Primavera
- John A. Bennett N.
En Panamá ya falta poco para que finalice la estación invernal que llamamos “verano” y disfrutemos de los encantos primaverales para luego pasar al lluvioso verano.
Son muchos los efectos de una educación deficiente y quizás el hecho de invertir los nombres de nuestras estaciones y de paso borrar dos de ellas sea muy ilustrativo del asunto.
Y es que los nombres no vienen caprichosamente sino a través de una asociación con el mundo que nos rodea. Por ejemplo, el término “restaurante” se refiere a ese sitio en dónde vamos a restaurarnos o reconstituir nuestras fuerzas.
Es común escuchar que en Panamá sólo tenemos dos estaciones; la seca y lluviosa o verano e invierno, pero no es así, pues tenemos las cuatro estaciones. Lo trágico es que nos hayan robado nuestras primaveras y nuestros otoños; no porque no existan sino porque al decirnos que no existían perdimos la capacidad de verlas.
Ya pronto vendrán las primeras lluvias de abril y toda la naturaleza regocijará en un exorbitante reverdecer. Escucharemos los cantos de apareamiento de las aves llamando a sus parejas al romance, pues pronto, con las lluvias, saldrán las hordas de insectos que serán el sustento de sus pichones. Luego vendrán los capullos y las flores y la magnífica variedad de abejas y mariposas, junto a los esquivos murciélagos que las polinizarán. Perdernos de estos portentos no es natural. Lamentablemente en nuestras escuelas poco se educa y mucho se adoctrina. Estudiamos las partes de las plantas pero no aprendemos a acariciarlas y amarlas.
Panamá está en el hemisferio norte a unos 9° de latitud y en abril el sol estará pasando por encima del Istmo en su aparente ruta al norte; pues la realidad es que el planeta se bambolea al girar y hace que la trayectoria del sol en la bóveda celeste varíe durante el año. Ya el sol no entrará por las ventanas sur de nuestras casas, sino por las del norte. Las plantas al sur quedarán en sombra y las del norte al sol.
Nuestro verano es la época lluviosa y la más cálida, mientras que las temperaturas más bajas se registran durante el invierno que llamamos verano.
Por ello la primavera es la época para podar, resembrar y abonar el suelo para hacerlo más fértil. Pero, por favor, sea parco y cauteloso con los pesticidas. No los use indiscriminadamente y sepa muy bien para qué son y cómo se usan.
El mejor cuidado de las plantas es escoger la variedad resistente y apropiada al sitio, cuidando la fertilidad del suelo, que ellas mismas saben defenderse.
Mientras tanto vayamos disfrutando nuestras primaveras y prepárese para desempolvar la máquina de cortar el césped. ¡Ha!, y una cosa más, muéstreles a sus hijos y a sus nietos las maravillas de la primavera. Que vean los brotes de las nuevas hojas; los capullos de floración; los pájaros cantando y construyendo sus nidos; pero más que nada, que no se dejen jamás que les roben sus primaveras y otoños.
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