La risa, sinónimo de ayuda humanitaria en Bagdad
Sólo tres payasos hacen sonreír la vida de miles de niños en ese país donde las amenazas de la milicia irrumpen en sus hogares. Los más pequeñines se cuelgan de sus piernas, ríen y gritan emocionados.
Se hacen llamar Grupo de la Familia Feliz en Bagdad. Se trata de un grupo de cinco payasos iraquíes. No se tomaban en serio las amenazas de las milicias, hasta que dos de los miembros del grupo no aparecieron en los ensayos: habían sido asesinados en el camino.
En Siria, país al que huyeron los tres payasos restantes, colaboran con la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para los Refugiados (ACNUR).
Los niños se cuelgan de sus piernas, ríen y gritan. Los padres miran fatigados, pero visiblemente aliviados; familias enteras esperan a veces durante horas para poder registrarse en la ONU para los Refugiados en Damasco. El espectáculo de los tres payasos de Bagdad rompe la monotonía de la espera.
Hace un par de meses, Arman, Ali y Saif llegaron también a Damasco para registrarse como refugiados. Después del asesinato de sus dos compañeros y amigos, huyeron de Bagdad. Todavía desconocen quién estuvo tras los atentados. "Una agrupación terrorista", sospecha Arman.
También el motivo sigue siendo un enigma; no hicieron nada reprobable, piensan ellos. Su espectáculo se titulaba entonces "un niño es tan sagrado como el país".
Torturas.
Los tres payasos iraquíes entretienen diariamente a niños y padres en Damasco. "Uno de cada cinco refugiados que se registran en ACNUR son víctimas de la violencia o de las torturas", explica Laurens Jolles, un holandés al cargo de la Organización, desde su oficina en Damasco. "Esto significa que las familias y especialmente los niños están traumatizados cuando vienen a nosotros."
Los payasos ofrecen la posibilidad única a padres e hijos de reír durante la difícil experiencia del registro porque, entonces, se toma nota de la historia vivida por la familia.
El ACNUR intercala a los payasos también para que los niños acudan a la escuela. De los 300.000 niños iraquíes en Siria, la organización logró sentar en los pupitres a unos 70.000. En Jordania, país que acoge también a muchos refugiados iraquíes, quedaron sin recibir enseñanza decenas de miles de niños iraquíes; parte de toda una generación corre el peligro de falta de escolarización.
Mohammed, de 8 años de edad, encuentra difícil acostumbrarse al dialecto sirio. Desde hace seis meses, vive en la ciudad Homs en el centro de Siria. Mohammed está de visita en Damasco - acaba de ver a los payasos - y cuenta que no le gusta la escuela. Tiene apenas amiguitos y quiere dejar de ir a la escuela.
Su madre "se siente triste en la escuela. En Irak ha perdido todo: su casa, su escuela, sus amiguitos. Le obligó a ir a leer, pero dice que no quiere leer en Siria, que leerá cuando vuelva a Irak".
Son muchos los niños que dicen tener problemas con el dialecto sirio y con el método diferente de enseñanza", comenta Jolles en Radio Nederlan.
Dejan de ir a la escuela. Hay niños que nunca han entrado en una clase siria. Los encuentras en la calle vendiendo castañas asadas, limpiando zapatos o lavando las ventanillas de los autos en los semáforos.
A veces ocurre que no hay suficientes plazas en las escuelas; las clases están repletas y en algunas hay más niños iraquíes que sirios.
Advertencia.
Los payasos iraquíes continúan el espectáculo ante las oficinas de registro del ACNUR en Damasco. Pero sus divertidas actuaciones esconden también una advertencia: cuidado con los estafadores; no des dinero por la ayuda de ACNUR.
Y es que el millón y medio de refugiados iraquíes en Siria forman un codiciado objetivo para los criminales, dice Sybella Wilkes de ACNUR. Se ofrecen impresos de registro falsos a cambio de mucho dinero. El registro en la organización da, en algunos casos, derecho a ayuda económica, a alimentos o una compensación por gastos médicos.
ACNUR proporciona los impresos de forma gratuita. "Nos duele mucho. Después de todo lo que ya han sufrido los refugiados iraquíes; después de haber sido robados, secuestrados, y destruidas sus viviendas, ahora son también blanco de estafadores", añade Wilkes.
Careta de diablo.
El espectáculo ha finalizado mientras tanto, pero los niños siguen rodeando a los payasos. Firaz, de 11 años de edad, dice que "los payasos son como mis hermanos".
Representan flores, animales, pero también casas destruidas y una careta de diablo.
La mayoría de los niños viven traumatizados y atemorizados, dice Arman, Ali y Saif, pero "intentamos convencerles de que les espera otro futuro. A pesar de las amenazas, seguirán con su trabajo, mientras haya niños iraquíes.
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