¿Realmente valemos lo que producimos ?
Publicado 2000/01/13 00:00:00
Recuerdo que cuando todavía era un adolescente y conversaba con mis amigos sobre mis más grandes anhelos, les decía que mi sueño era trabajar en el gobierno (entiéndase empresa estatal), porque obviamente las ventajas y prebendas que allí se daban eran casi inigualables por empresa privada alguna: los sábados y domingos libres, el trabajo relajado, un salario mínimo siempre superior al mínimo de cualquier empresa que no fuese gubernamental. En fin, disfrutar como los grandes, de una serie de beneficios que siempre se le ha endilgado al empleado estatal.
Hoy en día, a mis 22 años de edad, reconozco sentir verguenza ante tal forma de pensar, dilucidado tal vez ante el panorama nada agradable que vive el empleado estatal: la inestabilidad laboral que se vive cada vez que sube o baja un grupo del gobierno, la casi nula posibilidad de acceder a los puestos gerenciales a menos que estés inscrito en tal o cual partido, y no nos olvidemos de las tirantes relaciones laborales entre empleados que se vive en cada oficina del estado, quizás por lo arriba señalado.
No quiero decir con ésto que en la empresa privada, para la cual laboro desde los 19 años de edad, las cosas sean color de rosa, de ninguna manera, bastante son los malos ratos y frustraciones que se viven, pero aprendes algo muy importante (por lo menos lo aprendí y lo sigo aprendiendo), el desarrollo que logres y las metas que alcances no depende de nadie más que de tí mismo. Saber que si quieres lograr algo tienes que demostrar calidad, productividad y como me enseña el profesor de Psicología en la Universidad, "aprende a crear ideas y no a utilizar las ya creadas".
Esto no es algo que yo acabo de descubrir, ni mucho menos, basta sólo con leer el prólogo de cualquier literatura norteamericana sobre motivación y desarrollo personal para confirmar algo que los "anglos" tienen muy claro, "tu vales, lo que produces". Lo que yo sí agregaría a esta fría forma de pensar, es que la producción no se limita a bienes materiales únicamente, también incluye lo que como seres humanos somos capaces de crear desde nuestro interior, esa búsqueda incesante de superación personal, del logro de nuestras metas, el bienestar de nuestras familias y demás grupos dentro de la sociedad.
Obviamente no es fácil lograr un nivel de maduración personal tendiente a desarrollar buenos niveles de producción, aunque es importante señalar que muchas personas adquieren tales actitudes de forma innata. Y no es fácil porque desde pequeño no se nos enseña a plantearnos metas reales, no nos enseñan a creer que podemos salir por cuenta propia de la pobreza con la cual llegamos a este mundo, no nos enseñan que hay un punto intermedio entre la riqueza y la pobreza; o eres rico o pobre, y eso sí, cada uno a ocupar su lugar. Y así crecemos siendo simple colonizadores y ocupando o tomando el lugar que otros han dejado, en vez de ser pioneros y crear normas y pautas que sean de beneficio personal y general.
Yo los invito queridos lectores, y sobre todo, a los jóvenes como yo, que en esta etapa de la vida, caminamos sedientos de logros y triunfos, a que rompamos los viejos paradigmas y nos plantemos nuevos retos. Como criaturas perfectas de Dios, estamos llenos de un potencial capaz de darle giros a favor de nuestras vidas y a las vidas de las personas que nos rodean. Realmente hay un empresario, un genio un erudito, un inventor dentro de cada uno de nosotros sólo tenemos que buscarlo y sacarlo. En unos estará a flor de piel, en otros, incrustado en lo más profundo de su ser, pero allí estará, se los aseguro. Y cuando lo encuentres no lo limites ¡no ! déjalo salir púlelo, muéstralo al mundo y ponlo al servicio de este país, escaso de hombres con perspectiva joven revolucionaria y visionaria. Hazlo y sentirás que les has dado a Panamá una herramienta más para iniciar la construcción de esa nueva nación del siglo XXI. Donde los individuos no se limitan a servirse del Estado, todo lo contrario, servirle a él, aportando toda su capacidad y conocimientos en la creación de estructuras complementarias que son los pilares de un desarrollo íntegro fundamentado en el individuo como unidad básica en la conformación y solidificación de un país competitivo.
