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Cuánto te odio, mi amor
REDACCION - Publicado:
Fernando Pérez Saavedra Esdras Jaimes Es curioso y sorprendente.Hay muchas actividades que nivelan a las personas porque todas participan de la misma.Una de estas, quizá una de las más vitales, es el amor.Santos y pecadores, creyentes y ateos, guerreros y pacifistas, ancianos, jóvenes y hasta niños (El niño que enloqueció de amor, excelente novela de Eduardo Barrios, siglo pasado) se forman o deforman ante el surgimiento del amor.Los poetas y escribidores profesionales hablan en cada siglo sobre muchos temas, pero impactan más aquellos que repitiendo actitudes y perspectivas de sus antecesores, se definen por buscar y tejer versos de palabras nuevas para hablar sobre el amor.Es curioso y sorprendente.Hasta los dictadores y mañosos tienen en sus historias grandes amores, aunque a veces, resulten tormentosos.Pero los tienen.Las siguientes aclaraciones nos muestren la universalidad del amor:El amor es democrático, porque llega a todas las personas.El amor se utiliza para todo: para vender, viajar, estudiar, orar.Hasta para hacer una guerra se invocan parrafadas de amor patrio.El amor no hace distingos sociales, ni es privilegio de alguna clase.Reyes y zapateros remendones muestran sus amores de familia, de amigos, y hasta de perros, caballos y un largo etcétera.El amor es una realidad imponente, pero frágil.Si por una parte es una fuerza arrolladora, también se ofrece como una revelación demasiado quebradiza.Una palabra, un gesto o una mirada no correspondida pasan a ser motivo de discusión.Se acostumbra a decir que de los grandes amores pueden nacer grandes odios.No obstante, vale la pena el riesgo de apostar por el amor.Quien ama va contento por la vida y adquiere una mirada diferente de todas las cosas.La vida se ve con más colores, y no en blanco y negro como es la mirada de quien carece de él.Además, proporciona sosiego y tranquilidad cuando se tiene, pero también, desesperaciones largas, si hay tropiezos; definitivamente, es misterioso y sorprendente.El amor tiene la capacidad de sobrepasar el tiempo cronológico, lineal y acceder a otro más vivencial.Por ejemplo, cuando la gente dice expresiones como: "La palabra que me dijiste, cambió mi vida"."Vayas donde vayas, siempre te recordaré", son palabras que remiten al tiempo vivencial.Cuando los muchachos enamorados llegan tarde a casa con la única excusa de un "no me di cuenta cómo se me pasó el tiempo", están diciendo que vivieron experiencias de tiempos vivenciales.Todos, ancianos, adultos, jóvenes y niños tienen este tipo de experiencias.Son como arquetipos sagrados que posteriormente, por ejemplo, pensemos en los niños, serán suplantados por experiencias más profanas constituidas por tiempos meramente transcurridos como, barrer el cuarto, acudir a la escuela, responsabilizarse de sus tareas, jugar menos para estudiar más y así, se capaciten gradualmente y maduren para enfrentar un mundo bravo y exigente, que llega a ser cruel con aquellos que no saben idiomas, ni alcanzaron alguna especialización.Y tantas cosas más...Hay un tiempo que es cronológico y lineal, superficial que sólo se limita a transcurrir.No deja recuerdos.Es una suma de instantes, que en cierta manera da igual que exista o no.Pero hay otro tiempo que es diferente.Es de mayor compromiso porque revela interioridad.Sobran razones para declarar que hay diferencias notables entre estas dos clases de tiempos.Uno es más profano, transcurre sin historias que recordar y está en la base de nuestras acciones y conversaciones cotidianas; el otro es más sagrado, porque se origina con vivencias creando historias que dan estabilidad a experiencias que jamás se olvidan.Con esta clase de tiempo, se escribe el amor.No es lo mismo pasar por la calle de un amigo o de un desconocido, como tampoco es lo mismo pasar por una plaza si aquella era escenario de tus juegos de infancia o no.Existe una filosofía existencial que busca recuperar a la persona.Lanza avisos y predicciones para que el hombre se detenga a reflexionar sobre el rumbo dado a su vida.Algo de claridad surge cuando se dice que el tiempo plenamente vivido se opone al tiempo meramente transcurrido.El grito existencial clama para que el hombre no sucumba en ese plano técnico y funcional, sólo hecho por instantes fugaces, sin mayores intenciones ni preocupaciones que el momento presente como es el tiempo simplemente transcurrido.En definitiva, se trata de decidir una opción vital: construir la vida con sentido o simplemente caer en comprensiones absurdas de lo que se entiende por familia, descendencia y amor.Como esa notita breve aparecida en un periódico el pasado 23 de septiembre indicando que, en Alemania se está presentando un proyecto de ley para que el matrimonio prescriba cada siete años."Propongo que el matrimonio se venza después de siete años.Esto significa que uno podrá comprometerse por un período determinado y luego podrá renovar los votos", declaró Gabriela Pauli, de la Unión Social Cristiana (CSU)" (Panamá América, 23 de diciembre, A 12).Por fortuna, hay fuertes críticas a esta idea que comienza a germinar.También podríamos decir que el rol de padres prescriba a los 5 ó 6 años.Hasta puede llegar a ocurrir, que uno de los trabajos del futuro sea precisamente el ser padres o hasta hijos sustitutos.En otras palabras, olvidar los vínculos naturales y otorgarlos a los artificiales.