Kenizé Mourad, (la hija de la princesa muerta)
Publicado 1999/05/24 23:00:00
Hija de una princesa turca y de un Rajá de la India musulmana,
Kenizé Mourad entró por la puerta ancha al mundo editorial cuando, hace 10
años atrás, publicó "De parte de la princesa muerta", novela traducida a
21 lenguas y que se convirtió en "best seller" mundial.
Es una creación literaria de la vida de su madre, una princesa turca que
tuvo que huir de su país, invadido por las potencias victoriosas de la
Primera Guerra Mundial. Transitó por el Líbano y luego viajó a la India,
con su esposo, un Rajá musulman, marido maltratador, del cual huye poco
tiempo después, embarazada de su única hija, Kenizé, y acompañada de su
fiel eunuco. Vuelve a Occidente en los comienzos de la Segunda Guerra
Mundial, su hija nace en un París ocupado por los nazis. La princesa,
enferma y empobrecida, muere en el parto, y la recién nacida es entregada
por el eunuco al embajador suizo en París.
La autora, al recrear el personaje literario de su madre desconocida,
llenaba también los vacíos de su propia historia, carente de perfil
materno. Según Mourad, si una mujer no acepta a su madre, no se acepta a sí misma, y una niña que no tiene buenas relaciones con ella no puede vivir
como una mujer verdaderamente.
Una noche de verano santiaguino, Fempress tuvo el privilegio de cenar con
esta extraordinaria mujer de 59 años, que vivió su niñez en embajadas,
colegio de monjas y varias familias adoptivas, hasta independizarse a los
diecinueve años de edad, estudiar psicología, militar en una célula
troskista en la Sorbona y, posteriormente, trabajar durante doce años como
periodista y corresponsal de guerra especializada en el Medio Oriente y la
India, para el periódico francés ÇLe Nouvel Observateure
ÇUn Jardín en BadalpurE (Plaza y Janés), su segunda novela y continuación
de la saga familiar, está centrada en la conmovedora búsqueda de su padre y de sus raíces, un relato de identidad entre Oriente y Occidente.
A los veintiún años, Kenizé logra reunirse con su padre y encontrarse con
su país, la India, atenazado por luchas intestinas entre musulmanes e
hindúes, la inmensa miseria y una despiadada discriminación en contra de la mujer. Francesa de nacimiento y educación, sensibilidad progresista y
libertaria, Kenizé Mourad no encontró el lugar propio con el cual soñaba
desde su infancia. En la India se sintió censurada, sancionada, molesta.
Cuenta que en esta novela quería demostrar cuán necesario es saber de sí
misma para construirse, aunque después esas raíces se rechacen. Lo
importante es darse cuenta que la identidad no reside en los lugares, ni en
la política, ni en la religión, sino en el ser humano. Las raíces están ahí
donde se encuentra gente que comparte nuestros valores.
El encuentro con su padre no fue tampoco alentador. El Rajá vio en su hija
la reencarnación de la princesa turca que había sido su esposa y que podría
volver a serlo. "Entiendo muy bien que un hombre se confunda cuando ve a
una chica de 21 años con la que tiene mucha afinidad y que se parece a su
madre. Creo que, en general, los padres se enamoran de sus hijas, y las
madres de sus hijos, pero como viven juntos, no hay problema. En mi caso
fue distinto y me costó mucho superarlo", contó en una entrevista a El
Mercurio (17-1-99).
Cuando su padre envejeció, volvió a encontrarlo y mantuvo durante algunos, años antes de que él muriera, una buena relación.
La escritora viajó a la India para asistir a su entierro. Con el corazón
encogido contempló como se alejaba el cortejo, pues la costumbre islámica prohíbe a las mujeres asistir a la inhumación. Pero no pudo evitar ser la
primera en no respetar la costumbre, y empezó a caminar seguida de mujeres que se fueron sumando. "Pero, mañana -dice en su libro-, los hombres repetirán que las mujeres son seres irracionales, incapaces de controlarse,y que el Islam tiene toda la razón en encerrarlas en casa. Negándose a entender que los ríos más apacibles, si cede un dique, se mudan de pronto en furiosos torrentes, mientras que discurren en calma si nadie les impone barreras".
Ahora que su saga familiar ha terminado, está trabajando en otras ideas
para nuevos libros. Una de ellas es la historia de una rebelde campesina de
la India, líder de un importante movimiento social. Kenizé Mourad, que como una Scherezade puede contar interminablemente los cuentos de esta saga fascinante, continuó su gira promocional por Latinoamérica.
