Panamá
Sobre la rara cualidad del pensamiento
- Arnulfo Arias O.
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En esta era moderna, la era del tafil y el fenobarbital, la era en la que la tecnología electrónica se ha vuelto parte inseparable de la vida, tal vez sea bueno hacer un alto, incluso si ese alto de reposo es consecuencia de una enfermedad.

Hoy en día, cientos de personas han experimentado por primera vez lo que se vive con el confinamiento obligatorio por covid. A veces, ese aislamiento implica incluso distanciarse, dentro de su propio hogar, de los seres queridos cuya presencia damos por hecho todos los días. Tal vez, dentro de todos, pudiera ser una especie de llamado para reconocer las grandes cosas que nos da la vida y que vienen a la par de las pruebas que también debemos enfrentar.
En esta era moderna, la era del tafil y el fenobarbital, la era en la que la tecnología electrónica se ha vuelto parte inseparable de la vida, tal vez sea bueno hacer un alto, incluso si ese alto de reposo es consecuencia de una enfermedad. Pero ese periodo de reposo obligatorio, como nunca habíamos visto antes, debería servir también para aprender, entre otras cosas, a estar solos con nosotros mismos. Estamos tan acostumbrados a rodearnos del barullo, de los ruidos y de las voces de otros que, al encontrarnos solos, no sabemos ni qué hacer con la presencia silenciosa de nosotros.
En realidad es tiempo muy valioso para el pensamiento; es tiempo de quietud que no es vacía, para aquel que reflexiona y piensa. Pero, "¿pensar en qué?", preguntarán algunos. Estamos tan distorsionados ya, en nuestra moderna humanidad, que nos hemos olvidado del regalo más valioso que tenemos y que nos diferencia de la suma y resta de creación que hemos conocido: la mente. Cómo bien escribiría el famoso dramaturgo Archibald Mcleish, "lo único de un hombre que resulta verdaderamente ser un hombre es su mente; lo demás lo encuentras en cualquier caballo o en un puerco". Duras palabras, pero la realidad es esa.
Muchos ya no saben ni qué hacer con esa herramienta que viene como un equipo estándar al momento de nacer. No nos sorprendamos de las preguntas que hoy en día se le hace a la WEB, tales cómo: "¿Dios existe?", o de respuestas dadas por algunos niños al preguntarles de dónde provenía la leche, siendo sus respuestas "del refrigerador". La razón, herramienta fundamental del ser humano, se ha visto reemplazada por un servidor externo al que a menudo damos la tarea de pensar. Pepe Mujica nos presenta su inquietud sobre el futuro de la historia humana en estos términos: "Tendremos todas las respuestas, lo que no tendremos es preguntas".
Así, que los confinamientos sirvan de incentivo para reconciliarnos con nosotros mismos en cuanto a ese proceso tan sencillo y tan valioso de pensar. Que también sirva ese momento para hacer conteo y balance de todo aquello que a menudo damos como un simple hecho cierto nuestras vidas: la salud, la valiosa compañía de otros, nuestra pareja, nuestros hijos, nuestro techo; simplemente cosas que tendemos a mirar con telescopio cuando deberíamos observar con una lupa, siempre. La vida seguirá su curso, a pesar de todas estas bajas que ha causado la pandemia, a pesar de los dolores que atrás quedan para aquellos que ya no cuentan más con los que se ha llevado. Pero de todo ese sustrato amargo y doloroso que nos va a quedar, espero que también queden las lecciones más afortunadas para nuestras propias vidas. No miremos con nostalgia ya ese mundo que nunca ha de volver para nosotros; un mundo en que se hablaba con palabras reales y no con celulares o a través de signos. Pero en medio de esa adaptación que a todos nos exige caminar al ritmo de estos tiempos, aprendamos a hacer altos necesarios para animar el fuego de pensar por nuestra propia cuenta, que parece cosa del pasado y que es en realidad la cualidad más única del hombre.
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