Ohtani recupera el 'modo Babe Ruth'
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Por segundo año consecutivo y con una barrida de 4-0, los Dodgers de Los Ángeles se clasificaron a la Serie Mundial a expensas de los Cerveceros y con Ohtani como la gran figura.

Shohei Ohtani conectó tres jonrones en el cuarto partido ante los Cerceveros. Foto: EFE

Ohtani, lanzador ganador del cuarto partido ante los Cerveceros. Foto: EFE
Shohei Ohtani recuperó su mejor versión en el partido que envió a Los Ángeles Dodgers a la segunda Serie Mundial consecutiva, no solo con una estelar actuación al bate, sino también en el montículo. El fenómeno japonés dejó atrás las alarmas por la grave lesión de codo sufrida el año pasado y volvió en 'modo Babe Ruth', decidido a conseguir su segunda corona en la MLB.
Ohtani, un jugador total, con la rara capacidad de compaginar poderío con el bate y solvencia como lanzador, llega a la Serie Mundial como MVP (Jugador Más Valioso) de la Serie de Campeonato, en la que los Dodgers eliminaron a los Cerveceros de Milwaukee con una barrida 4-0.
El fenómeno japonés, de 31 años, terminó el cuarto partido de la serie, ganado 5-1, con tres jonrones que dejaron en evidencia el picheo del colombiano José Quintana, así como el de los relevistas Chad Patrick y de Trever Megill.
Se convirtió en el duodécimo jugador en la historia de la postemporada de las Grandes Ligas capaz de conectar tres cuadrangulares en un partido. Entró en un reducido club en el que también están leyendas latinas como el puertorriqueño Kiké Hernández, los dominicanos Albert Pujols y Adrián Beltré, y los venezolanos José Altuve y Pablo Sandoval.
Pero eso solo fue una parte de una actuación que en Estados Unidos ya consideran como una de las mejores de siempre en la MLB.
Trabajó seis entradas en el montículo y ponchó a diez rivales. Solo concedió tres imparables y tres bases por bola. Fue una incuestionable prueba de fuerza de Ohtani y de unos Dodgers que tan solo permitieron cuatro carreras de los Cerveceros en cuatro partidos.
Un jugador total y un contrato de 700 millones
Ohtani lleva años escribiendo páginas de historia del béisbol moderno, luciendo un nivel y un juego completo que en las Grandes Ligas no se veía desde los tiempos del legendario Babe Ruth.
El japonés ya asombró a las Grandes Ligas en su etapa en los Angels de Los Ángeles con su extraordinaria capacidad no solo al bate, sino también como lanzador. Sin embargo, fue con su fichaje por los Dodgers cuando al estelar rendimiento individual añadió la posibilidad de pelear por títulos.
Los Dodgers pusieron en la mesa el contrato más alto de la historia del deporte para hacerse con sus servicios. Diez años y 700 millones de dólares para que el japonés dejara a los Angels para sumarse a la estelar plantilla de sus vecinos angelinos.
Ese acuerdo fue un negocio redondo para unos Dodgers que tienen a su alcance la posibilidad de abrir una dinastía en la MLB.
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