Hoy en día, a mis 22 años de edad, reconozco sentir verguenza ante tal forma de pensar, dilucidado tal vez ante el panorama nada agradable que vive el empleado estatal: la inestabilidad laboral que se vive cada vez que sube o baja un grupo del gobierno, la casi nula posibilidad de acceder a los puestos gerenciales a menos que estés inscrito en tal o cual partido, y no nos olvidemos de las tirantes relaciones laborales entre empleados que se vive en cada oficina del estado, quizás por lo arriba señalado.
No quiero decir con ésto que en la empresa privada, para la cual laboro desde los 19 años de edad, las cosas sean color de rosa, de ninguna manera, bastante son los malos ratos y frustraciones que se viven, pero aprendes algo muy importante (por lo menos lo aprendí y lo sigo aprendiendo), el desarrollo que logres y las metas que alcances no depende de nadie más que de tí mismo. Saber que si quieres lograr algo tienes que demostrar calidad, productividad y como me enseña el profesor de Psicología en la Universidad, "aprende a crear ideas y no a utilizar las ya creadas".
Esto no es algo que yo acabo de descubrir, ni mucho menos, basta sólo con leer el prólogo de cualquier literatura norteamericana sobre motivación y desarrollo personal para confirmar algo que los "anglos" tienen muy claro, "tu vales, lo que produces". Lo que yo sí agregaría a esta fría forma de pensar, es que la producción no se limita a bienes materiales únicamente, también incluye lo que como seres humanos somos capaces de crear desde nuestro interior, esa búsqueda incesante de superación personal, del logro de nuestras metas, el bienestar de nuestras familias y demás grupos dentro de la sociedad.
Obviamente no es fácil lograr un nivel de maduración personal tendiente a desarrollar buenos niveles de producción, aunque es importante señalar que muchas personas adquieren tales actitudes de forma innata. Y no es fácil porque desde pequeño no se nos enseña a plantearnos metas reales, no nos enseñan a creer que podemos salir por cuenta propia de la pobreza con la cual llegamos a este mundo, no nos enseñan que hay un punto intermedio entre la riqueza y la pobreza; o eres rico o pobre, y eso sí, cada uno a ocupar su lugar. Y así crecemos siendo simple colonizadores y ocupando o tomando el lugar que otros han dejado, en vez de ser pioneros y crear normas y pautas que sean de beneficio personal y general.
Yo los invito queridos lectores, y sobre todo, a los jóvenes como yo, que en esta etapa de la vida, caminamos sedientos de logros y triunfos, a que rompamos los viejos paradigmas y nos plantemos nuevos retos. Como criaturas perfectas de Dios, estamos llenos de un potencial capaz de darle giros a favor de nuestras vidas y a las vidas de las personas que nos rodean. Realmente hay un empresario, un genio un erudito, un inventor dentro de cada uno de nosotros sólo tenemos que buscarlo y sacarlo. En unos estará a flor de piel, en otros, incrustado en lo más profundo de su ser, pero allí estará, se los aseguro. Y cuando lo encuentres no lo limites ¡no ! déjalo salir púlelo, muéstralo al mundo y ponlo al servicio de este país, escaso de hombres con perspectiva joven revolucionaria y visionaria. Hazlo y sentirás que les has dado a Panamá una herramienta más para iniciar la construcción de esa nueva nación del siglo XXI. Donde los individuos no se limitan a servirse del Estado, todo lo contrario, servirle a él, aportando toda su capacidad y conocimientos en la creación de estructuras complementarias que son los pilares de un desarrollo íntegro fundamentado en el individuo como unidad básica en la conformación y solidificación de un país competitivo.
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