Emina: Sobre vinos y medidas

Aníbal Villa-Real (direccion@manualdevinos.

com) / PANAMA AMERICA Durante el recorrido Instalaciones Alberga el Centro de Interpretación vitivinícola, la tienda de regalos y la bodega Emina.

Su diseño de casa romana permite observar todas las fases de la elaboración del vino a través del claustro que rodea el patio central a manera del peristilo de dichas casas romanas, patio donde se efectúa el proceso de embotellado.

Premiación El Grupo Matarromera recibió el Premio Europeo de Medio Ambiente por su proyecto de desarrollo sostenido “Matarromera Sostenible en el Planeta Tierra”, que se propone tomar medidas acerca de la eficiencia ecológica en el diseño de sus edificios, minimizar la producción de CO2 mediante el uso de energía renovable de fuente solar para la generación de electricidad y calor, y el aprovechamiento de los residuos en forma de biomasa y de los subproductos de la industrialización de la vid.

El vino como objeto de comercio fue difundido por los fenicios, experimentados marinos y comerciantes que surcaban el mar mediterráneo transportando toda clase mercancías.

Metales preciosos, pieles, paños en especial de color púrpura, vasijas de vidrio, aceite de oliva, vino y muchas otras.

Pero el transporte del vino siempre fue un problema.

En esa época solo se disponía de odres o pellejos confeccionados con piel de cabra o de oveja, y de las ánforas de barro cocido que resultaban más manejables, aunque mucho más frágiles.

En la época romana, estas ánforas eran de diferentes dimensiones y capacidades, pero para el vino solían fabricarse con capacidad de unos 24 a 25 litros.

Más pequeña que las ánforas se utilizaba el congio, una vasija con una capacidad de 3 litros (un ánfora contiene 8 congios), que resultaba más cómoda a la hora de servir el vino en la mesa.

Los comensales disponían de dos tipos de copas, el sextario con una capacidad de 500 ml y la hemina, que es la mitad de un sextario (250 ml) y es la medida de capacidad más utilizada actualmente.

Emina, nombre de la bodega que iba a visitar, es una declinación del nombre de la medida y se refiere al envase que usualmente se utilizaba para contener esa cantidad de líquido.

Esta greguería me sirve de preámbulo para compartir con ustedes mi concertada visita a la Bodega Matarromera, gracias a la gentileza de Valérie de Montulé de Felipe Motta Wine Store.

Por la carretera que bordea el río Duero salí de Peñafiel con dirección a Valbuena de Duero y justo en la entrada de la vía que conduce a la población de San Benardo, me sorprendí agradablemente al ver el éxito alcanzado por el amigo Carlos Moro, quien ha diversificado sus actividades agroindustriales conjugándolas con la hostelería y la cosmética, y de la austera Bodega Matarromera que conocí en mi anterior visita, ahora me recibe un moderno conjunto de edificios.

El primer edificio está dedicado al restaurante La Espadaña de San Bernardo, exponente de la austera, pero deliciosa cocina castellana y construido a semejanza de una rústica capilla medieval con una sencilla espadaña como campanario.

Al lado se encuentra el complejo construido a la manera de residencia romana y en vestíbulo me esperaba Fernando Sinovas, ejecutivo de Relaciones Públicas de la empresa.

Son tantas cosas que compartir, que seguiremos la próxima semana.