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Rememoraciones políticas

Humberto E. Ricord - Publicado:
Hemos calificado más de una vez el período histórico vivido por nuestro país entre 1968 y 1989 (21 largos años), como la época más negra de toda la existencia panameña, desde la colonia española, hasta hoy.

A muchos nacionales jóvenes, que no tuvieron la vivencia de tal lapso, aparentemente nada les dicen esos terribles años, porque no ha habido un solo historiador nacional que hubiera escogido ese período trágico y amargo, como objeto de un recuento integral y verídico de la forma de vida que sufrió el país en aquellos cuatro lustros, que a veces hemos designado como la época de la dictadura torrijista y la narcodictadura norieguista.

La existencia colectiva panameña vivió inenarrables horrores, pero innumerables también porque muy pocos se han dedicado a escribir siquiera parte de los mismos, a causa de su trágica densidad y significación trascendente, que dejó en el siglo XX de Panamá la huella más nefasta de una degradación nacional que iniciaba poco después de la Segunda Guerra Mundial, cobró en la veintena señalada el más bárbaro carácter de un anuncio de lo que vendría después, y que culminó en las dos décadas finiseculares (1980 hasta terminar el siglo), como el lapso de la crisis más honda y abarcadora que padecería y está padeciendo aún nuestro país.

Un gobernante insensato creyó que el Istmo podía ser gobernado con el estilo degradante y personalista de golpes de tambor, y despertó al producirse una rebelión de la Policía Nacional, que ya había creado la autoconciencia de su ingente poderío castrense, alimentado por el vecino de la Zona del Canal, con su Escuela de las Américas.

Ese golpe cuartelario tuvo el efecto pertinaz, gradual y efectivo de una fortísima inyección de degradaciones insólitas.

Desde el principio de ese reinado del terror hubo muertos y desaparecidos, que continuaron en el tiempo que parecía interminable de una truculenta dictadura esbirra.

La conciencia del país vivió consternada.

Pero entonces llegó el exilio de civiles que se enriquecieron hasta el hartazgo, en la forma de un grupo convertido en casta indostana, de la clase de las que aquí llamamos partidos políticos.

Lo más seguro fue que la parte más favorecida y más temida del elenco policíaco pactó con fuerzas extranjeras la eliminación del héroe que no les daría paso y así se abrió el lapso más sangriento, degradante y depredador de la época que rememoramos a grandes trazos.

Los extremos insólitos a que se había llegado suscitaron que el ejército norteamericano planeara y llevara a cabo la invasión de la noche del 20 de diciembre de 1989 (en las primeras horas de la madrugada).

Las Fuerzas de Defensa norieguistas fueron aplastadas rápidamente; hubo trescientos soldados panameños muertos y doscientos civiles, a los que se agregan algo más de mil heridos.

Regresemos un poco a las fechas idílicas de la hegemonía oligárquica en el país, pero éste ya vivía una crisis político-social alarmantísima.

Los elementos de las Fuerzas de Defensa derrotados (incluso el brazo político), se recuperaron pronto y en un lustro ya estaban preparados para retener el poder, conforme al método de "las elecciones democráticas panameñas", como ocurrió de 1994 en adelante, cuando el torrijismo sin Torrijos llegó al poder político.

Pero la grave crisis polifacética, con poderosos ingredientes de asalto a las arcas nacionales, nepotismo, ultradegradación institucional, indiferencia ciudadana, vendrían a marcar los años anteriores y los días del Centenario republicano, en que nos encontramos actualmente enredados en una etapa eleccionaria sin mayores esperanzas.

Por el contrario, los herederos del torrijismo (sin Torrijos), se preparan a fin de ganar la elección en días muy confusos y sin mayores esperanzas de superar la profunda ultradegradación que en la última década se ha enseñoreado del poder o del país, que es casi lo mismo.

Las generaciones jóvenes, que no vivieron la época "dorada" y tantos años atrás, parecen adoptar el sendero de la demagogia heredera, que conoce el refrán: "en el país de los ciegos.

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" Nosotros sólo podemos brindarles la experiencia que decantamos en la obra "Noriega y Panamá: Orgía y aplastamiento de la narcodictadura".

Desdichadamente, hay muchos que sufren de alergia al simple contacto con un libro.

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