Proceso y Evaluación en la Educación
El sistema de evaluación en nuestra educación se basa más en medición que formación y es más cuantitativo que cualitativo, y es el sistema como está operando que hace que los resultados sean numéricas más que una formación integral. El periodo de evaluación para observar el avance o promoción de los niños y jóvenes es bimestral, regulado por el decreto 123 de 1958, modificado por los decretos 128 de 1965 y 399 de 1985, y restablecido por el decreto 114 del 2 de junio del 2000. Ahora el MEDUCA piensa reestructurar el calendario en trimestres.
De implementarse el sistema de trimestres los docentes emplearían más tiempo de ese periodo para evaluar a los estudiantes. Entre tanto, ellos tendrían menos posibilidad para recuperar o reponer las materias reprobadas en periodos anteriores. Las asignaturas con 4 o 5 horas de clases a la semana tendrían que hacer exámenes mensuales y no trimestrales por el extenso material del contenido que abarcarían. En todo caso el trimestre se circunscribe a la simple medición y no resolverá el problema de fondo por que nuestro sistema de evaluación está por mejorar.
Si ya está en ejecución este sistema de trimestres en algunos planteles seria conveniente divulgar y analizar los porcentajes de los indicadores de reprobados por trimestre, repitencia anual y deserción escolar. En caso que los resultados sean positivos y haya disminuido los índices de los indicadores mencionados, entonces, seria bueno implementarlos en las demás escuelas.
Para una real evaluación de nuestros estudiantes es importante prestar atención y evaluar al proceso de educación que ellos reciben y no una calificación de su instrucción y enseñanza. Primero, comenzaríamos evaluando las condiciones de los salones y escuelas donde estudian nuestros hijos. Segundo, los padres realmente cooperan en sus deberes con la formación integral de sus hijos en sus hogares (Decreto 245 de 16 de julio de 1985). Aunque recomendaría que los padres lleven un registro de la efectividad de la educación de los alumnos. Si no hay ningún tipo de cambio en su formación en su hogar ni en su comunidad, habría que revaluar al estudiante. Tercero, el ejemplo de los educadores con sus estudiantes es indiscutible y su influencia en su proceso es determinante. Cuarto, la revisión de los mecanismos e instrumentos de medición y evaluación a los estudiantes de manera integral en base a principios, hábitos y valores que sea a tono con su sociedad. Quinto, que el nivel de participación de las empresas privadas en el proceso de educación sea tangible y permanente. Con respecto a este punto, el pasado 15 de agosto se cumplió un año del programa “volvamos a la aula”, en la cual las empresas serian los padrinos de los colegios. Pareciera que para el MEDUCA el mismo fue simplemente un marketing pues desde ese día muchas empresas se olvidaron de sus colegios y el Ministerio de Educación tampoco le ha dado seguimiento al tema, ni se ha evaluado. Esto indica que poco le interesa el proceso, pero sí critican los resultados.
Mientras sigamos con la idea de que los estudiantes solo aprenden, se educan y se evalúan en las escuelas, y nosotros como padres, como autoridades y como sociedad no tenemos nada que ver en su proceso, seguiremos teniendo buenos profesionales en diferentes especialidades pero carentes de valores positivos hasta irrespetuosos con los demás, y la culpa es el sistema que da prioridad a las puntajes y no al ser como persona.

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