La princesa manchú convertida en obrera
Publicado 2000/06/14 23:00:00
Con cerca de 90 años de edad, Aisin Gioro Yunhe, hermana menor del emperador Pu Yi, que es una de las últimas princesas manchúes vivas, ama evocar la época en que vivía en la suntuosa residencia familiar, situada detrás de la Ciudad Prohibida, el antiguo palacio imperial de Pekín.
"Fue el mejor periodo de mi vida, tenía una vida fácil, rodeada de sirvientes. Muy de vez en cuando me dejaban ir a Palacio, donde jugaba con mi hermano mayor", recuerda la anciana, que desde hace años utiliza solamente su nombre chino, Jin Xinru.
Menuda, de salud precaria, la princesa que pasó a ser maestra de jardín de infantes y luego obrera, acepta recibir a los visitantes en su pequeño departamento de Pekín, en el que prácticamente nada da testimonio de una vida agitada ligada a su pertenencia a la dinastía manchú de los Qing, que reinó en China hasta principios del siglo XX.
Ultimo emperador de China, su hermano Pu Yi, fue coronado en 1908, a los tres años de edad, y destronado en 1911.En los años 30 volvió a ser emperador del Estado títere de Manchuku, creado por los ocupantes japoneses en el nordeste de China.
Durante toda esa época, la familia imperial siguió viviendo lujosamente, primero en Tianjin y luego en Changchun (nordeste) mientras que Yunhe efectuaba largas estadías en el extranjero: en Londres, donde nació su primera hija en 1933, o Japón.
El destino de la familia dio un vuelco en 1945.Capturado por el ejército soviético y luego condenado como criminal de guerra por China en 1950, el ex emperador Pu Yi vivió trabajando como simple jardinero desde su liberación, a principios de los años 60, hasta su muerte en Pekín en 1967, un años después de empezar la revolución cultural.
"Todos nuestros recuerdos desaparecieron, los guardias rojos destruyeron o quemaron todo, salvo algunos álbumes de fotos", cuenta Jin Xinru, mostrando la última foto de la familia imperial reunida, posando junto al ex primer ministro Chu En-Lai, poco después de la liberación de Pu Yi, a principios de los años 60.
Jin prefiere borrar de su memoria la revolución cultural, cuando los guardias rojos humillaron a su marido, arquitecto y nieto de un preceptor del emperador, obligándolo a caminar descalzo.
Jubilada desde hace años, después de trabajar como maestra de jardín de infantes y como obrera en una fábrica de mosquiteros, vive de su pensión, completada por dinero que le envía regularmente su hija, pintora que vive en Cantón.
Jin ve cada vez menos frecuentemente a sus hermanos que viven todavía, dos hermanas y un hermano.
Su peor recuerdo fue la persecución de los miembros de la familia imperial en Manchuria después de 1945, tras la detención del emperador. "Teníamos miedo de que nos encontraran. La vida era muy difícil. Mis hijas tuvieron que vender batatas en las calles para sobrevivir", recuerda.
"Fue el mejor periodo de mi vida, tenía una vida fácil, rodeada de sirvientes. Muy de vez en cuando me dejaban ir a Palacio, donde jugaba con mi hermano mayor", recuerda la anciana, que desde hace años utiliza solamente su nombre chino, Jin Xinru.
Menuda, de salud precaria, la princesa que pasó a ser maestra de jardín de infantes y luego obrera, acepta recibir a los visitantes en su pequeño departamento de Pekín, en el que prácticamente nada da testimonio de una vida agitada ligada a su pertenencia a la dinastía manchú de los Qing, que reinó en China hasta principios del siglo XX.
Ultimo emperador de China, su hermano Pu Yi, fue coronado en 1908, a los tres años de edad, y destronado en 1911.En los años 30 volvió a ser emperador del Estado títere de Manchuku, creado por los ocupantes japoneses en el nordeste de China.
Durante toda esa época, la familia imperial siguió viviendo lujosamente, primero en Tianjin y luego en Changchun (nordeste) mientras que Yunhe efectuaba largas estadías en el extranjero: en Londres, donde nació su primera hija en 1933, o Japón.
El destino de la familia dio un vuelco en 1945.Capturado por el ejército soviético y luego condenado como criminal de guerra por China en 1950, el ex emperador Pu Yi vivió trabajando como simple jardinero desde su liberación, a principios de los años 60, hasta su muerte en Pekín en 1967, un años después de empezar la revolución cultural.
"Todos nuestros recuerdos desaparecieron, los guardias rojos destruyeron o quemaron todo, salvo algunos álbumes de fotos", cuenta Jin Xinru, mostrando la última foto de la familia imperial reunida, posando junto al ex primer ministro Chu En-Lai, poco después de la liberación de Pu Yi, a principios de los años 60.
Jin prefiere borrar de su memoria la revolución cultural, cuando los guardias rojos humillaron a su marido, arquitecto y nieto de un preceptor del emperador, obligándolo a caminar descalzo.
Jubilada desde hace años, después de trabajar como maestra de jardín de infantes y como obrera en una fábrica de mosquiteros, vive de su pensión, completada por dinero que le envía regularmente su hija, pintora que vive en Cantón.
Jin ve cada vez menos frecuentemente a sus hermanos que viven todavía, dos hermanas y un hermano.
Su peor recuerdo fue la persecución de los miembros de la familia imperial en Manchuria después de 1945, tras la detención del emperador. "Teníamos miedo de que nos encontraran. La vida era muy difícil. Mis hijas tuvieron que vender batatas en las calles para sobrevivir", recuerda.
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