Panamá
Una mesa sin diálogos
- Silvio Guerra
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Los indígenas no están en la mesa del diálogo que, a nuestro juicio, constituye un sector beligerante e importantísimo que debe estar sentado ahí. Algún dirigente sindical, según criticas en las redes, se le acusa de haber monopolizado un liderazgo que no le pertenece y que tampoco le ha sido otorgado por el pueblo panameño, cuestión a mi juicio irrelevante ya que lo que está de por medio es la defensa de los derechos del pueblo.
Hemos venido observando todo cuanto acontece en la Mesa del Diálogo que funciona en la Ciudad de Penonomé, Provincia de Coclé.
Pensaba que estarían todos los sectores involucrados e interesados en representación del pueblo y en que se cumplieran las exigencias que transitan por una lectura de auténticas reivindicaciones sociales o necesidades del pueblo panameño: La justa rebaja del combustible, la rebaja en los altos costos o precio de las medicinas, el reconocimiento de una serie de productos que en la canasta básica debían tener un precio mínimo o simple o, sencillamente, congelar el costo o precio de estos alimentos, punto este que has sido latamente cuestionados por no pocos profesionales de la economía como cuestión inconveniente dado que no resuelve realmente el problema de fondo.
Los indígenas no están en la mesa del diálogo que, a nuestro juicio, constituye un sector beligerante e importantísimo que debe estar sentado ahí. Algún dirigente sindical, según criticas en las redes, se le acusa de haber monopolizado un liderazgo que no le pertenece y que tampoco le ha sido otorgado por el pueblo panameño, cuestión a mi juicio irrelevante ya que lo que está de por medio es la defensa de los derechos del pueblo.
Lo que quiero señalar no es otra cosa que la Mesa de Diálogo ha venido distorsionándose, pues ahora resulta que sectores muy importantes y que guardan relación con la producción en el país, son criticados dentro de esa mesa de negociaciones por quienes no permiten que el sector productivo tengan ningún tipo de participación o beligerancia. Entonces, la famosa Mesa del Diálogo podrá ser una mesa pero lo que menos tiene es diálogo.
He visto y he escuchado algunos audios videos que circulan en las redes en los que se advierten insultos y ofensas, denigraciones de la personalidad, de parte y parte, y se mueve un síndrome de mucha soberbia y vanidad en el discurso. También, debo admitirlo, muchas posiciones abyectas o ruines por parte de algunos interlocutores. Entonces, la Mesa del Diálogo, repito, que de "diálogo" no tiene nada, pareciera haberse convertido en una mesa de beligerancia de "dimes y diretes", y lo dije, hace unos días atrás, que era necesario entrar en razón y en el reino de la cordura, pues cuando se entra por la razón y se entra por la cordura el pueblo panameño lo advierte y respalda lo que, conforme a su lógica y a su sentido común, corresponde.
No pocos de los que encuentran sentados en dicha mesa, no tienen la mas remota idea de qué se trata o hacia donde deben encaminarse, es decir, los fines y propósitos. Reina un ambiente de mucha demagogia y politiquería. Unos, sin verdaderas intenciones de querer dialogar nada, utilizan la tribuna para hacer planteamientos de izquierda o discursos agoreros de poca monta, de parte y parte; otros, llegaron para ganar protagonismo, figurar en la palestra pública y lo cierto de todo es que no representan a nadie ni el pueblo panameño les ha endosado un derecho absoluto de representación.
Otra cosa, qué debemos entender o comprender por "intereses del pueblo panameño"?. Si por pueblo panameño se comprende solamente a la clase obrera o trabajadora, la definición es corta y superficial. Pero si al sector obrero sumamos a los estudiantes, a los distintos sectores o gremios de profesionales, a la grey cristiana, cualesquiera sea su denominación, al sector campesinado, sectores empresariales: pequeña, mediana y grande empresa, es decir sin excluir a nadie, entonces sería posible llegar a consensos verdaderamente democráticos en nombre de la sociedad en general. Otra crítica importante: Nunca ha habido una tregua en nada. Se dice que están dialogando, pero las principales carreteras del país se siguen cerrando, tranques por doquier, a diario, y la sociedad reclama sus carreteas para desplazarse, moverse e ir de aquí para allá y de allá para acá, realizar actividades de toda la naturaleza o clase.
En conclusión: No le encuentro futuro alguno a una mesa del diálogo en donde pareciera que la meta siempre ha sido generar un escenario de absoluta inestabilidad y desasosiego, incertidumbre y
anarquía. Ojalá me equivoque.
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En cuanto al Gobierno, creo no haberse comportado a la altura de las situaciones que se han dado. Golpeado en su moral, tenemos que las altas autoridades no están comportándose según el verdadero carácter de autoridad ni tampoco están personificando el verdadero concepto de lo que significa hacer un buen gobierno y, aclaro, ser gobierno no es reprimir al pueblo.
De allí que mucho se pierde cuando quien gobierna suprime la cordura, la necesaria mesura de sus palabras y de sus actos; cuando se pierde la templanza moral, la templanza ética, se pierde todo
intento de querer presentarse o demostrar ante la sociedad que se dispone de la autoridad y cuando ésta se ha perdido, quede claro, vamos en picada, cuesta abajo.
Luego, qué podemos hacer para que no tan solo haya una mesa, sino que en conversaciones de sobremesa se produzca un diálogo auténtico y real cuyos frutos se adviertan en respuestas positivas?.
Sencillo: Se hace necesario deponer interés egoístas, personales y grupales, y pensar más en función de Patria. Se trata de deponer lo personal y hacer trascender más el bien común en pro del país. En un verdadero diálogo las partes transigen, deponen, conversan, consultan, empiezan por seleccionar los puntos afines, los diferendos, las ventajas y desventajas, no imponen, proponen, se crean consensos, se producen treguas, etc. ¡Dios bendiga a la Patria¡
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