jesús y pedirte perdón por mis pecados y por todos los de la humanidad. Cómo quisiera que dejaras de llorar.
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