Prensa escrita: los desafíos del milenio

Que la prensa escrita está en jaque, perdiendo lectores, frente al mayor de sus desaíos, su propia supervivencia, y si no se renueva, será desplazada y arriconada por los medios instantáneos y electrónicos de comunicación, son temas que cada día se debaten con mayor profundidad en los foros internacionales y comienzan a preocupar seriamente a los periodistas y estudiosos.
Las cifras son elocuentes y la luz roja a los impresos, no sólo es visible con la disminución de lectores en América Latina, sino en Estados Unidos y Francia, dos países con una indiscutible tradición y fuerza en el periodismo como sustento de la democracia.
En los últimos 8 años, de acuerdo con cifras proporcionadas por el foro, en Estados Unidos se ha perdido un 33 por ciento de los lectores respecto de la década de los ochenta. En Francia, en un periodo de 50 años, se esfumaron literalmente hablando, dos tercios de los lectores habituales de periódicos. El Detroit News de Estados Unidos, en una década dejó de imprimir 800 mil ejemplares y perdió unos 4 millones de lectores.
Los resultados están a la vista: los escritos no emocionan, no hacen pensar. Superficialidad, falta de imaginación, facilísimo, retórica, desconocimiento del tema tratado y ausencia de las viejas reglas básicas del periodismo con garra y fuerza investigativa, son algunas de las críticas que comienzan a aflorar en los debates internacionales.
Algunos van más lejos, y han comenzado a preguntarse, qué diarios sobrevivirán en el siglo XXI y si en estos dos años que nos quedan para montarnos al carro del tercer milenio, los impresos cambiarán de forma y contenido, y los encargados de las estrategias harán propuestas novedosas que vinculen a la información más con el público lector que con algunos intereses subalternos.
El bosque desde donde sale la celulosa para el papel, que ya no es inagotable, pareciera no dejar ver el frondoso árbol del periodismo, porque quien hace el principal oficio, el periodista, vive una realidad que no le permite superar el entorno inmediato, sometido a un verdadero mundo de ghetto, aislamiento de la dirección y de la mesa de redacción donde se cocinan las páginas en algunas pocas horas de cierre.
En un reciente foro realizado en Colombia, con participación de periodistas españoles y colombianos, se reflexionó y debatió con toda franqueza sobre estos y otros temas, apremiantes para el futuro de la prensa y los impresos en el mundo.
Existió un consenso entre los panelistas que en el panorama del periodismo de hoy se dan algunas tendencias y vicios referidos a quienes hacen la noticia, los periodistas, quienes desempeñan muchas veces sus labores en situación de hacinamiento, con salarios de miseria, bajo censura, con una administración poco flexible y que los resultados no pueden ser más patéticos: sedentarismo reporteril, nulo análisis y escasa creatividad.
Los expertos no identificaron país alguno, sino más bien sostuvieron que si el entorno del periodista no cambia, tampoco lo harán de manera positiva los medios en búsqueda de una mayor comunión con los lectores.
El espacio físico es indispensable, según los periodistas españoles y colombianos, porque es necesario innovar, y para ello se requiere asimismo una comunicación interna fluida, donde se privilegie el trabajo en equipo y se termine con el clásico antagonismo entre las partes vitales, cada uno de los nervios motores de un diario, como lo son la redacción, el taller, el departamento de publicidad y la gerencia.
Cómo revertir esta situación, que algunos no alcanzan ni a vislumbrar porque su objetivo esencial es la captación de publicidad, y relegar la información, las noticias, a unos pocos espacios, y olvidar por completo el análisis, la información integral, la investigación, el enfoque desde todos los ángulos y siempre pensando en una vocación de servicio comunitario y que se está ante un lector inteligente y exigente.
El simposio de Bogotá no tuvo pepitas en la lengua, porque la crisis de los impresos es real, y algún expositor llegó a acuñar la frase, de que "los buenos periódicos, los hacen los buenos periodistas", y "casi nunca los buenos banqueros, políticos o contadores".
Toda una declaración de principios, y en este sentido se hacen eco de uno de los axiomas del The New York Time, rotativo que no requiere de presentación y que subraya: "el mejor sistema de control, es contratar gente competente en formación constante".
Un principio sano para obtener, empresarialmente hablando, un objetivo con el mínimo de piedras propias puestas en el camino hacia la meta y los logros que requiere toda iniciativa que busca resultados y respuestas positivas a su esfuerzo.
El problema del periodismo actual no sólo es de forma, sino de contenido, nos dicen los estudiosos, y a buen entendedor pocas palabras: la diagramación es importante, pero el escrito debe llevar contenido, creatividad y análisis.
Fuera de la lacra de la inmediatez, nada de noticias rosas, muerte al lugar común, al plagio, al uso de las tijeras, a la ausencia de innovación y creatividad, al vicio de la improvisación, al reporteo sin agenda, ni pasión.
Son los fuertes ecos del simposio, que entre los aspectos más relevantes, sus expositores apuestan por un periodismo que sorprenda todos los días y que deje de ser un montaje. La crisis -advierten- nace de las estructuras verticales de un "verdadero militarismo", que es la muerte de la creatividad.
La clave del periodismo del futuro está en desplazar la inmediatez por la profundidad, el análisis y la investigación, la intepretación transparente de los hechos sobre la base de una información confiable y documentada.
Las salas de redacción no son un hospital ni las oficinas administrativas u operativas de una industria, ni fábrica. Nada debe hacerse como el día anterior, una noticia no debe parcharse o ponerle un soporte, como un remedio momentáneo, sino tiene que partir de estructuras sólidas y siempre renovadas.
Estamos a tiempo para el gran cambio, el salto de un siglo a otro, porque el nuevo milenio será del conocimiento y la información.
Ninguna información es igual a otra y el principal desafío del periodista es buscar ese lead, único y original, para ir después entrando en materia, pero ya con un sombrero vistoso y que motive al lector.
Los buenos periódicos los hacen los buenos periodistas. Si aceptamos este axioma, también debemos pensar en transformar las Escuelas de Comunicación, el recinto donde se fabrican, reproducen y debieran formar integralmente los periodistas.
De otra manera, el ejercicio no se completaría y no tendría la efectividad esperada. Afortunadamente, no son pocos los que opinan con cada vez mayor fuerza sobre la necesidad de actualizar programas y profesores, de dar una vuelta de 180 grados en la formación de la carrera de periodista.
En un mundo competitivo, tecnificado hasta la saciedad, cambiante las 24 horas del día, el papel del periodismo se agiganta en cuanto a responsabilidades y necesidades en la sociedad global.
No puede ser de otra manera, su trabajo es con la principal materia del siglo XXI, la información, que es base del conocimiento, el caballito de batalla del tercer milenio.
Desde ahora lanzo en esta columna la idea de preparar un foro y una futura cátedra sobre el papel del periodista en la sociedad global.
Tema para expertos y estudiosos, para jóvenes y personas interesadas en los cambios civilizatorios que están ocurriendo a finales de siglo.
The New York Time tiene un lema conocido en todo el mundo y tengo entendido que fue citado por alguno de los panelistas en el foro sobre los medios, recientemente, en Colombia: "Nuestro periódico no registra noticias, las descubre".
Me parece que este es un buen principio, para iniciar los cambios desde nuestra propia perspectiva, pero pensando que el futuro es hoy.