Una gran familia de pobres y ricos (2)
- Rodolfo de Gracia Reynaldo
Las parientes pobres
Ciertas palabras están destinadas a ser miradas con desdén, sobre todo cuando se les tiene por grotescas o malsonantes y cuando, en comparación con otras, las encontramos feas, ásperas y tratamos de esconderlas.
Así, “sobaco” resulta grosera frente a “axila”, y “pata” resulta áspera ante “pie”; “pescuezo” ante “cuello”, etc.
Algunas son menos frecuentadas, porque existe otra más elegante, más bonita, como ocurre con “pelo” y “cabello”; “medias” y “calcetines”; “gargajo” y “expectoración”, etc.
Aun así, las palabras tienen todas ellas su derecho a ser. Considerarlas feas o bonitas, censurables o no, es una cuestión subjetiva, de educación, de cultura o de idiosincrasia, que nada tiene que ver realmente con la naturaleza de la palabra, con su disposición fonética u ortográfica.
Es decir, somos los hablantes, con nuestro propio “prejuicio”, con nuestra realidad social (inesquivable) y con nuestro conocimiento de la realidad, quienes tachamos las palabras y, por tanto, las enaltecemos o las satanizamos.
La sociedad nos impone patrones y restricciones por el simple hecho de pertenecer a ella y de regirnos por sus normas éticas, morales y sociales.
Las extranjeras.
Entre todas, también hay palabras que no nacieron aquí (o en la gran patria del español), pero que llegaron y se quedaron, sin importar que se les haya o no reconocido como ciudadanas. Es el caso de los préstamos y de los usos de palabras de otros idiomas, como ocurre con sándwich, fólder, suéter fricasé, open, guachimán, hardward, entre las aceptadas, y cuara, fashion, one two (guantú) shopping, entre las que andan por ahí, de boca en boca, sin que la Academia les haya dado carta de naturaleza.
Las que nos sorprenden.
Algunas palabras nos sorprenden cuando descubrimos que (como ciertas personas) no son como las creíamos. Toda la vida nos han engañado. Tal ocurre con extrovertido (cuya forma recomendable es extravertido) y así mismo con emperipollado (pues mucha gente desconoce las formas correctas emperifollado y emperifollarse); emparapetar (dicho por muchos así; es una forma que defiendo por la tendencia nuestra a agregar este enclítico para significar una acción, como enjabonarse, encorbatarse, entogarse, ensombrerarse, enlentarse, etc. Sin embargo, la forma estatuida es parapetar); “La jefa está media disgustada”, dice la mayoría de la gente, que desconoce la forma correcta “medio disgustada”; concenso (por analogía con censo), aunque la forma correcta es consenso; cangrina (gangrena); y el enantes, del que mucha gente dice que no se debe usar, cuando en realidad es una palabra tan correcta como cualquier otra.
Las de la muchachada.
Aquí el repertorio es más que variado. Es un lenguaje fugaz, pero de gran vigencia mientras tiene vida. ¿Qué sopá?, el saludo (los chateadores escriben xopá, incluso sin tilde). Emplean palabras como grubeo, wakeo, chotin, chotear, pato, mopri, pasiero, laopé, prity, tripear, robotear, monstrosearse, bóyala, demencia, ponchera, yeyé, el man, la man y otras tantas que forman parte del repertorio léxico de muchísimos jóvenes (¿educados? ¿sin educación?, ¿marginados?, ¿de la alta sociedad?, ¿de los barrios marginales?), ¡Quién sabe!
Las palabras son solamente la envoltura del idioma. El pensamiento, la cohesión de las ideas, la capacidad de analizar a través del lenguaje es fundamental. Debe ser eso lo más importante.
Pero los niveles de la lengua también lo son.
A los jóvenes conviene educarlos muy bien sobre el cómo, cuándo, dónde, con quién y por qué emplear una determinada forma de lenguaje.
Siempre hay que tener cuidado con las palabras, porque ellas, como la gente, pueden ser claras y bien intencionadas, pueden ser lo que realmente parecen. Pero en muchísimas ocasiones, las palabras son hipócritas, falsas, antojadizas y manipuladoras. Cargadas de ironía, envueltas en un tono dulce, escondidas en un disfraz llamado eufemismo, las palabras pueden engañar y transmitir un mensaje que se aparta de lo que realmente se piensa.
De todas las palabras, quizás las más hermosas sean: perdón, madre, Dios, hijo, vida, sinceridad, gracias, humildad, hermano, paz y amor.
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