Panamá
Sobre la adaptación al nuevo mundo
Dentro de ese curso natural de selección a la vida moderna, está también la necesidad de adaptación a nuevas corrientes de pensamiento, que nos obligan a dejar atrás los puertos tan seguros en los que habíamos hecho amarres fuertes, en los que nos sentíamos seguros.
- Arnunfo Arias O.
- /
- [email protected]
- /
- - Actualizado: 31/5/2022 - 12:00 am
A veces, por quedarse rezagado contemplando un solo árbol, olvidamos ver el bosque entero del cual en realidad forma una parte diminuta. Tal vez sea esa la falencia regular del individuo y, seguramente, de la sociedad, que solo piensa colectivamente. Decía Tomas Edison que un hombre recurrirá usualmente a cualquier artificio posible para evitar la labor ardua de pensar. Seguramente sabía lo que decía, cuando dejó entre sus papeles más de 2500 cuadernos atestados con las notas de sus pensamientos.
Nosotros, como individuos, y como colectividad, pasamos por alto el hecho de que ahora, más que nunca, vivimos en un mundo cambiante, que parece a diario romper con la crisálida de ayer y abrirse paso hacia lo nuevo. Todos los días, por no decir que cada hora, nos encontramos con tecnologías innovadoras que no sólo hacen la vida de la humanidad más fácil, sino que dirigen al hombre hacia la ruta del esfuerzo personal y hacia ese uso de la capacidad pensante que se duerme en él. Cada pieza y artefacto de tecnología nueva que se adquiere exige de nosotros algún esfuerzo de programación, ensamblaje, lectura mínima de instrucciones, recurrir a plataformas, etc. Si no contamos, en ese momento, con esos asistentes jóvenes que nacen ya con una adaptación congénita hacia la tecnología, podemos ser sumados a los candidatos de generaciones viejas que se frustran impotentemente ante los avances diarios de este mundo actual.
Dentro de ese curso natural de selección a la vida moderna, está también la necesidad de adaptación a nuevas corrientes de pensamiento, que nos obligan a dejar atrás los puertos tan seguros en los que habíamos hecho amarres fuertes, en los que nos sentíamos seguros. Todos estos temas de igualdad de género, clonaciones, vida artificial, nanotecnología y qué se yo, le llevan una delantera enorme a las sociedades que se empozan en las aguas quietas de un pasado que no existe ya. Siento que la juventud actual despliega tolerancias que nosotros no podíamos siguiera contemplar y que el sentido de libertad, que ahora brinda el acceso casi ilimitado hacia el conocimiento, ha creado una nueva forma de pensar, una mente moderna que se encuentra liberada de cadenas y de límites en los que nosotros nos formamos.
No me siento enteramente inclinado a romper los moldes en los que, como individuo, fue forjada la generación en que crecimos; pero hoy comprendo que la pena impuesta a nuestra intolerancia, será simplemente el aislamiento, la falta de crecimiento espiritual e intelectual. Por eso, estoy dispuesto, por lo menos, a tratar de comprender, a asumir el compromiso de dejar atrás lo que he aprendido mal y a nutrirme lentamente de las corrientes que han fijado ahora una forma de pensar que resulta innovadora. Sigo creyendo, por convicción, que la familia es en efecto el fundamento representativo de toda sociedad organizada; sin embargo, también llego a entender que la libertad se abre siempre su camino entre cualquier fisura, como el agua de una fuente bajo tierra que ha encontrado que es su hora de encontrarse con el mundo. Por eso, busco ahora inclinar en mi balanza de criterio la virtud de sopesar y de entender la era actual, por difícil que pudiera resultarme; y reparo en las palabras sabias de Voltaire: "La tolerancia no provocó jamás una guerra civil; la intolerancia ha cubierto al mundo siempre en la carnicería".
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.