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Masako: la Lady D japonesa
REDACCION - Publicado:
Después de haber conocido a su príncipe azul, lo que Masako Owada imaginaba era que su historia tendría un final feliz, -como le sucede a toda princesa- sin embargo no ha sido así.Y es que desde que contrajo matrimonio con Naruhito -primero en la sucesión para convertirse en el 126 emperador del Reino del Crisantemo- su vida cambió totalmente, tanto que hoy, la llaman la mariposa atrapada, la dama triste o la prisionera del trono del crisantemo.Vive desde hace 16 años en el palacio de Togu, en pleno Tokio, separada sólo por una hilera de embajadas, del barrio que marca el pulso de las noches de la capital.La Princesa Masako vive sumida en una depresión que la ha recluido en un misterioso silencio, ya no asiste a actos públicos y ha reducido sus viajes oficiales.Sin embargo, según fuentes palaciegas durante el día desarrolla "una intensa actividad monárquica".Como futura emperatriz consorte recibe una gran formación, que incluye clases de poesía, historia y cultura japonesa, es compleja y puede durar décadas.El tiempo que le queda libre, lo emplea en su hija Aiko.También toca el violín y le gusta caminar por la montaña.Una historia conmovedora.Aunque fue cupido quien flechó los corazones de Masako y Naruhito, la Infanta Elena también es responsable de manera indirecta de este amor.Y es que destinada a convertirse en embajadora o iniciar una prometedora carrera política, Masako decidió dejarlo todo cuando conoció al Príncipe durante un concierto en honor de la Infanta Elena, quien estaba de visita en Japón.La historia de esta mujer educada en EEUU ha estado cargada de dificultades desde que se enamoró de Naruhito y decidió entrar en una de las más misteriosas monarquías del mundo.La Princesa, de 45 años, se ha visto desbordada por la presión a su alrededor, sufre de una enfermedad de la piel provocada por el estrés situación que la ha llevado a encerrarse en sus aposentos.Masako era parte de la generación de mujeres japonesas mejor preparadas de la historia del país, formada en los mejores colegios, independiente y discreta, con una imparable carrera diplomática y la experiencia de haber vivido en Nueva York, Boston y Moscú.Desde el día que se celebró la boda, en 1993, El Kunaicho, -agencia imperial formada por un Ejército de cortesanos que vela por las tradiciones de la monarquía más antigua del mundo-, presionó a la pareja desde el principio para que no demoraran su “deber” de dar a Japón un heredero.Masako fue culpada del posterior retraso y finalmente, después de meses de tratamiento de fertilidad y un aborto, dio a luz a la princesa Aiko, que hoy tiene 8 años.Pero, no pudo complacer al pueblo que esperaba con ansias la llegada de un varón.El nacimiento de la niña agravó la fría relación de Masako con sus suegros, los emperadores, y llevó al Kunaicho a prohibirle que acompañara a su marido a España para asistir a la boda del Príncipe Felipe en Madrid alegando que debía descansar para concebir.Los japoneses se han puesto del lado de Masako, identificando su historia con la de Diana de Gales, tanta es la comparación que hay quienes temen que el final sea el mismo.Sin embargo; para las mujeres se trata de un episodio más en su lucha por romper viejas tradiciones que la han mantenido a la sombra de su marido.Fuentes cercanas a la Princesa aseguran que sigue enamorada de su marido y que el divorcio sería una opción desesperada para recuperar su libertad.