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Reformistas de Irán
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La arrolladora victoria del reformista Partido Islámico de Participación Iraní (IIP) en las elecciones parlamentarias parece indicar la posibilidad de un retorno a la moderación de los excesos del conservadorismo islámico instaurado por los ayatollahs.La fatiga del pueblo iraní abarca seguramente desde la intromisión de los religiosos en el estilo de vida de hombres y mujeres hasta el virtual aislamiento en que se encuentra el país por sus fobias estratégicas antioccidentales y su pertinaz apoyo a grupos extremistas en el Medio Oriente.Por mucho que se le deteste desde el punto de vista político, no podría negarse que el Sha de Irán Rehza Pavlevi rescató al país del feudalismo medieval y lo llevó a la modernidad, impulsándose en los grandes ingresos petroleros.Ahora mismo, tal como lo revelan las urnas, tampoco puede ignorarse cuán profundo fue el retroceso, cuán irracional y nociva ha sido la línea política de los regímenes encabezados por los religiosos islámicos que, so pretexto de combatir el materialismo occidentalista, pretendieron congelar la historia.La aparición y avance del movimiento reformista así lo testimonia.El Presidente Mohamed Jatami, reconociendo el éxito de los reformistas, ha prometido revisar, por ejemplo, las relaciones suspendidas con Estados Unidos, condicionándolas al cese de la imputación de ayuda económica al terrorismo internacional y la compra de armas de destrucción masiva.Desde luego, resultaría imprudente pasar del ataque al elogio, de la ruptura radical al intercambio bullicioso, de un día para otro.Los cambios se harán gradualmente, dentro de un proceso de transición de lo negativo a lo positivo, de lo beligerante a la buena voluntad, que, obviamente, involucre a las partes.Por su peso específico en la producción petrolífera, por su antigua gravitación en el mundo islámico, su enorme territorio y población, Irán podría jugar un estratégico rol como moderador de la ola alcista del cartel de la OPEP y para atenuar los conflictos aún vigentes en el Medio Oriente.El nuevo parlamento iraní, dominado por los reformistas, establecerá un balance legislativo que poco a poco podría permitir deslindar los límites y fronteras entre lo civil y lo religioso a la hora decisiva de revisar la legislación introducida por los ayatollahs.Se discutirá la forma de gobernar no en nombre de reglas religiosas sunnitas, que poseen su propia esfera, sino aplicando una legislación laica y moderna; definir cuánto pesa el Corán y cuánto la Constitución y las leyes seculares; qué derecho tiene el Estado para instruir a las mujeres sobre el tipo de vestimenta y educación; y, en resumen, abrir el régimen de partido único y profundizar la vigencia de un sistema político abierto que acepte el pluralismo y el libre juego de gobierno y oposición, periodismo independiente y libertad de asociación.El cambio recién empieza y ya veremos su evolución y resultados.