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Recuerdo de la infamia
Grisel Bethancourt - Publicado:
Ese martes hubo conmoción universal, muerte y sufrimiento, debido a un hecho de mayor gravedad que el ataque japonés a Pearl Harbour, en 1941, que generó la participación de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial.Jamás se olvidará que el 11 de septiembre del 2001, en Nueva York, Washington y Pennsylvania, se produjo el mayor atentado terrorista de la historia.En la mañana de aquel sombrío día, en tan solo dos horas, casi tres mil hombres, mujeres y niños, fueron envueltos en zozobra, torturados, cortados a cuchillo, quemados vivos y aplastados bajo toneladas de escombros, en actos premeditados de asesinato en masa, como describieron a los dantescos episodios los medios de comunicación colectiva.Miles de niños quedaron huérfanos y a incontables familias les cubrió el luto y la desesperanza.¿ A qué se debieron aquellas escenas de máxima barbarie ? Al activismo terrorista, manifestado en bandas de cuatro a cinco individuos que secuestraron cuatro aviones comerciales, a los que convirtieron en misiles con sus pasajeros y tripulaciones adentro.A dos de estas aeronaves se les estrelló en las Torres Gemelas, a una tercera en el Pentágono y, la otra, que seguramente iba dirigida a un alto objetivo de Washington (¿tal vez la casa Blanca o el Capitolio?), cayó en Pennsylvania, luego de que pasajeros y tripulantes se enfrentaron heroicamente con los asesinos.Una versión digna de todo crédito informó que, en varios casos, a las asistentes de vuelo, los criminales las degollaron mientras estaban con los brazos amarrados a la espalda.En total, murieron ciudadanos de ochenta y seis países, afectando, además, a sus intereses económicos y de otra índole, razón más que justificada para catalogar a los atentados, como lo hizo la ONU, ataques no solamente a los Estados Unidos sino a la humanidad, ya que las víctimas pertenecieron a todas las religiones y grupos étnicos.Ante las incalificables atrocidades que sufrió su patria, el presidente George W.Bush expresó: “El ataque tuvo lugar en suelo norteamericano, pero fue un ataque al corazón y al alma del mundo civilizado.Y el mundo se ha unido para librar una guerra nueva y diferente, la primera, y esperamos que sea la única, del siglo XXI, una guerra contra todos aquellos que tratan de exportar el terrorismo, y una guerra contra aquellos gobiernos que los apoyan o albergan”.Efectivamente, el orbe se cohesionó e hizo frente a la colosal amenaza: la Unión Europea, con todos sus medios, de inmediato estructuró frente común con los Estados Unidos, al mismo tiempo que la OTAN recordó la cláusula de defensa mutua y se preparó para la acción ; el Consejo de Seguridad de la ONU emitió unánime repudio por los atentados y la OEA reactualizó lo que obliga el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, la defensa en conjunto ante el ataque que desde el exterior sufra cualquier país del continente americano.Líderes y delegados de treinta naciones africanas suscribieron, en Dakar, un pacto africano contra el terrorismo, a igual que los cancilleres que se congregaron en Qatar, en representación de mil doscientos millones de musulmanes.Esta admirable reacción del mundo contra el terror dio origen a la Alianza Global nunca vista que, bajo el nombre de Libertad Duradera, liberó a Afganistán de sus opresores talibanes, sujetos de reconcentrado primitivismo e implacable sevicia que albergaron y colaboraron directamente con Osama bin Laden y su red Al Qaeda, que adiestró a cien mil asesinos, aproximadamente, que se extendieron a lo largo y ancho de los cinco continentes y que se hallan en espera del momento oportuno para lanzar sus arremetidas, tal vez con armas de destrucción masiva.En el primer aniversario de aquel aciago día de septiembre, en que el planeta entró a la nueva centuria por una puerta de fuego, como indicó Kofi Annan, secretario general de la ONU, todavía queda la vibración del estremecimiento de impotencia, incredulidad e ira, que produjo la infamia en referencia, mientras las fauces del peligro terrorista acechan desde lo más obscuro de las sombras.Al recordar la ignominia en mención, cabe el llamamiento a la conciencia colectiva a fin de que nunca olvide lo que fueron capaces de hacer aquellos ruines extremistas y fanáticos.Mientras no se neutralice al fenómeno terrorista, las naciones deben permanecer unidas, vigilantes y actuantes, para vencer a semejante flagelo de la humanidad contemporánea.Primera de dos entregas No se parecía mucho a la letra bastante más caligráfica que había visto en un escalofriante documento atribuido a Atta, hecho público por el FBI.Aquel documento, encontrado en el equipaje que Atta había dejado en el aeropuerto Logan de Boston, proporcionaba una guía espiritual a los secuestradores aéreos para el momento en que se acercara el punto culminante de su misión.«Obligaos a olvidar eso que se llama mundo», decía.«Ha pasado el tiempo para la diversión y ahora nos ha llegado la hora de la verdad.Si Dios nos concede a alguno de nosotros una matanza, debéis realizarla como una ofrenda en honor de vuestro padre y vuestra madre, puesto que estáis en deuda con ellos.No discutáis entre vosotros; escuchad y obedeced».Ramzi me explicó el motivo de la discrepancia: Atta no era el autor de estas «instrucciones y oraciones»; eran obra de Abdul Aziz al Omari, que había acompañado a Atta durante las últimas horas de su vida.(primera entrega)