Una película sobre los curas
- Néstor Chávez
“No es fácil encontrar hoy, en los medios de comunicación, modelos de buenos sacerdotes. En cambio, abunda la información, exhaustiva y detallada, sobre sacerdotes que dan ejemplo de mal comportamiento… La Última Cima muestra un tipo de sacerdote del que nadie habla: los sacerdotes generosos, alegres, serviciales, humildes… Sacerdotes anónimos que sirven a Dios, sirviendo a los demás”. Con estas líneas se promociona un filme español que muestra la figura sacerdotal católica.
Se trata de una producción que va más en la línea documental y presenta a Pablo Domínguez, sacerdote madrileño, que en la cotidianidad marcó para bien a muchas personas. Recibió la ordenación sacerdotal a los 24 años y llegó a doctorarse en filosofía y teología. Practicaba el alpinismo y en las alturas contemplaba la creación y la majestad de Dios. En 2009 pierde la vida accidentalmente al descender la cima del Moncayo, tenía 42 años.
Pablo, sencillo y alegre, desarrolla su ministerio sacerdotal con la aprobación de jóvenes y niños. Estos últimos salían fascinados al confesarse con él. Los adultos retratan a un cura cercano tanto en el dolor como en la dicha. Que ello sea posible en la España actual es decir mucho.
El filme también recoge cuestionamientos sobre los curas. Hoy el sacerdote está en la mira de muchos. Para algunos no es más que un abusador, engañador y vividor improductivo; para otros es un puente hacia Dios. Sin desconocer los acontecimientos negativos que se asocian a la figura presbiteral, no se puede caer en generalizaciones porque se pierde objetividad. El sacerdote no será amado por todos, pero nadie puede negar su aporte histórico a la humanidad.
Para tener una opinión realista sobre los presbíteros, La Última Cima puede ayudar a forjarla pues, sin caer en una apología a ultranza, “muestra la huella profunda que puede dejar un buen sacerdote, en las personas con las que se cruza. Y provoca en el espectador una pregunta comprometedora: ¿también yo podría vivir así?” (reseña de los productores). Seguro que aquellos que vean esta producción, próxima a presentarse en Panamá, no podrán quedar en la indiferencia que absorbe a tantos humanos. Finalmente queremos compartir una semblanza sobre el sacerdote hecha por Lacordaire, dominico francés del siglo XIX: “Vivir en medio del mundo sin ambicionar sus placeres, / ser miembro de cada familia, sin pertenecer a ninguna; / compartir todos los secretos; perdonar todas las ofensas; / ir del hombre a Dios y ofrecer a Él sus oraciones, regresar de Dios al hombre para traer perdón y esperanza. / Tener un corazón de fuego para la caridad, y un corazón de bronce para la castidad; / enseñar y perdonar, consolar y bendecir siempre, / ¡Dios mío, qué vida! Y esa es la tuya, / ¡Oh Sacerdote de Jesucristo!”.
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