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¿Súbditos o ciudadanos?
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¿Es el Estado para el ciudadano o es el ciudadano para el Estado? Es trágico que todavía en el mundo occidental del Siglo XXI tengamos que preguntarnos quién opera en función de quién.La respuesta a este planteamiento reviste la mayor importancia a la hora en que entran en conflicto los derechos individuales con los del Estado.Cuando el Estado estaba personificado en el monarca, los demás eran simplemente súbditos, en la República todos somos ciudadanos.La palabra "súbdito" comparte su raíz latina con la palabra "sometido", un súbdito está pues sometido a un poder superior que antes era el Rey o el Emperador y que ahora es el Estado.El ciudadano por su parte es un ser libre, es alguien que tiene derechos frente al gobierno y los ejerce en la República, cuya finalidad es separar los poderes y garantizar la alternancia en su ejercicio de manera que dichos poderes no opriman a los ciudadanos.Queda claro pues que en el Estado Republicano hay ciudadanos y no súbditos.Es lamentable, sin embargo, que al plantear el tema de la soberanía nuestras constituciones hayan trasladado la misma de la persona del monarca al "pueblo", siendo esta una entelequia que acaba siendo personificada, así como lo hacía el monarca, en la persona de quien detenta el poder público.De allí que se creen las famosas "Leyes de desacato" que penan con prisión el que se le "falte el respeto" a ciertos funcionarios, o que el Estado tenga privilegios procesales; o que si un particular le debe al Estado, deba pagar intereses sobre la mora y pueda ir preso por no pagar, pero el Estado pueda demorarse en pagar indefinidamente sin temor a que se le apliquen a él, y un largo etcétera.Ya es hora de revertir los papeles y que los funcionarios comprendan bien el concepto de "servidores públicos" como un mandato de estar al servicio de los ciudadanos y no como una licencia para servirse de los ciudadanos.Que comprendan los Presidentes que eso de "Primer mandatario" no significa que sean los que mandan primero, sino que son los que primero deben cumplir el encargo o mandato de gestionar la cosa pública en beneficio del mandante que es el Pueblo.Sólo si comprendemos que somos ciudadanos y no súbditos, empezaremos a actuar con la dignidad plena de un ser humano poseedor de derechos y obligado por deberes pero eminentemente libre.Al final, todo lo que estos funcionarios están haciendo es encareciendo el producto para consumidor panameño o privándolo del mismo.Y al productor nacional acaban perjudicándolo por que se acomoda en su situación de protección, sin mejorar su gestión.Las autoridades deben actualizar las normas que los rigen y reconocer que sus actuaciones, aún bien intencionadas, acaban causándole daño a las personas que pretenden proteger.