Kenizé Mourad entró por la puerta ancha al mundo editorial cuando, hace 10
años atrás, publicó "De parte de la princesa muerta", novela traducida a
21 lenguas y que se convirtió en "best seller" mundial.
Es una creación literaria de la vida de su madre, una princesa turca que
tuvo que huir de su país, invadido por las potencias victoriosas de la
Primera Guerra Mundial. Transitó por el Líbano y luego viajó a la India,
con su esposo, un Rajá musulman, marido maltratador, del cual huye poco
tiempo después, embarazada de su única hija, Kenizé, y acompañada de su
fiel eunuco. Vuelve a Occidente en los comienzos de la Segunda Guerra
Mundial, su hija nace en un París ocupado por los nazis. La princesa,
enferma y empobrecida, muere en el parto, y la recién nacida es entregada
por el eunuco al embajador suizo en París.
La autora, al recrear el personaje literario de su madre desconocida,
llenaba también los vacíos de su propia historia, carente de perfil
materno. Según Mourad, si una mujer no acepta a su madre, no se acepta a sí misma, y una niña que no tiene buenas relaciones con ella no puede vivir
como una mujer verdaderamente.
Una noche de verano santiaguino, Fempress tuvo el privilegio de cenar con
esta extraordinaria mujer de 59 años, que vivió su niñez en embajadas,
colegio de monjas y varias familias adoptivas, hasta independizarse a los
diecinueve años de edad, estudiar psicología, militar en una célula
troskista en la Sorbona y, posteriormente, trabajar durante doce años como
periodista y corresponsal de guerra especializada en el Medio Oriente y la
India, para el periódico francés ÇLe Nouvel Observateure
ÇUn Jardín en BadalpurE (Plaza y Janés), su segunda novela y continuación
de la saga familiar, está centrada en la conmovedora búsqueda de su padre y de sus raíces, un relato de identidad entre Oriente y Occidente.
A los veintiún años, Kenizé logra reunirse con su padre y encontrarse con
su país, la India, atenazado por luchas intestinas entre musulmanes e
hindúes, la inmensa miseria y una despiadada discriminación en contra de la mujer. Francesa de nacimiento y educación, sensibilidad progresista y
libertaria, Kenizé Mourad no encontró el lugar propio con el cual soñaba
desde su infancia. En la India se sintió censurada, sancionada, molesta.
Cuenta que en esta novela quería demostrar cuán necesario es saber de sí
misma para construirse, aunque después esas raíces se rechacen. Lo
importante es darse cuenta que la identidad no reside en los lugares, ni en
la política, ni en la religión, sino en el ser humano. Las raíces están ahí
donde se encuentra gente que comparte nuestros valores.
El encuentro con su padre no fue tampoco alentador. El Rajá vio en su hija
la reencarnación de la princesa turca que había sido su esposa y que podría
volver a serlo. "Entiendo muy bien que un hombre se confunda cuando ve a
una chica de 21 años con la que tiene mucha afinidad y que se parece a su
madre. Creo que, en general, los padres se enamoran de sus hijas, y las
madres de sus hijos, pero como viven juntos, no hay problema. En mi caso
fue distinto y me costó mucho superarlo", contó en una entrevista a El
Mercurio (17-1-99).
Cuando su padre envejeció, volvió a encontrarlo y mantuvo durante algunos, años antes de que él muriera, una buena relación.
La escritora viajó a la India para asistir a su entierro. Con el corazón
encogido contempló como se alejaba el cortejo, pues la costumbre islámica prohíbe a las mujeres asistir a la inhumación. Pero no pudo evitar ser la
primera en no respetar la costumbre, y empezó a caminar seguida de mujeres que se fueron sumando. "Pero, mañana -dice en su libro-, los hombres repetirán que las mujeres son seres irracionales, incapaces de controlarse,y que el Islam tiene toda la razón en encerrarlas en casa. Negándose a entender que los ríos más apacibles, si cede un dique, se mudan de pronto en furiosos torrentes, mientras que discurren en calma si nadie les impone barreras".
Ahora que su saga familiar ha terminado, está trabajando en otras ideas
para nuevos libros. Una de ellas es la historia de una rebelde campesina de
la India, líder de un importante movimiento social. Kenizé Mourad, que como una Scherezade puede contar interminablemente los cuentos de esta saga fascinante, continuó su gira promocional por Latinoamérica.
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