Un narrador natural
Publicado 2007/06/18 23:00:00
- Carlos Atencio-Atencio
José María Merino viajó a Panamá a para promover sus libros en la Biblioteca Nacional Ernesto J. Castillero.
EL español José María Merino a sus 66 años tiene todo el tiempo del mundo para dedicarse a leer y a escribir. "Desde hace pocos años puedo vivir de la literatura", pero antes de ello, trabajó como abogado y funcionario de la UNESCO.
El escritor está jubilado desde 1996; por ende, puede tomar vuelo cualquier día de la semana, hacia cualquier destino que hable el idioma en que están escritos sus libros.
En este caso fue Panamá, que le impresionó por la cantidad de rascacielos.
Merino, quien siguió los pasos de su padre al ingresar a la Universidad a formarse como abogado, mostró interés por la escritura desde muy pequeño, aunque en ese entonces fuese solamente un lector.
A los 30 años dio un primer paso decisivo en las letras. El género que le atrajo y que también "me abandonó" fue la poesía, porque "mis versos no eran versos puros sino una poesía narrativa", comentó.
En esta década también logró un primer premio literario con la novela "Pequeñas resistencias". Esta fue la consagración de Merino como escritor. Una anécdota de este logro fue hubo un escritor más conocido que el que hizo lo posible para que no se conociese que había participado.
La novela premiada tenía dos componentes importantes, según el autor. Por un lado se podía leer como una novela literaria y por otro como una obra de ciencia ficción. Finalmente, fue aceptada más como ciencia ficción porque fue incluida entre las 100 mejores obras de esa categoría en España del año.
El premio le abrió el camino. Pero aún había barreras. Una de estas era lo difícil que era publicar un primer libro. También los ingresos no eran los suficientes para dejar el cargo de funcionario del Ministerio de Educación, que entre otras cosas, le permitía conocer muchos países de América, de donde sus libros tomarían personajes.
De día el trabajo y en la noche la escritura, pero con la misma costumbre de funcionario. "Ser escritor no es sentarse cuando le aparezca la inspiración, hay que hacerlo todos los días", dice aunque en los años 70 era difícil publicar un libro, para "los jóvenes es difícil meter la cabeza".
Otro paso adelante lo da cuando escribe "Intramuros", su biografía que escribe por pedido de un editor. "Son recuerdos de los primeros años de mi vida, más exacto de cero hasta los nuevo años, que aunque tenga pasajes reales cuando lo planteas como ficción pasan a ser una forma distinta de ver esa realidad", dice.
Siempre creyó que el único oficio que le permitiría "comprar tiempo" era el de ser escritor, empero seguía yendo todos los días al ministerio de Educación.
El escritor, quien se considera un abuelo consentidor, dice que ahora de mayor (66 años) ve la vida desde otra perspectiva. En sus cuentos y novelas hay una referencia de la naturaleza, como islas o montañas. Pero ese trabajo (escribir) lo sigue haciendo todos los días y de forma metódica. A lo que escribe le da muchas vuelta, lo critica y luego lo deja descansar durante meses.
El escriba considera que existe una mala comunicación entre España y los países latinoamericanos. "Sólo conocemos de autores de esta región cuando ganan algún premio importante, de lo contrario no sabemos nada, pero ahora me llevo una cantidad de libros de autores panameños", agrega.
"Creo que ya estoy en la edad de la relectura. Sobre todo de esos libros que leí cuando tenía veinte años, como la Celestina, los cuentos de Anton Chejov y las obras de Tomas Mann". De autores latinoamericanos, la novela que le parece más emocionante es "Hijo de hombre", Augusto Roa Bastos.
El escritor está jubilado desde 1996; por ende, puede tomar vuelo cualquier día de la semana, hacia cualquier destino que hable el idioma en que están escritos sus libros.
En este caso fue Panamá, que le impresionó por la cantidad de rascacielos.
Merino, quien siguió los pasos de su padre al ingresar a la Universidad a formarse como abogado, mostró interés por la escritura desde muy pequeño, aunque en ese entonces fuese solamente un lector.
A los 30 años dio un primer paso decisivo en las letras. El género que le atrajo y que también "me abandonó" fue la poesía, porque "mis versos no eran versos puros sino una poesía narrativa", comentó.
En esta década también logró un primer premio literario con la novela "Pequeñas resistencias". Esta fue la consagración de Merino como escritor. Una anécdota de este logro fue hubo un escritor más conocido que el que hizo lo posible para que no se conociese que había participado.
La novela premiada tenía dos componentes importantes, según el autor. Por un lado se podía leer como una novela literaria y por otro como una obra de ciencia ficción. Finalmente, fue aceptada más como ciencia ficción porque fue incluida entre las 100 mejores obras de esa categoría en España del año.
El premio le abrió el camino. Pero aún había barreras. Una de estas era lo difícil que era publicar un primer libro. También los ingresos no eran los suficientes para dejar el cargo de funcionario del Ministerio de Educación, que entre otras cosas, le permitía conocer muchos países de América, de donde sus libros tomarían personajes.
De día el trabajo y en la noche la escritura, pero con la misma costumbre de funcionario. "Ser escritor no es sentarse cuando le aparezca la inspiración, hay que hacerlo todos los días", dice aunque en los años 70 era difícil publicar un libro, para "los jóvenes es difícil meter la cabeza".
Otro paso adelante lo da cuando escribe "Intramuros", su biografía que escribe por pedido de un editor. "Son recuerdos de los primeros años de mi vida, más exacto de cero hasta los nuevo años, que aunque tenga pasajes reales cuando lo planteas como ficción pasan a ser una forma distinta de ver esa realidad", dice.
Siempre creyó que el único oficio que le permitiría "comprar tiempo" era el de ser escritor, empero seguía yendo todos los días al ministerio de Educación.
El escritor, quien se considera un abuelo consentidor, dice que ahora de mayor (66 años) ve la vida desde otra perspectiva. En sus cuentos y novelas hay una referencia de la naturaleza, como islas o montañas. Pero ese trabajo (escribir) lo sigue haciendo todos los días y de forma metódica. A lo que escribe le da muchas vuelta, lo critica y luego lo deja descansar durante meses.
El escriba considera que existe una mala comunicación entre España y los países latinoamericanos. "Sólo conocemos de autores de esta región cuando ganan algún premio importante, de lo contrario no sabemos nada, pero ahora me llevo una cantidad de libros de autores panameños", agrega.
"Creo que ya estoy en la edad de la relectura. Sobre todo de esos libros que leí cuando tenía veinte años, como la Celestina, los cuentos de Anton Chejov y las obras de Tomas Mann". De autores latinoamericanos, la novela que le parece más emocionante es "Hijo de hombre", Augusto Roa Bastos.
Narrativa. Dentro de las obras más representativas están: Novela de Andrés Choz, El caldero de oro, Cuentos del reino secreto, El oro de los sueños, La tierra del tiempo perdido, Las lágrimas del sol.
Premios. Ha sido merecedor del premio La Crítica.

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