Panamá
Sobre la provincia de Colón
Para mí, la historia de Colón es mucho más afín a las realidades propias de nuestra sociedad de hoy.
- Arnulfo Arias O.
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- - Actualizado: 05/1/2023 - 12:00 am
Tuvo varios nombres antes de ser bautizada por el gobierno colombiano como Colón, en honor al tristemente célebre almirante. En lo personal, me habría gustado conocer el nombre original con el que la llamaban nuestros antepasados, que poblaron esas tierras mucho antes que plantaran huellas ambiciosas los conquistadores o abrieran trochas de codicia los empresarios extranjeros.
Para mí, la historia de Colón es mucho más afín a las realidades propias de nuestra sociedad de hoy; la historia de esa madre humilde y abnegada que empeña su juventud y parte de su vida en la crianza de sus hijos, para ser luego abandonada, víctima de los desprecios y el olvido de aquellos a quienes crió. Colón fue portal para el progreso de lo que sería luego la nación. A través de ella, se intercambiaron bienes desde y hacia América. Fue puerto hacia el Pacífico para la marea de buscadores de oro en California y a través de ella se calzó la tierra con los rieles del acero del primer ferrocarril transcontinental del mundo. Bajo esas calles inundadas de hoy día se escribió parte de la saga de la independencia de nuestra república.
Gran parte de los bienes que tendrían como destino otras naciones de distribuyeron desde sus atracaderos y de su bahía. Hoy, tristemente, se parece más a una ciudad en ruinas, olvidada por los diarios, las noticias y por el tiempo, resquebrajada desde sus entrañas mismas, como si una bomba social hubiera implosionado en ella. Colón no es solo la ciudad sino que es la provincia del olvido.
Ha sido tierra fértil para la cosecha de los sueños de más de uno que otro aventurero, como Aspinwall o Lesseps; pero para nosotros, como panameños, ha sido como el campo santo en que se deposita solo la memoria valiosa de lo que se fue.
Tenemos que pensar que esa ciudad, y esa provincia, siguen conservando un potencial inexplorado para ser los principales brazos del comercio y de la conectividad logística del mundo; que tiene cientos de miles de desamparados sociales que verdaderamente ansían mejorar; que podría ser la ruta y el portal de ese progreso que, en vez de pasearse sobre ella, debió quedarse para edificarla, en vez de abandonarla. Colón no es un apéndice que debería extirparse, como piensan muchos inconscientes, sino más bien parte misma de la integración y desarrollo nacional, planificado y a futuro.
Podría ser el destino y el hogar de miles de personas que ansían llegar temprano a casa luego de jornadas de trabajo, pero que ven frustradas esas ansias por las mareas de tranques que se extienden hacia el Panamá Oeste y a las otras periferias de la urbe. En vez de amputar con el certero filo del olvido, se le debería integrar al desarrollo nacional. Excluirla de los planes es privarnos a nosotros mismos, como sociedad, de los grandes potenciales de mejoramiento. Aferrándose a Colón como puntal, todo Panamá se debería convertir al fin en un gran puerto; tal vez en el más grande que ha tenido el mundo.
La conectividad mundial no sólo debería ser por medio de nuestro Canal, sino por esos puertos ya existentes que conectan a Colón con Panamá, y ese mismo esquema debería replicarse desde Chiriquí a Bocas del Toro, a lo largo de Veraguas y desde Coclé hasta Colón, asegurando así el cumplimiento pleno de esa vocación de centro del comercio y el intercambio de la humanidad, con la que geológicamente hemos sido bendecidos.
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