Réquiem por la industria azucarera nacional
Publicado 1999/07/19 23:00:00
Mientras que en otras latitudes los nacionales cierran rangos para proteger a la industria local, en Panamá las autoridades competentes parecen permanecer indiferentes ante importaciones aparentemente violatorias de leyes nacionales y acuerdos internacionales, dejando así desprotegida una importante fuente de sostenimiento para el interior del país.
De acuerdo al secretario de la empresa azucarera La Victoria, Rafael Virzi Brinjonne, la industria azucarera nacional se encuentra amenazada por la masiva importación de azúcar proveniente de México, Colombia, Estados Unidos y el Caribe. En ese sentido, un grupo de importadores nacionales inescrupulosos, en combinación con intermediarios de ingenios extranjeros, se ha dado a la tarea -según Virzi- de introducir entre 20 y 40 contenedores de azúcar extranjera cada día, a precios de "dumping" (quema) y bajo subsidios.
La Victoria, junto con los demás ingenios privados, generan cada año más de 10 mil empleos directos en el interior de la República, sector azotado en los últimos años por masivas importaciones de alimentos extranjeros, muchos de ellos subsidiados y rematados a menos de su costo proveniente de países de monedas débiles o devaluadas.
De ese modo, se ha afectado la producción nacional de maíz, ganado vacuno y porcino, aves y ahora el azúcar, ante la indiferencia de las autoridades del Ministerio de Desarrollo Agropecuario, Economía y Finanzas, CLICAC y otras, encargadas de velar por un justo trato comercial de la industria nacional en su desigual competencia con la producción foránea.
El azúcar es el mercado más distorsionado del mundo, hasta el punto que Filipinas se vio forzada recientemente a aplicar altas sobretasas a la importación. La distorsión es provocada por los masivos subsidios europeos y la sobreproducción mundial que, combinada con la devaluación monetaria, invita al "dumping", o venta a precios inferiores al mercado de origen con tal de captar monedas duras y estables.
En tan tétrico escenario, la tendencia de las naciones productoras es la de proteger su producción en tiempos de crisis, hasta que retorne la normalidad, sirviéndose de ágiles mecanismos legales de protección. Pero en nuestro país el tifón azucarero encuentra a una industria desamparada, huérfana de salvaguardas legales instantáneas, acordes con la frenética evolución de la crisis.
Europa, Estados Unidos y Filipinas han podido proteger su industria azucarera, mientras en Panamá asistimos indiferentes al réquiem de la mayor fuente de empleos del interior de la República.
De acuerdo al secretario de la empresa azucarera La Victoria, Rafael Virzi Brinjonne, la industria azucarera nacional se encuentra amenazada por la masiva importación de azúcar proveniente de México, Colombia, Estados Unidos y el Caribe. En ese sentido, un grupo de importadores nacionales inescrupulosos, en combinación con intermediarios de ingenios extranjeros, se ha dado a la tarea -según Virzi- de introducir entre 20 y 40 contenedores de azúcar extranjera cada día, a precios de "dumping" (quema) y bajo subsidios.
La Victoria, junto con los demás ingenios privados, generan cada año más de 10 mil empleos directos en el interior de la República, sector azotado en los últimos años por masivas importaciones de alimentos extranjeros, muchos de ellos subsidiados y rematados a menos de su costo proveniente de países de monedas débiles o devaluadas.
De ese modo, se ha afectado la producción nacional de maíz, ganado vacuno y porcino, aves y ahora el azúcar, ante la indiferencia de las autoridades del Ministerio de Desarrollo Agropecuario, Economía y Finanzas, CLICAC y otras, encargadas de velar por un justo trato comercial de la industria nacional en su desigual competencia con la producción foránea.
El azúcar es el mercado más distorsionado del mundo, hasta el punto que Filipinas se vio forzada recientemente a aplicar altas sobretasas a la importación. La distorsión es provocada por los masivos subsidios europeos y la sobreproducción mundial que, combinada con la devaluación monetaria, invita al "dumping", o venta a precios inferiores al mercado de origen con tal de captar monedas duras y estables.
En tan tétrico escenario, la tendencia de las naciones productoras es la de proteger su producción en tiempos de crisis, hasta que retorne la normalidad, sirviéndose de ágiles mecanismos legales de protección. Pero en nuestro país el tifón azucarero encuentra a una industria desamparada, huérfana de salvaguardas legales instantáneas, acordes con la frenética evolución de la crisis.
Europa, Estados Unidos y Filipinas han podido proteger su industria azucarera, mientras en Panamá asistimos indiferentes al réquiem de la mayor fuente de empleos del interior de la República.

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